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Los comunistas dividen a Francia y Estados Unidos

París estima que la advertencia del Departamento de Estado está dirigida al consumo interno norteamericano

El ministro francés de Relaciones Exteriores, Claude Cheysson, estimó ayer que la reacción del Departamento de Estado norteamericano contra la entrada de ministros comunistas en el Gobierno francés "está destinada, en primer lugar, a la opinión americana". Por su parte, el Partido Comunista francés (PCF), cuyo Comité Central termina hoy una reunión extraordinaria convocada para estudiar la situación poselectoral, juzga inaceptable la actitud de Washington.

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Las autoridades francesas se muestran totalmente serenas. El primer ministro, Pierre Mauroy, dijo que no cree en "la degradación de relaciones franco-americanas".El ministro de Exteriores fue el primer miembro del Gobierno francés en enfrentarse a las reacciones más o menos condenatorias del hecho comunista. Cheysson aseguró que eran "una historia de James Bond" las «nformaciones difundidas por la televisión americana según las cuales el presidente francés le habría asegurado al vicepresidente americano, George Bush, que los ministros comunistas no tendrían acceso a las cuestiones de defensa, y que éstas sólo serían tratadas por un consejo restringido.

A pesar de este mentís, Cheysson estimó que "es lógico que el ministro de Transportes se dedique a los transportes y el de la Defensa a la defensa" (el ministro de Transportes es Charles Fitterman, considerado como el número dos del PCF). A su modo de ver, las declaraciones del Departamento de Estado en el sentido de que la inclusión de ministros comunistas "afectará el tono y el contenido de nuestras relaciones en tanto que aliados", es una reacción destinada, sobre todo, a la opinión americana; es decir, al anticomunismo visceral de la mayoría del electorado del presidente Ronald Reagan.

Razones

El ministro abordó este tema en términos más generales, y al intentar explicar la razón profunda de la inclusión de comunistas en el Gobierno, resumió: "Las dificultades económicas internacionales equivalen a una guerra, y no podemos afrontarla sólo con una parte de la mayoría presidencial". Hay que recordar que el 15% del electorado integrado por los comunistas votó por Mitterrand, mientras los radicales de izquierdas y los gaullistas disidentes (Michel Jobert, ministro de Comercio Exterior) sólo le aportaron un 3% o escaso y cuentan con cuatro carteras o secretarías de Estado.

El vicepresidente americano, Bush, tras su declaración del miércoles, después de ver a Mitterrand, en la que expresó la preocupación de EE UU por la entrada de los comunistas en el Gobierno, se manifestó más remiso ayer, pocos momentos antes de abandonar París camino de Londres. "Me siento reconfortado", dijo, antes de resaltar "los amplios terrenos de acuerdo" existentes entre París y Washington. En el mismo tono aconsejó mucha atención para "leer la declaración americana" procedente del Departamento de Estado.

La patronal, a la espera

Los comunistas califican la intervención de EE UU de inaceptable, y los cuatro ministros del PCF aseguran que "no somos delegados del partido y respetamos la Constitución". La patronal francesa no ha querido juzgar la formación del Gobierno, pero espera, ansiosa, la definición de la política de reformas que prepara el Gobierno.

Los líderes de la nueva minoría de derechas continúan criticando la decisión de Mitterrand: "El mundo desconfiará de la independencia nacional de nuestro país", estima un centrista. La extrema izquierda, muy minoritaria, denuncia "el sectarismo sin límites del PCF en ocasiones y su oportunismo presente".

Las dos razones que aquí se enuncian más frecuentemente como causa del terremoto comunista francés son las siguientes: a pesar de que Francia no pertenece a la OTAN, está integrada en ella, y además existe una coordinación permanente entre la defensa gala y la atlántica. En consecuencia, los ministros comunistas, de quienes se sospecha son espías de Moscú, podrían traicionar secretos graves. En segundo lugar, los norteamericanos temerían la desestabilización de Europa del Sur a partir del ejemplo que podría suponer un Gobierno francés con ministros comunistas para Italia, España y Portugal.

Los medios oficiales aparentan no inmutarse ante la conmoción general. En Ottawa, el próximo mes de julio, y en Washington, adonde viajaría el presidente Mitterrand en septiembre, esperan que este último y Reagan disipen las sospechas o malentendidos Aquí, la mayoría de la opinión subraya que Mitterrand sabe más que nadie de comunistas, tras haber batallado con ellos y haberlo sufrido toda su vida.

Y nadie cree, por el contrario, que el presidente se haya convertido al comunismo. Anoche. el primer ministro canadiense, Pierre Trudeau, tras entrevistarse con Mitterrand sobre la cumbre occidental que se celebrará el próximo mes de julio en Ottawa, estimó que no debía juzgar la formación del Gobierno de otro país.

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