Los muertos de Palestina
De nuevo, un palestino ha sido asesinado en uno de los múltiples frentes que su pueblo tiene abiertos en la lucha por la autodeterminación. Ahora, le ha tocado el turno al director de la oficina de la OLP en Bruselas; hace años le precedieron sus compañeros en París, Roma y Nicosia. Todos, como ahora en Bélgica, víctimas del más selectivo de los terrorismos. Ya no se trata del exterminio de campos de refugiados; tampoco es el aniquilamiento de bases guerrilleras; se trata, sencillamente, de privar a un movimiento de liberación de sus mejores hombres. Para el sionismo, el objetivo, antes y ahora, reside en suprimir las inteligencias que, en puestos decisivos de la política, están al servicio del pueblo palestino.Naim Jader, nacido en Cisjordania, doctor en Derecho en una universidad belga, hacía años que vivía y ejercía sus funciones en Bruselas, capital clave para la diplomacia palestina. También actuaba como intelectual; junto con su hermano, Bichara, uno de los mejores ensayistas e historiadores palestinos contemporáneos, publicó en París, en 1975, un libro básico para el entendimiento de la causa que representó hasta su muerte (Textes de la Révolution palestinienne); en sus páginas, con espíritu absolutamente abierto, se recogen las múltiples voces en las que el pueblo palestino encarna su ansia de libertad.
Naim Jader es el nombre propio del exterminio de un pueblo. Hoy, desde 1948, el crimen ha llegado a Bruselas; y el hecho, por su proximidad, golpea las conciencias europeas, que, sin embargo, se toman tan a la ligera la situación actual en Líbano, donde, una vez más, se está jugando el destino del pueblo palestino. Y es que la confrontación con Israel no tiene límites: el pueblo palestino carece de fronteras, porque se le arrebató la tierra y le violaron la patria.
¿Dónde está, pues, la esperanza de Palestina? Su salvación está en sus propios hijos asesinados, torturados y encarcelados; los que malviven en la tierra ocupada, los hacinados en los campos de refugiados, los guerrilleros armados, los universitarios dispersos por el mundo. Esta esperanza es el peligro para Israel; por ello, la guerra no tiene cuartel y el frente es universal: desde el raid aéreo sobre un campamento de refugiados hasta el asesinato en cualquier capital europea. Se dice'que en las guerras siempre caen los mejores, los que con mayor sentido de la fraternidad ofrecen su pecho descubierto a los asesinos. Es el precio de toda lucha de liberación.
Este inmenso ejército de las sombras del pueblo palestino exiliado prevalecerá contra las armas de Israel y sus servicios de información. Y no habrá tregua, porque mientras quede un solo palestino sobre la tierra, éste seguirá clamando contra la injusticia que le dejó sin casa, sin fuego, sin patria. Israel no combate, como repite su propaganda, contra un puñado de nómadas sin pasaporte propio; Israel se enfrenta a un pueblo al que, como tantos otros a lo largo de la historia, le ennoblece la persecución, el exilio, la tortura. Guerrilleros, poetas, universitarios, campesinos.... constituyen una legión sin número.
Hoy, al llorar la muerte de uno de sus hijos, Naim Jader, se hace más viva y más urgente que nunca la expresión de nuestra solidaridad, tantas veces afirmada, con el pueblo palestino. Las causas nobles sólo quedan superadas cuando se les ha hecho justicia. Y la justicia, en este caso, sólo llegará cuando exista un Estado palestino, independiente y soberano. Ese día, los mártires palestinos hallarán su descanso y nuestra solidaridad respirará cumplidamente.
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