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Tribuna
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Las copias fraudulentas

La veraniega avalancha de reposiciones cinematográficas se ha anticipado este año a los rigores del estío. Las más jovenes generaciones de espectadores y cinéfilos tienen, la oportunidad de contemplar, por primera vez, algunas de las obras maestras del cine. Pero la reposición es, como su nombre indica, signo del empobrecido mercado cinematográfico y, también, el recurso que tienen los distribuidores y exhibidores para mantener constante la oferta. Las reposiciones constituyen una especie de cinemateca cuya principal debilidad está en nuestro pasado cultural: la mayoría de las películas se exhiben tal como se proyectaron las primeras versiones españolas: es decir, con las severas censuras aplicadas durante el franquismo a la banda sonora. Y esto porque el negocio de los distribuidores no es compatible con el coste que supone doblar de nuevo las películas. Los espectadores de Barcelona serán, en algunos casos, más afortunados que los madrileños: aquéllos obtendrán, al comprar la entrada, un folio con la traducción de los diálogos omitidos en su día por la censura.

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Ahora que las pantallas españolas se abarrotan de reposiciones, se puede uno preguntar por su sentido. Cierto que en muchos casos -Espartaco, por ejemplo- se trata de películas desconocidas por más de una generación, que sólo así tienen oportunidad de conocerla. Pero más cierto es que las razones últimas que justifican el nuevo estreno de estas películas -Los tres mosqueteros, West Side Story, Lo que el viento se llevó, San Francisco, Los dientes del diablo, 2001, una odisea del espacio, MASH, Los diez mandamientos, El violinista en el tejado, La conquista del Oeste, 101 dálmatas...- son las que ofrecen los distribuidores al ahorrarse una buena serie de gastos.En primer lugar, el del doblaje Una reposición recurre generalmente a la banda sonora realizada en el primer momento en su estreno en España; en otras ocasiones, incluso, se trata de falsas reposiciones, ya que las películas aún no han agotado su tiempo legal de explotación, y más que de reposicio nes se trata, por tanto, de simple reestrenos..., aunque se proyecten a precios de cines de primera fila.

El caso de los viejos doblajes tie ne algunos ejemplos pintorescos Con la muerte en los talones fue, como la mayor parte de los títulos citados, mutilada en su día por la censura española. Como los nuevos distribuidores no han querido volver a eliminar los fragmentos cortados, pero tampoco volver a doblar toda la película, se da el caso curioso de que algún momento de la película se exhibe en versión original inglesa, sin que el pobrecito espectador entienda lo que está ocurriendo. Para justificar tal desaguisado se anuncia en los locales madrileños donde se proyecta que «la película es así en el original», explicando con torpeza lo que simplemente con la verdad hubiese sido comprendido, aunque no por ello forzosamente aceptado. En Barcelona se reparte, junto con la entrada, un folio en el que se reproducen los diálogos no doblados; una curiosa manera de volver contra la censura lo que no es sino un ahorro del distribuidor, pero, en cualquier caso, más ingeniosa que la explicación madrileña. Hace algunos años, en el estreno de la película brasileña Macunaima, de la que faltaba una bobina, también se explicaba que «la película era así» ante la lógica indignación de los espectadores.

Habrá que preguntarse, por tanto, si al reponer ahora películas con los viejos doblajes censurados se está haciendo realmente un servicio cultural a esas nuevas generaciones o, por el contrario, un estropicio mayor que el de la ignorancia.

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