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Cierre en las bolsas italianas para evitar un "crack" económico

El Gobierno italiano decidió ayer cerrar temporalmente todos los mercados bursátiles del país hasta el próximo lunes para impedir la bancarrota. La decisión, que sólo tiene un precedente histórico (la clausura de las bolsas en 1917 como consecuencia de la derrota del Ejército italiano en Caporetto), va a suponer unas gravísimas pérdidas económicas en numerosos sectores. Tan sólo las compañías de seguros van acumular pérdidas próximas al billón de pesetas. Sin embargo, puede evitar un crack de consecuencias insospechadas en la economía de aquel país.

El martes, tras dieciocho meses de pérdidas progresivas en las distintas bolsas italianas, en Milán y en Roma quedaron bloqueados los mercados. No hubo una sola orden de compra y sí grandes colas de ahorradores que buscaban a toda costa deshacerse de sus títulos. El nuevo Gobierno de Giovanni Spadolini, el primero no democristiano de los últimos 36 años, se ha visto obligado a tomar esta decisión dramática -la clausura de los mercados bursátiles- precisa mente cuando el Parlamento está debatiendo su programa de gobierno. Las hipótesis y explicaciones sobre lo que está ocurriendo en las bolsas italianas en los últimos días son contradictorias y abarcan a diferentes sectores de la vida pública. Mientras algunos observadores acusan a los bancos por su continuo juego a la baja, éstos responsabilizan al gobernador del Banco de Italia (el banco central de aquel país) por haber adoptado medidas ineficaces cuando aún se estaba a tiempo para cambiar el signo de los mercados bursátiles. Junto a estos razonamientos, y junto a las críticas hacia la gran dependencia de estos mercados de las grandes sociedades públicas, hay quienes piensan que toda esta operación puede ser un golpe bajo.

En los últimos meses, y como, consecuencia de la depresión de las bolsas, los pequeños ahorradores habían provocado una auténtica carrera por la posesión de bonos del Tesoro, únicos títulos con que conseguían contrarrestar una inflación del 19% (los bancos no ofrecían más que un 6% o un 7%, que además era recortado por tasas del Gobierno). De ahí el peligro, denunciado por todos, de que la masiva avalancha de los ahorradores hacia bonos del Tesoro fomente la estatalización de la economía italiana.

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