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Un hombre inquietante y extraordinario

Es difícil encontrar influencias en la magistral obra poética de Fernando Pessoa, sobre todo si las buscamos entre los poetas de su generación. De todos modos, el enfrentamiento entre las nuevas ideas y la mentalidad del antiguo régimen habían venido produciéndose a lo largo del siglo XIX portugués. Las suspendidas Conferencias Democráticas del Casino de Lisboa -manifestación de un plan de acción social inmediato- la denostada obra de Eça de Queiroz, genial reflejo de la tradicional y decadente sociedad lisboeta de esos años la exaltación nostálgica de un glorioso pasado en el neogarretismo de Alberto de Oliveira, Antonio Nobre y los poetas del sandosismo, así como la aparición de las primeras corrientes modernistas, hacían de la vida literaria campo abonado para que surgiera una gran figura. Y ese hombre inquietante, extraordinario poeta que cambió la sensibilidad de sus contemporáneos, se llamó Fernando Antonio Noiueira Pessoa.Fernando Pessoa nació en la zona burguesa de Lisboa. frente al teatro de la Opera de San Carlos, el 13 de junio de 1888.

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Su padre, Joaquín Seabra Pessoa, tenía un empleo en la Secretaría de Estado y ejercía la crítica musical en uno de los diarios de la mañana. A su muerte, la madre del poeta. María Masidalena Pinheiro Nogueira, contrajo seeundas nupcias con Joáo Miguel Rosa, cónsul de Portugal en Durban, trasladándose allí la familia en 1896. Villa de aspecto colonial, poblada por boers holandeses, colonos ingleses, alemanes y nativos zulúes, era Durban una ciudad relativamente cosmopolita y el mejor fondeadero de la bahía de Puerto Natal.

A los diecisiete años vuelve a Lisboa e ingresa en la facultad de Letras para estudiar filosofía. No terminará la carrera, pero vivirá la melancólica belleza de la ciudad paseando indiferente y absorto por el Cais de Sodré o por el Terreiro de Pago, mientras ve cómo zarpan o atracan los barcos de todas las banderas del mundo Lee mucho. Su trilingüismo le permite disfrutar, en versión original, Milton, Keats, Whitman, Baudelaire, Rimbaud, Laforgue, y a sus compatriotas Sá-Carneiro Antonio Nobre, Teixeira de Pascosáes, Camilo Pessanha y Cesáreo Verde.

Mientras se gana la vida como traductor de inglés y francés en diversas compañías lisboetas, comienza a escribir en su lengua materna, aparecen sus alter ego (1914), publica el manifiesto interseccionista, funda la revista Orpheu, se convierte en el animador de la vanauardia poética por tuizuesa en las tertulias del desaparecido café Irmaos Unidos del Rossio (allí estaba el espléndido retrato que le hizo Almada Negreiros), en la Brasileira del Chiado o en el queirosiano y vetusto Martinho.

Orpheu le acarrea grandes disgustos. Lisboa no está preparada para sus innovaciones y la revista se hunde. Pessoa se sume en una vida inestable y desordenada Escribe artículos animando a la juventud a cultivar la desintegración mental y la anarquía del espíritu.

En 1917 publica el primer y único número de Portugal Futurista, donde inserta un explosivo ultimátum iconoclasta. La policía retira todos los ejemplares.

Desde el regreso de su madre a Lisboa, en 1920, parece recuperar el sosiego. En 1927 funda con un grupo de jóvenes la revista Presença de Coimbra.

Dos años más tarde imagina un amor en su vida. Se llama Ofelia, pero el nombre es lo único no vulgar en ella. No podrá ser. La contradicción entre él y el mundo que le rodea y frente a sí mismo se hace cada vez mayor: Todas as cartas de amor súo ridículas. Núo seriam cartas de amor se náo fossem ridículas... Mas, afinal, só as criaturas que nunca escreverain cartas de amor, é que sáo ridiculas. (Todas las cartas de amor son ridículas. No serían cartas de amor si no fuesen ridículas... Pero al final sólo los que no han escrito nunca cartas de amor son los que son ridículos).

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