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Reagan y Schmidt confirman el deseo de Washington de negociar con la URSS

Los primeros dirigentes de Estados Unidos y la República Federal de Alemania (RFA) confirmaron en un comunicado conjunto la voluntad de negociar una limitación de fuerzas nucleares en Europa con los soviéticos. Sin embargo, en contra de los deseos del canciller Helmut Schmidt, la Administración del presidente Reagan no precisó elementos nuevos para un rápido calendario de negociaciones. «Para antes de fin de año», declararon altos funcionarios de la Casa Blanca, repitiendo el concepto general fijado durante la última sesión ministerial de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a primeros de mes en Roma. Allí se precisó la necesidad de reforzar y modernizar el potencial nuclear de Europa, así como de preparar la continuación de las conversaciones de desarme con la URSS.

El impacto provocado por la llegada a la Presidencia de Francia del socialista François Mitterrand fue otro de los grandes temas a lo largo de tres días de conversaciones en Washington, entre Schmidt, Reagan y los secretarios de Estado, Alexander Haig; Defensa, Caspar Weinberger, y Finanzas, Donald Regan.En una conferencia de Prensa antes de abandonar Washington, el canciller Schmidt confirmó su entrevista el próximo domingo, en París, con Mitterrand, al que llevará «un mensaje del presidente Reagan», dijo el dirigente germano. ¿Cuál es el contenido? Schmidt respondió que la mayor cualidad de un mensajero es la discreción.

La inquietud de Bonn por los altos índices de interés bancario norteamericanos, en perjuicio de las economías de Europa Occidental, fue otro de los puntos capitales de las discusiones en Washington. Tampoco aquí hay elementos nuevos. Al contrario, los financieros estadounidenses parecen orientados hacia el alza en unos índices de interés que están ya al 20%.

El nombramiento por Reagan del nuevo embajador de Estados Unidos en la RFA, el veterano y brillante economista Arthur Burns, fue motivo de satisfacción en medios políticos alemanes, que esperan mayor sensibilidad de EE UU hacia la problemática económica germano-occidental, menos brillante que hace unos años.

Reagan y Schmidt conversaron en privado durante unas tres horas, repartidas en dos jornadas y acompañadas de la clásica cena de gala en los salones de la Casa Blanca. El presidente de Estados Unidos abandonó Washington antes que su huésped, para trasladarse a su rancho, en las cercanías de Santa Bárbara (California), donde descansará cuatro días aprovechando el largo fin de semana norteamericano, con motivo de la festividad del Memorial Day, el próximo lunes, en EE UU.

Brillante y con gran sentido del humor, el canciller Schmidt habló ante el National Press Club, de Washington, de los peligros que comporta el rearme soviético para la paz mundial, en particular en el escenario europeo.

«Sólo nuestra cooperación en el marco de la Alianza Atlántica garantiza nuestra seguridad, libertad y capacidad de acción», dijo el canciller ante los periodistas. Recordando los objetivos concretados en la reunión de la OTAN en la capital italiana, Schmidt insistió por la continuidad de las dos vías de la actual estrategia interaliada: modernización de la defensa y continuidad del diálogo de control de armamento con la URSS.

Partiendo de la base del equilibrio de fuerzas entre el Este y e Oeste, Schmidt destacó el peligro que supone para Europa Occidental la nueva gene ración de misiles soviéticos SS-20, equipados con cabezas nucleares múltiples, junto con los superbombarderos Backfire. De ahí la necesidad aceptada en diciembre de 1979 por los países de la OTAN de introducir 572 nuevo misiles de los modelos Cruise y Pershing II en Europa occidentaI.

Medida criticada a nivel de opinión pública en Europa, con particular virulencia en la RFA, colocando en peligro el liderazgo de Schmidt, reelegido canciller por confortable mayoría el pasado mes de octubre.

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