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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tertulia de actores

De La terraza, premiada en Cannes con criterio tan generoso como discutible, afirmaba su realizador: «Es un símbolo, un punto de referencia en el que se encuentran una serie de personajes clave para discutir sobre la vida. Hasta ella llevan entusiasmos, dolores, recuerdos y proyectos, amor, odio y promesas ... ».Así pues, en la tertulia de esta particular terraza, bajo el cielo de una Roma escenográfica, se vive una realidad un tanto heterogénea, pero en la que priman gente de pluma y cine. La idea en sí no es nueva, suena a demasiado teatral, a un teatro ya superado hace tiempo, escrito para mostrarnos un desfile de actores que recitan su papel y desaparecen hasta la escena siguiente. No se sabe si fueron llamados tras escribir sus historias o si ésta se pensó una vez elegidos, tal como sucede en cierto tipo de comedias. De todas formas, este filme de estrellas al estilo de Hollywood, donde los nombres tratan de impresionar al público, suele quedarse justamente sólo en nombres, en puro ejercicio, en galería de tipos antes que de auténticos personajes que no llegan a apasionar porque no se cree en ellos. Demasiado ligados a la férrea batuta de guionista y realizador, hay un estar de vuelta de las cosas que suele confundirse con el desencanto, palabra que hoy explica demasiadas cosas en su actitud, que rehúye el compromiso a través de una crítica un tanto desmayada a la que es preciso agradecer, sin embargo, media hora menos del metraje ¡nicial.

La terraza

Guión de Age, Scarpelli y Scola. Fotografía: Pascualino de Santis. Música: Armando Trovaioli. Dirección: Ettore Scola. Intérpretes: Ugo Tognazzi, Viltorio Gasman, Jean-Louis Trintignant, Marcello Mastroianni, Carla Gravina, Serge Regiani. Comedia. Italia. 1980. Locales de estreno: Palace, Fantasio y California.

La frustración, suele ser hoy, patrimonio de los jóvenes, no siempre de la edad madura. En tal sentido este mosaico particular recuerda otros filmes parecidos en los que el autor se empeñaba en cantar tal decadencia pretendidamente lúcida, sacando a la luz sus retratos poco objetivos. Es esta galería de actores y tipos lo que más puede llamar la atención en esta historia, sobre todo como ejercicio de estilo. No se sabe si ellos se sentirán vacíos a su vez; puede que no, aunque tertulias como éstas suelen sonar a falsas tanto en el cine como en los canales de la televisión.

Quienes gusten de repartos generosos, de ideas que casi siempre quedan en palabras y alguna que otra situación original, pueden darse cita ante esta sociedad un tanto ambigua que combate el tedio con el tedio, mirándose en el espejo de sí misma, a las órdenes de Scola, su anfitrión.

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