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Víctor Márquez publica un nuevo libro de crónicas parlamentarias

«Las Cortes españolas han evolucionado hacia el aburrimiento, que es expresión del desencanto político general que sufre el país», afirma Víctor Márquez Reviriego como cronista parlamentario de la democracia posfranquista, con la publicación de su tercer y último libro, Escaños de penitencia, editado por Argos-Vergara, y que presenta esta tarde José Luis Aranguren en la Casa del Libro de Madrid. El libro es una colección de crónicas publicadas por el autor en la revista Triunfo.«Todo el mundo se ha dado cuenta de que el juego parlamentario se libra en un círculo cerrado sin influir en la actuación del poder fáctico ni reflejar la realidad del país», asegura Víctor Márquez, llamado por Francisco Umbral «el Fernández Flórez del parlamentarismo español».

«El sistema de representación parlamentaria es válido, pero todavía no hay un ajuste armónico entre la estructura de las Cortes, demasiado decimonónica, y la de esos poderes reales», considera el autor de Escaños de penitencia. «Por otra parte, como casi todos los diputados son abogados y se creen cicerones, tienden demasiado a producirse leyes en una especie de diarrea legislativa difícil de asimilar. En mi opinión, la misión más importante de un Parlamento moderno es ejercer una función de vigilancia y censura sobre el poder ejecutivo, y actuar de portavoz de los diferentes sectores que constituyen el conjunto de la población».

Como periodista y cronista parlamentario, que ha seguido paso a paso la vida de las Cortes españolas desde su creación, incluido el famoso 23-F. Víctor Márquez tiene su catálogo personal de oradores, clasificado, según él mismo confiesa, de acuerdo con sus simpatías y preferencias.

Define así la soflama característica de Manuel Fraga, el parlamentarismo incendiario de Sagaseta, la oratoria académica de Peces-Barba o el estilo más moderno que practican Felipe González y Ramón Tamames.

«Un buen orador es Blas Piñar. Me recuerda a Rafael Rivelles en el teatro, controlando sus emociones y con muchas tablas», comenta Víctor Márquez. «Carrillo también tiene muchas tablas; resulta casi socarrón, pero yo definiría su estilo como de predicación clerical: se expresa igual que un cura de parroquia de término».

«En cuanto a Suárez, ya se sabe que siempre lee sus discursos. Su única aportación espontánea y original fue aquel discurso de abril de 1978, en el que improvisó una imagen a base de cañerías y radiadores, como si fuera un ejecutivo comercial de la casa Roca».

La presentación del libro Escaños de penitencia, de Víctor Márquez Reviriego, se celebrará hoy, a las ocho de la tarde, en la Casa del Libro (Gran Vía, 29), con la intervención de José Luis Aranguren.

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