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Washington no negociará a corto plazo con Moscú el control de las armas nucleares en Europa

Soledad Gallego-Díaz

Los aliados europeos no han logrado arrancar al secretario de Defensa norteamericano, Caspar Weinberger, el compromiso de reanudar antes del otoño las conversaciones con la Unión Soviética para el control de armamento nuclear en Europa. Los ministros de Defensa de los trece países miembros del Grupo de Planes Nucleares de la Alianza Atlántica finalizaron ayer en Bonn una reunión de dos días en laque también se debatió muy ampliamente la situación en Polonia, que se sigue calificando de «muy preocupante», aunque, teóricamente, han finalizado las maniobras del Pacto de Varsovia.

El comunicado final insiste en el reforzamiento de las fuerzas nucleares soviéticas, que disponen ya de 660 misiles SS-20, con un alcance de 5.000 kilómetros, lo que significa que, aun cuando en 1983 se empiecen a instalar los 575 euromisiles, Moscú seguirá poseyendo un arsenal superior al de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).Los ministros de Defensa están unánimemente de acuerdo en que es necesario «restaurar» el equilibrio de fuerzas, única forma de llegar a la distensión y de asegurar el mantenimiento de la paz, pero las diferencias asoman cuando se trata de valorar la importancia de las negociaciones paralelas con la URSS.

En el comunicado se afirma que la Alianza Atlántica proseguirá al mismo tiempo con sus esfuerzos para llegar a un acuerdo de limitación de armas nucleares equilibrado y verificable, tal y como se aprobó en diciembre de 1979. Y por primera vez se añade una matización: «Expresamos nuestra confianza en que ese equilibrio podrá alcanzarse al más bajo nivel de armamento».

Esta parece ser la única y ambigua alusión a la urgencia de las negociaciones con la Unión Soviética. En la conferencia de Prensa tradicional, Caspar Weinberger eludió responder cualquier pregunta sobre el posible ritmo de las conversaciones con Moscú y dejó caer: «Todo dependerá de la conducta de la Unión Soviética en las próximas semanas y meses».

Weinberger reconoce que la decisión de diciembre de 1979 consta de dos elementos, que deben ser equilibrados, pero insiste en que Washington aún no ha revisado completamente su política cara a las relaciones Este-Oeste y la distensión.

Aunque formalmente no se ha dado a conocer, parece que el grupo consultivo de la Alianza Atlántica, creado expresamente para seguir el desarrollo de los contactos entre Washington y Moscú, volverá a reunirse el próximo 2 de junio en Bruselas. Los aliados europeos intentarán, una vez más, sugerir fechas y modos de negociación, pero ya se da por seguro que nada será posible antes del otoño, como muy pronto.

El secretario de Defensa estadounidense aprovechó también su primera entrevista con sus colegas europeos para resucitar el tema del aumento del 3% en términos reales de los presupuestos nacionales de Defensa. Weinberger explicó, al parecer, el sistema que seguirá la Administración Reagan, suprimiendo gastos en los proyectos sociales para destinar esos fondos a proyectos militares, y estimó que éste podría ser «un ejemplo a seguir». Sus colegas europeos no parecen, sin embargo, nada convencidos.

La República Federal de Alemania (RFA) ha intentado repetidamente convencer a Washington de que la defensa no es sólo cuestión de presupuestos militares y que la mejor barrera contra la influencia soviética en la RFA la constituyen precisamente sus avanzados planes sociales. El ministro holandés volvió ayer a insistir en el tema: no hay por qué fijarse solamente en los gastos provocados por los proyectos sociales -vino a decir;- se trata de una cuestión global y es malo simplificarla.

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