Nueve años de fructíferas relaciones económicas
Cuando, a principios de 1972, Alexander Haig fue a China para preparar la inesperada visita de Richard Nixon, en Pekín no se embotellaba la Coca-Cola, en la provincia de Fujian no se fabricaban cigarrillos Camel y en los estudios cinematográficos chinos no se utilizaba película Kodak. Este año, el comercio entre Estados Unidos y China, inexistente entonces, superará los 6.000 millones de dólares.La creación de empresas mixtas chino-norteamericanas, algo impensable entonces, está siendo alentada por ambas partes. Millares de estudiantes y de investiga dores se han intercambiado entre los dos países. Las compañías petroleras norteamericanas se preparan para efectuar prospecciones en el sur del mar de la China y los dos Gobiernos llevan bastante tiempo hablando de «intereses comunes de seguridad».
Han pasado nueve años-desde que acabó el aislamiento entre Pekín y Washington, y dos años y medio, desde que Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Taiwan y las estableció con el régimen de China continental. La invasión soviética de Afganistán, a finales de 1979, contribuyó a la aproximación entre Pekín y Washington.
Pero también hace sólo un año desde que Ronald Reagan, según la agencia oficial de noticias china Xinhua «insultó a mil millones de chinos», al pedir la renovación de los contactos oficiales con Taiwan Poco después, Leonard Woodeock el embajador norteamericano en Pekín, decía que las declaraciones electorales de Reagan amenazaban con destruir los delicados contactos chino-norteamericanos. Desde la elección de Reagan aquellas declaraciones suyas han sido una dificultad muy seria para los dirigentes chinos.
Lo que hizo tan graves los insultos de Reagan fue la resurrección del problema de Taiwan en un momento en que ni China ni el régimen de Formosa estaban interesados en reactivar este asunto.
La Prensa china, controlada por el Gobierno, ha criticado mucho durante este mes las relaciones entre Norteamérica y Taiwan, y hace sólo unas semanas que altos funcionarios chinos manifestaban que Washington está calculando erróneamente la paciencia de China hacia Taiwan, y que cualquier intento de vender armas norteamericanas a la isla tendría «consecuencias peligrosas».
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