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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Ante el II Congreso de la Confederación Sindical de CC OO

Durante los días 18, 19, 20 y 21 del, mes próximo va á celebrarse el 11 Congreso de la Confederación Sindical de CC OO.Por el hecho de ser los sindicatos un elemento vital de la sociedad española y CC OO la principal fuerza sindical de nuestro país; por el hecho también de que en el momento en que se celebra existen problemas económicos y sociales muy graves, la democracia es aún frágil, y el equilibrio inestable, este congreso constituye un acontecimiento de gran importancia.

Es natural que ello preocupe y ocupe a unos y a otros, a tirios y troyanos. No trataremos de hacer juicios de intención a nadie; simplemente queremos explicar la preparación del Il Congreso para que, lo que es natural, no aparezca como «manipulaciones maquiavélicas».

Las CC OO, como todo el mundo conoce y la historia reafirma, fueron la fuerza fundamental cuando no la única, en el terreno sindical, que desde su nacimiento y en los últimos veinte años de la dictadura defendió activamente los intereses de los trabajadores, la libertad sindical y las libertades democráticas del país. El Tribunal de Orden Público y las prisiones de la dictadura registran que más del 90% del conjunto de los presos condenados por actividades laborales y en defensa de las libertades éramos militantes de Comisiones Obreras.

Por supuesto que no pretendemos exclusivas, ni vivir de las rentas, que, por otra parte, a los trabajadores siempre se nos negaron. No es superfluo tampoco recordar que CC OO, como nuestro país, está haciendo una transición.

El primer congreso

Nuestros objetivos fundamentales en el congreso de 1978 eran: primero, contribuir a consolidar la democracia, sin la cual difícilmente podrán defenderse con eficacia los intereses de los trabajadores y de la sociedad, y segundo, iniciar la construcción de las estructuras básicas a todos los niveles de esta confederación sindical, pasar de las CC OO, movimiento sindical organizado, bajo las duras condiciones del franquismo, a la Confederación Sindical de CC OO. Para ello, desarrollamos los principios que nos habían servido de base durante la dictadura, en la línea de un sindicalismo, de clase y de masas, unitario, democrático y moderno, no burocratizado, dotándonos a la vez de un programa y unos estatutos. Teníamos que desarrollar simultáneamente una acción sindical a partir de esos instrumentos, que estábamos creando; unir a los trabajadores en la defensa de sus intereses en una sociedad en crisis, y en un contexto en el que la hegemonía se encontraba en manos del gran capital, de los viejos poderes fácticos. Conscientes de la gravedad de la crisis económica, el primer congreso decidió elaborar un plan nacional de solidaridad contra el paro, para asegurar el pleno empleo o la plena protección al parado, en dirección de un nuevo orden económico. A nivel internacional, nuestro objetivo era conseguir nuestro ingreso en la Confederación Europea de Sindicatos.

Entre el primer y segundo congresos, muy especialmente a partir de 1979, hemos tenido que hacer frente a la ofensiva, contra CC OO, del gran capital, materializado en la cúpula de la CEOE, y a la política de derechización de los Gobiernos de UCD de entonces, que nos negaban el pan y la sal. Sería fácil concretar esto con nombre y apellidos, títulos de leyes o acuerdos; pero no es ese el objetivo de este trabajo. Debemos agregar también que incluso algunos amigos, desde posiciones que comprendemos -pero que, como es lógico, no compartimos-, hicieron todo lo posible, desde otro ángulo de tiro, por aislar y reducir a la mínima expresión a CC OO. Además, en estos tres años, una agravación de la crisis económica, del terrorismo y el golpismo, han facilitado cierto grado de desmovilización del movimiento obrero y democrático en general.

En condiciones extremadamente difíciles y complejas -a las que no siempre hemos respondido con agilidad-, CC OO ha estado sometida a una de las pruebas de fuego más duras de su joven historia. Con poderosos medios y desde todos los ángulos, se presentó a CC OO como «los malos de la película». Pensaron que CC OO no estaba consolidada y que era el momento no ya sólo de impedirlo, sino de dejarnos reducidos a la mínima expresión en las últimas elecciones sindicales.

