Iñaki Gabilondo: "El acceso a los telediarios se va a poner caro para ministros y políticos"
Pregunta. Al parecer, existe en Radiotelevisión Española confusión de poderes y de competencias. José Luis Balbín, primero, y Jesús Picatoste, después, fueron candidatos al cargo que usted ocupa ahora. Fernando Castedo, el director general de RTVE, le llamó a usted a propuesta de Jesús Picatoste y no del director de Televisión Española, Miguel Angel Toledano A su vez, el subdirector de Informativos, Pedro Erquicia, tampoco fue nombrado directamente por usted. Los informativos, por último. están divididos en dos direcciones: la suya y la de los especiales que dirige Balbín. ¿Cómo se interpreta todo esto y quién es el que manda en los informativos?Respuesta. Estamos en una nueva Radiotelevisión con un ente público y tres sociedades distintas. Ya no puede repetirse la historia de que el director general sea quien mande en los informativos. Creo que la dirección general define y, orienta sobre las grandes líneas políticas de la información, pero la dirección de los informativos depende del director de Televisión Española. Los informativos, por otra parte, son la bisagra entre el Ente Público y Televisión, y yo estoy en pleno meridiano. Todos tenemos que buscar y lograr las mejores relaciones y ajuste de funcionamiento entre el Ente y las sociedades. La división en informativos, efectivamente, es muy ortopédica, pero los problemas ya están superados. Yo me encargaré de la actualidad caliente, inmediata, y Balbín de la actualidad permanente. Hubo tensiones técnicas entre las dos direcciones porque ambos queríamos quedarnos con los mejores profesionales y medios.
P. Parece ser también que usted, al igual que otros directivos, tendrá que superar las resistencias internas al cambio en Radiotelevisión.
R. Aquí hubo una nerviosera inmensa. Vivimos tiempos de particular expectación, a la que hay que sumar los acontecimientos políticos Y sus consecuentes movimientos de tierra. Aquí nos preguntamos si hoy, después del 23 febrero, habríamos sido elegidos para el equipo directivo. Pero esas historias que caminan entre el desánimo y el miedo hay que superarlas. Ocurre que los cambios en la organización fueron acompañados de ataques absurdos y feroces de cierto corte político que nos hicieron mucho daño.
P. Ataques que también le afectaron a usted.
R. De mí, que soy vasco, se dijo que tengo dos hermanos en Herri Batasuna, o que soy del PNV que fui fundador de las Juventudes Socialistas, yo que nunca fundé nada; que, como estudié en la Universidad de Navarra, soy del Opus. Todas, fantasías.
P. Y, entonces, políticamente, ¿qué es usted?
R. Políticamente siempre fui de ideas progresistas. No simpaticé con el régimen anterior y tuve muchos problemas en el ejercicio de mi profesión. Sólo soy periodista. Nunca milité ni milito en partido político alguno, aunque estoy más en el progreso que en lo otro. Dicen, por ejemplo, que cuando estaba en la SER hice la campaña electoral de UCD. Es cierto, y cobré el trabajo que se me encargó, como también hicieron otros compañeros en la emisora. Pero parece que nadie se acuerda de que también hice y cobré la campaña electoral del Frente Democrático de Izquierdas.
"No me hago ilusiones"
P. Se divulgan noticias sobre supuestas listas negras y depuraciones de personas. ¿Es cierto?
R. Yo no sé si en esta casa tenían la tradición de que con el cambio de equipos directivos se abría la veda de caza. Es tan disparatado cazar rojos como cazar azules, o cualesquiera otros colores. Yo no puedo pasar por eso ni por quien piensa que es pecado ser simpatizante de los socialistas. Eso nos hizo mucho daño y espero que las hostilidades se atenúen. Todas las personas que elijo, con exclusivos criterios profesionales para funciones, de responsabilidad son trabajadores de la casa.
P. ¿Por qué se fue usted a Televisión Española?
R. Me vine porque creo que alguien tiene que intentar el cambio, porque creo en las aventuras y en la provocación profesional. Hay quien dice que pude venir para aprender el oficio a la espera de que la SER tenga su televisión privada. Nada de eso. Yo he dejado, con gran dolor mío y de la SER, un cargo importante y que me satisfacía. Tampoco me vine por dinero, porque aquí gano 10.000 pesetas más que en la SER.
P. ¿Y se puede saber cuánto gana ahora?
R. Por supuesto: 300.000 pesetas. Pero también quiero decir algo más. Si no puedo hacer lo que tengo que hacer, porque me come la burocracia o porque me asfixian los límites políticos, entonces me voy. Yo tengo ilusión, pero no me hago ilusiones.
P. ¿Qué es lo que quiere o tiene que hacer?
R. Tenemos que cambiar la estructura, porque la estructura es el mayor problema de esta casa. Y el problema está en saber hasta qué punto vamos a ser capaces de no ser devorados por los hábitos internos y externos, por la fronda burocrática feroz, por toda esta zarabanda de pluses, turnos, horas extraordinarias y derechos adquiridos. Tenemos que iniciar una nueva etapa y que ésta no s sobreviva, porque nos estamos jugando el futuro de la televisión pública. Hay gente que tiene interés en que fracasemos, porque para ellos, la esperanza en la televisión privada pasa por la destrucción de la televisión pública. Yo, que no estoy en contra de las televisiones privadas voy a trabajar para que tengamos una televisión pública fuerte y digna al servicio del Estado. Es cierto que estamos en una etapa histórica en que estrenamos independencia con relación al Gobierno y eso nos obliga a una actitud más seria y profesional. La televisión es como una condecoración y, por eso, no hay alcalde, líder o fuerza política, etcétera, que no presione sobre el medio. Yo espero que los políticos entiendan que la distancia entre el pueblo soberano y ellos existe por culpa de la clase política. La política se ha convertido en una especialidad. Es una materia informativa como la filatelia o la numismática. Y esto es muy grave, porque la gente no lo entiende. La credibilidad en la democracia pasa por no devaluar hasta la propia imagen sacrificar las vanidades personales de los políticos que desean ser condecorados con la aparición en las pantallas de los televisores. No se nos puede pedir que ayudemos a consolidar la democracia y caer en el vértigo de los ecos de sociedad de políticos. El acceso a los telediarios se va a poner caro. Un ministro o un político tendrá que ofertar alto para que no devaluemos el producto. De lo contrario, se corre el riesgo, con informaciones puntillosas, encimistas y reiterativas, de devaluar hasta la propia imagen del Jefe del Estado y del Parlamento. Las noticias hay que darlas cuando son noticia.
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