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Manuel Puig: "Siempre escribo sobre mis conflictos no resueltos"

El novelista presenció la versión teatral de "El beso de la mujer araña"

El escritor argentino Manuel Puig tuvo una experiencia traumatizante al ver por primera vez en un escenario sus personajes de ficción literaria, los protagonistas de su novela El beso de la mujer araña, con una actuación «muy creativa» por parte de los dos intérpretes, según declaró al terminar la función de su obra en un teatro de Madrid. El novelista afirmó que «lo literario es reflejo directo de lo personal; siempre escribo sobre conflictos míos no resueltos».

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Manuel Puig, de 49 años, ha publicado las novelas La traición de Rita Hayworth (1968), Boquitas pintadas (1969), The Buenos A ¡res Affair ( 1973), El beso de la mujer araña (1976), Pubis angelical (1979) y Maldición eterna a quien lea estas páginas ( 1981). El escritor se ha desplazado a Madrid desde su residencia actual en Río de Janeiro (Brasil) para presenciar su versión teatral de El beso de la mujer araña, interpretada por José Martín y Juan Diego, con dirección de José Luis García Sánchez. Hoy, viernes, a mediodía, intervendrá en una mesa redonda sobre su obra literaria en el Instituto de Cooperación Iberoamericana, con los críticos Luis Suñen, Rafael Conte, Enrique Llovet, Félix Grande, Blas Matamoro y Andrés Amorós.«Me gustó mucho la actuación muy creativa de los dos actores», declaró ayer el escritor. «Era la primera vez que veía un texto mío en escena, y me resultó muy traumatizante. Como el texto lo sé, me distraía viendo detalles de la actuación o el decorado. Me parece absolutamente necesario la adaptación muy respetuosa que han hecho al castellano, ya que los giros van con voces argentinas, y lo contrario hubiera sido un contrasentido. La presencia de los actores suple la mayor complejidad de la descripción literaria».

Los personajes de El beso de la mujer araña son, para su autor, arquetipos; tanto para el revolucionario como para el homosexual se sirvió de varios modelos. Su unidad de espacio, una celda, hizo posible la transposición escénica. «La novela presenta la complejidad de una situación ante la cual es muy difícil tomar posiciones. Creo que el espectador recibe esta situación, ya que ambos personajes son alternativamente explotador, explotado, violento, destructivo, madre, novio... Lo que seguramente interesa es cómo alguien bien intencionado, dentro de una situación envenenada por la represión, puede pasar a ser verdugo sin proponérselo».

Manuel Puig utiliza en su producción literaria materiales de su formación cinematográfica como espectador («fui expuesto a un cine muy impresionante a una edad muy tierna») y de las consideradas subculturas de masas. «Hay ciertos elementos que creo rescatables. La presencia de una intriga, lo sentimental y la velocidad de relato son parte de la expresión humana y no creo que tengan que ser considerados recursos fáciles o despreciables, porque eran característicos de géneros bastardos».

El escritor reside en Río desde hace varios meses, después de permanecer largas temporadas en Nueva York, donde nunca logró habituarse, sobre todo «en la resaca de la borrachera hippy». «Los finales de los sesenta estaban empujados con un viento de popa tan favorable porque el país tenía un proyecto colectivo, una revolución, el hippismo. En 1976, cuando regresé, todo aquello había acabado y los revolucionarios estaban en repliegue». Esto se refleja en su última novela, Maldición eterna a quien lea estas páginas, donde uno de los dos protagonistas es neoyorquino, «un personaje significativo para mí y enigmático al mismo tiempo, que me pareció de extremo interés para el lector de lengua hispana, que es un lector de país en vías de desarrollo y que tiene que elegir entre los modelos capitalista o socialista».

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