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ARAGON

Escaso éxito económico en la subasta de joyas de la Virgen del Pilar

«Yo creo que el interés por tener una pieza que haya pertenecido a la Virgen está saturado. Ahora se interesan más por el valor intrínseco de la joya», decía Agustín Pina, presidente del cabildo catedralicio de Zaragoza, al término de la subasta de las alhajas del Pilar celebrada esta semana. Ello y la crisis económica explican el escaso éxito de la misma, que sobre una base de salida de 34 millones de pesetas ha recaudado apenas 7.500.000 pesetas. Casi la mitad de los lotes, entre ellos los de más valor, han vuelto al tesoro. Con los fondos recaudados se pretende concluir las obras de restauración del templo.

Frente a la expectación, las largas colas, de las dos subastas anteriores, ésta ha reunido sobre todo a los curiosos, a compradores de una pieza -compradoras, más exactamente- y media docena de profesionales, algunos de ellos venidos de Madrid y Barcelona, que monopolizaron las compras principales.El lote de mayor valor salía con 2.300.000 pesetas y había numerosos con precios de seis cifras. Sin embargo, lo máximo que se llegó a pujar fueron 345.000 pesetas, por unos pendientes de brillantes antiguos de casi cuatro quilates. Sólo siete superaron las 200.000 pesetas, dieciocho las 100.000, y el resto se repartió en cantidades inferiores. La puja estuvo poco animada; la mayoría de las piezas se vendieron por el mismo valor de salida o muy poco más. Fueron pocas las que doblaron la tasa inicial, triunfando de forma rotunda los relojes, los alfileres de corbata y los abanicos, que, lógicamente, tenían un precio muy reducido. Uno de ellos, de 5.000 pesetas de precio de salida, se adjudicó en 20.000 pesetas.

Templo en reparación

Todos los motivos estrictamente religiosos, las medallas y crucifijos, a pesar de su precio asequible, se quedaron sin vender.La idea de subastar el tesoro de la Virgen del Pilar no es nueva. En el siglo pasado, en 1870, otra subasta similar, en la que se recaudaron dos millones de reales de vellón, sirvió para realizar el «gran milagro» de terminar las obras de la basílica (en Zaragoza se dice aún «esto dura más que las obras del Pliar»).

La necesidad de reparar el templo era realmente acuciante. Hace cuatro años, una pareja de novios que tramitaba su boda, salió de la basílica y, al montar en su coche, recibió en la parte trasera del mismo dos toneladas de piedras desprendidas del cupulín de Santiago.

La Dirección General de Bellas Artes se ocupa de la limpieza y restauración de las obras artísticas, pero no del conjunto monumental. «Nunca hemos pedido una ayuda de ese tipo», dice el presidente del Cabildo. «Sabemos que el Pilar se salva con los donativos», añade.

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Cuando empezaron las obras, presupuestadas en cien millones de pesetas, que por el incremento de los precios y por los imprevistos han pasado a ser en dos años 150 millones, no había ni una peseta de fondo en metálico. En donativos se recaudaron cien millones, pero n era suficiente. Entonces empezaron las subastas. «La primera», dice Acustín Pina, «fue un poco de ensayo. Salieron 110 lotes con base de tres millones de pesetas. Se vendió todo y se obtuvieron cinco millones. La segunda, un año después, en mayo de 1980, el valor de salida fue de veinticuatro millones, se recaudaron veinte y volvieron al tesoro una docena de piezas, las más caras».

La enajenación de las joyas está autorizada por la Santa Sede y la controla la Dirección General del Patrimonio. Sobre algunas piezas existe la prohibición de ser exportadas y tan sólo en una ocasión, precisamente en la subastas del martes y miércoles, se le retiró una pulsera tasada en 50.000 pesetas, por considerar que tenía un especial valor histórico.

«A pesar de todo, se siguen donando joyas igual que siempre. Ahora queda material para dos o tres subastas más, aunque no es probable que se efectúen», manifiesta el presidente del Cabildo.

Las de mayor valor vienen por testamentaría, pero numéricamente la mayor cantidad procede de gente humilde y no sólo de Zaragoza, sino también de toda España e incluso de América. «Nadie puede entender el influjo del Pilar con una mentalidad materialista. Por ejemplo», añade, «lo prodigioso no son las joyas, sino las confesiones: hay gente que no se confiesa en su vida si no es en el Pilar».

Las joyas enajenadas datan desde finales del siglo pasado a la actualidad. Algunos las entregan ex profeso para ser subastadas. Hubo quien en las subastas anteriores pagó un lote y lo volvió a entregar y a menudo encontramos joyas en el cepillo», señala el presidente del Cabildo. De cualquier modo, en los últimos años, los donantes firman un recibo en el que se especifica que los objetos se entregan «a la Virgen, al templo y a sus necesidades derivadas». Sólo un 2% de ellos ha manifestado expresamente que no desea ver sus regalos subastados. «Por supuesto, concluye el presidente del Cabildo, «se ha respetado su voluntad».

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