Superando este «contraataque», CC OO ha mantenido lo esencial y se presenta en este congreso con un plan de solidaridad ya elaborado y la necesidad de él arraigada hoy entre amplios sectores del país. Podríamos decir que el elemento más importante de nuestro programa para el momento actual, la solidaridad, late profundamente en el corazón del país, porque responde plenamente a las necesidades de los trabajadores y de la sociedad.

Seguimos siendo la primera central sindical, consolidada en circunstancias difíciles, y hemos avanzado hacia el ingreso en la CES, que sigue siendo nuestro objetivo fundamental en el terreno sindical internacional.

El segundo congreso

La transición continúa y hay que proseguir la instalación de la democracia, superar su fragilidad darle un mayor contenido y recuperar la iniciativa desarrollando la acción sindical unitaria a través del plan de solidaridad, por el pleno empleo o la plena protección al parado. Pero nuestro segundo congreso debe ser fundamentalmente el que sitúe a toda la Confederación Sindical de CC OO en la vía del desarrollo equilibrado de su organización, de rama y territorial, de un mayor dinamismo de sus secciones sindicales y militantes y de culminar el ingreso en la CES, si es posible, en octubre.

Resumiendo, este va a ser un congreso centrado en los problemas de organización, aunque, a la luz de la experiencia deberá precisar y ajustar más, su acción sindical y dar algunos retoques a los estatutos. La fase previa, los congresos de las uniones, de los sindicatos y las federaciones, están ya muy avanzados; las principales organizaciones, bien de tipo territorial o bien de rama de industria, los han celebrado ya; ha habido una amplia y profunda discusión y elección democrática; tampoco han faltado aportaciones importantes -algunas críticas- en el curso de estos congresos, No hay ninguna sacudida sísmica y los congresos están fortaleciendo no sólo a estas partes de la Confederación, sino a toda ella.

No obstante, no dejamos de observar que, desde fuera del movimiento obrero -yo entiendo que forman parte de él partidos y organizaciones obreras-, hay quien trata de intervenir con intenciones malsanas en nuestro congreso, como decía un columnista de Ya del 17 actual.

Quisiera, en esta parte final, señalar que en este país, donde, como dice justamente Pedro Altares, todo se cuela por el agujero del terrorismo, y del golpismo, que actúan con efecto de estupefaciente, paralizador y distorsionador, que «exacerban incluso las disen siones internas normales» y atizan «la desconfianza sistemática en las personas y las instituciones», como ha manifestado recientemente la Comisión Permanente del Episcopado español, lo que en ningún momento debe hacerse, a la hora de enjuiciar, es agravar esa especie de vibración desintegradora que ya de por sí la situación produce, con grave riesgo para la democracia. Bien entendido que tampoco se debe impedir la crítica de defectos y errores de personas o instituciones.

En toda organización o sociedad pluralista, lo mismo que en el Parlamento -convergencia suprema del pluralismo nacional representativo-, existen tendencias que se reúnen y se expresan, que aciertan y que se equivocan. Es normal.

Pues bien, CC OO, organización sindical democrática e independiente, pluralista y unitaria, donde hay afiliados que a su vez lo son de LCR, de MC, del PSA, de la corriente socialista autogestionaria, de movimientos católicos, de independientes, etcétera, todos y cada uno de ellos, como en cualquier otra organización o institución, se reúnen frecuentemente. ¿Por qué no podrían hacerlo los miembros del PCE afiliados a CC OO? ¿Por qué lo que es normal en unos tiene que ser «maquiavelico» en otros? No cabe la menor duda de que «los viejos demonios ... », en este caso del anticomunismo, pueden llevar a hacer un flaco servicio a la democracia y, como dicen los obispos, aumentar «la desconfianza sistemática en las personas e instituciones».

Después del 27 de febrero y el 8 de máyo en España y de las elecciones en Inglaterra y Francia, así como del último referéndum en Italia, todo hace pensar que en Europa el reflujo del movimiento obrero toca a su fin; en consecuencia, es posible una salida progresista a la crisis.

CC OO va a celebrar su segundo congreso confederal. No cabe la menor duda de que va a ser un gran congreso, en cuyo centro van a estar los intereses de los trabajadores, de todos sus pueblos, en el cuadro de los intereses nacionales, que en estos momentos se centran en asegurar la paz, el pan y la libertad, para después avanzar resueltamente en la construcción de una «sociedad democrática avanzada», como indica la Constitución.

Marcelino Camacho es secretario general de Comisiones Obreras.

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