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Remite la neumonía atípica

Para el doctor Wilson, un virus poco activo puede causar la enfermedad

«Un virus, probablemente desconocido y en general benigno, podría ser el responsable de la epidemia actual de neumonía atípica en Madrid y otras provincias», declaró ayer el doctor W. R. Wilson, especialista en enfermedades infecciosas de la Mayo Clinic, de Rochester (Estado de Minnesota, en Estados Unidos). La afirmación fue hecha en el transcurso de una conferencia de Prensa celebrada en el Hospital Central de la Cruz Roja, de Madrid, en la que participaron el director del centro, doctor Caparrós, y diversos especialistas españoles de la Cruz Roja y del Primero de Octubre, además de otros dos científicos norteamericanos, igualmente de la Mayo Clinic, los doctores Thompson y Rosemblatt.La conferencia de Prensa tuvo su origen, por una parte en el deseo de comunicar a la opinión pública el estado en que se encontraba la actual epidemia y, por otra en el comienzo, ayer, de un curso internacional sobre enfermedades agudas en el enfermo crítico, curso que había sido organizado por el servicio de cuidados intensivos del Hospital Central de la Cruz Roja, hace ya seis meses, y que ha venido a coincidir con la epidemia.

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Ante todo, se pasó revista a la tardanza en averiguar el agente patógeno responsable. Según los doctores presentes en la conferencia de Prensa, no es anormal que, en ciertas ocasiones, los estudios microbiológicos demoren la respuesta precisa. Por ejemplo, si se trata de un virus desconocido, su identificación podría demorarse incluso un año.

Los grupos de trabajo que investigan el origen del germen patógeno elaboran multitud de hipótesis iniciales, que luego van descartando conforme avanza la investigación. Así, parece que se puede afirmar ya que no se trata de una bacteria, aunque con la salvedad de un pequeño grupo de bacterias extrañas que todavía se siguen investigando. Por lo, que respecta a los micoplasmas, organismos a mitad de camino entre virus y bacteria, algunos casos es seguro que se deben a ellos, al igual que ha ocurrido otros años, especialmente por estas fechas. Sin embargo, quedan otros muchos casos que, al parecer, no guardan relación con los micoplasmas; concretamente, se citó el caso del pasado año, en el que fueron tratados de neumonía atípica por micoplasma 52 personas, ninguna de las cuales presentaba un cuadro clínico similar al dejos casos de este año.

Finalmente, se analizó la posibilidad de un virus. Aquí caben tres hipótesis: que se trate de un virus conocido, cuya identificación seria relativamente fácil y no llevaría demasiado tiempo; que se tratase de un virus conocido, pero en mutación, y, final mente, que se trate de un virus desconocido, en cuyo caso la identificación podría demorarse muchos meses.

Dos jefes de servicio del Hospital de la Cruz Roja avanzaron la hipótesis, sin que nada pueda por ahora confirmarla, de que podría tratarse de un virus que hubiera aparecido hace un cierto número de años, por ejemplo cincuenta, lo que explicaría, que los pacientes de una cierta edad, al haber sido contaminados entonces y haber desarrollado los anticuerpos correspondientes, no serían infectados ahora. La hipótesis nació de la constatación de que los pacientes de neumonía atípica son prácticamente todos ellos jóvenes o niños.

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El doctor Wilson y sus dos colegas norteamericanos explicaron la inutilidad de una profilaxis preventiva mediante antibióticos, e insistieron en el hecho de que esto podría dar lugar a complicaciones. Lo esencial, según los médicos norteamericanos, es individualizar cada caso en función de los síntomas y de su reácción al tratamiento. En su opinión, y aunque añadieron que les faltaban datos, lo más probable es que se trate de un virus desconocido, por fortuna poco dañino. Los expertos, tanto españoles como norteamericanos, descartaron definitivamente que. pudiera tratarse de legionella y encontraron ridículo el rumor de que se tratase de una fuga de posibles armas bacteriológicas almacenadas en Torrejón. Uno de los médicos comentó en tono jocoso que tal arma sería un fracaso completo, vista su escasa capacidad destructiva.

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