La expansión internacional de la banca española
La entrada en España de la banca extranjera ha sido espectacular. Los cuatro bancos de esta naturaleza que llevan años con nosotros se habían incorporado de tal manera al paisaje que casi no eran reconocidos como tales. Sin razón alguna, por otra parte. En pocos meses hemos pasado de esta presencia familiar a la de cerca de la treintena y el impacto psicológico ha sido considerable.Este hecho debe recordarnos que se ha impuesto lógicamente el principio de reciprocidad para la apertura de sucursales bancarias. Hay muchos países que consideran que la autorización dada a bancos españoles para establecerse en su territorio debía ir acompañada de una autorización equivalente en España. Es este un principio de derecho internacional que tiene pocos enemigos y difícil contra-argumentación.
Y lo que resulta cierto es que la banca española ha llevado a cabo en los últimos años una importante expansión internacional, sea en forma de simples sucursales, sea como participaciones en otros bancos extranjeros, mucho más allá de la modesta oficina de representación. Es una política seguida por casi toda la gran banca española, aunque se dé alguna destacada excepción. Las principales plazas financieras de Europa están cubiertas de esta forma, así como la totalidad de las capitales de América Latina. En la ciudad de Nueva York hay instalados ocho bancos españoles, a través de oficina operativa.
Esto representa también un cambio espectacular, tanto como al que nos referíamos antes. Durante muchos años, la representación extranjera de los bancos españoles se había limitado a la del Banco de Bilbao en París y Londres, creada a principios de siglo, y a la de las filiales del Banco Exterior de España. Creo que el cambio es bueno para España, muestra clara de una internacionalización del comercio y de la fuerza de nuestro sistema financiero. Pero, al margen de la apreciación general, vale la pena subrayar las dos razones principales que han impulsado a la creación de esta red internacional de oficinas bancarias españolas.
En primer lugar, hay una motivación clarísima y vinculada al carácter mercantil de los bancos: la busca de un mayor beneficio y la diversificación de los riesgos. El mayor ejemplo en este sentido lo han dado los bancos americanos de la costa Este. Quizá impulsados por su especial legislación que les impide abrir oficinas en otro Estado de la Unión que no sea el de su domicilio social, su expansión internacional ha provocado que una buena parte de los resultados proceda de su cartera de valores internacionales y de sus sucursales en el exterior. Esta participación exterior en los resultados no baja del 20% en ninguno de los grandes bancos norteamericanos y alcanza al 50% en algún caso concreto. En momentos de gran liquidez internacional, este impulso, de cara al exterior, ha sido mayor que en ningún otro momento, debido a la necesidad de buscar inversión a sus activo! sobrantes.
La diversificación del riesgo es un criterio fácil de comprender. No tan sólo por sectores económicos, sino también de carácter geográfico, y dirigido todo ello con criterios absolutamente económicos. No podemos olvidar que el principal acreedor del bloque socialista es la gran banca internacional, incluyendo la española. Cabe añadir en este terreno que el lenguaje bancario es internacional y que son pocos los problemas que encuentran para entenderse los profesionales que pertenecen a entidades financieras situadas en países de ideología distinta.
El segundo gran aumento a favor de la expansión internacional es el apoyo al propio comercio. El caso de América Latina puede servir de ejemplo claro, puesto que se trata de un mercado en el que no se había entrado con fuerza a pesar de las buenas relaciones políticas y de, la facilidad de la lengua. Cualquier país europeo tenía mayor presencia en cualquiera de los grandes países latinoamericanos. Un gran banco alemán, por ejemplo, ha utilizado durante años las facilidades de una participación en un banco español como plataforma de preparación del personal que iba a trabajar en sus sucursales de América del. Sur, mientras que los españoles no tenían otra alternativa que dirigirse a sus corresponsales, muchas veces norteamericanos o europeos. La penetración bancaria y el mayor empuje de los exportadores españoles, unidos a una liberación del comercio exterior, permitirá restablecer una posición que no debería haberse perdido nunca.
No deben sorprender algunas de las consecuencias de esta internacionalización. Los bancos norteamericanos vienen a buscar negocio en España y lo encuentran, mientras que los españoles dicen también estar muy satisfechos de las posibilidades que se les ofrecen en Estados Unidos, por ejemplo. Hay una lógica en esta aparente contradicción. Un banco que aborda un mercado nuevo debe adoptar una actitud clara de competencia, partiendo de cero, mientras que la banca «agredida» comercialmente puede temer pérdida de cuota. Son las ventajas e inconvenientes de este tipo de economía en que vamos a vivir y en cuyos principios estamos de acuerdo prácticamente todos: la economía de mercado.
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