España y la ayuda a Guinea Ecuatorial
PROBABLEMENTE LO más difícil para un país subdesarrollado, sobre todo después de diez años de dramático deterioro de las instituciones y del aparato productivo, es conseguir un funcionamiento razonable y satisfactorio de su economía. Por esa razón, los argumentos dados por el Fondo Monetario Internacional para justificar el nuevo crédito concedido a Guinea Ecuatorial el 27 de marzo merecen un comentario. El informe del FMI concluye que, «de acuerdo con la política económica seguida hasta ahora, el futuro de la economía de Guinea Ecuatorial es brillante». Quienes estén familiarizados con los informes del FMI sabrán que este tipo de conclusiones son una sorprendente excepción.La política económica diseñada por la cooperación española y completada por el FMI ha consistido en el restablecimiento de los mecanismos de mercado, aboliendo las intervenciones y consiguiendo la paulatina desaparición de las empresas estatales creadas y manejadas por Macías, que eran un foco de corrupción e ineficacia. El segundo pilares un presupuesto equilibrado en el que los gastos corrientes y las inversiones en moneda local se financian con los ingresos presupuestarios. Sólo las inversiones en equipos importados se financian con los créditos a medio y largo plazo facilitados fundamentalmente por España y el FMl. El paso de una economía de trueque a una economía monetaria ha sido muy rápido. En estos momentos se está ultimando una operación de canje de los billetes del régimen de Macías por otros nuevos, con la cooperación, que llega hasta recuento de los billetes en los poblados de la selva, del Banco de España.
Después de los tres últimos informes del FMI, Guinea Ecuatorial comentará a gozar de la confianza de la comunidad financiera internacional. Este mayor interés parece coincidir, sin embargo, con un cierto desapego de las autoridades españolas hacia aquel país.
El esquema de cooperación articulado por José Luis Leal durante su etapa como ministro de Economía ha sido desmontado sin que se conozca todavía con precisión el diseño del mecanismo alternativo. Como tantas veces ocurre en la Administración pública de nuestro país, ni siquiera se sabe si el cambio obedece a las insuficiencias del anterior sistema -una unidad operativa, sin consignación presupuestaria, a cuyo frente figuraba un director general de la Presidencia y el embajador de España en Malabo-, a los celos del Ministerio de Asuntos Exteriores o a la inhibición del de Economía y Comercio.
La vida económica de Guinea Ecuatorial ha iniciado el despegue y sus instituciones empiezan a funcionar pasablemente. Sus posibilidades económicas son interesantes y su posición geográfica atractiva. Nigeria, al norte de la isla de Bioko, es el principal productor de petróleo del Africa negra, Gabón, al este y al sur del territorio continental de Río Muni, tiene, gracias a su petróleo, una de las rentas por habitante más altas de Africa, después de Libia y Africa del Sur. Camerún es un importante y silencioso productor de petróleo en pleno apogeo. Ultimamente el Rey de España visitó Camerún y Gabón y se detuvo de nuevo en Guinea Ecuatorial. En ese viaje no figuró ningún funcionario de los ministerios economicos y, como de costumbre, el mundo español de los negocios fue rodeado por un cordón sanitario.
Por lo demás, parece que en fechas próximas los diputados podrán analizar con espíritu crítico los créditos para Guinea Ecuatorial, que, por valor de mil millones de pesetas, aprobó en su día el Consejo de Ministros y que fueron luego enviados, con el correspondiente dictamen del Consejo de Estado, a las Cortes. Será una buena ocasión para comprobar la mezquindad de la ayuda de España a los países pobres, así como una excelente oportunidad para que la Comisión de Exteriores del Congreso reciba información de primera mano sobre las cosas que se han realizado y sobre los asuntos que quedan pendientes -devolución de propiedades españolas, concesiones petroleras y mineras, etcétera- en Guinea Ecuatorial. Pero mientras los funcionarios ministeriales españoles se pelean entre sí por el papel protagonista o ajustan viejas cuentas, nuestros vecinos europeos empiezan a hacer sus maletas para llegar a Malabo justo a tiempo de concertar acuerdos y montar negocios.
Porque no deja de ser preocupante que, en el mismo momento en que el Estado ecuatoguineano concede a una empresa mixta guineano-española las cuadrículas más prometedoras en reservas de hidrocarburos, nuestras autoridades deshagan el mecanismo institucional que ha servido de interlocutor en la cooperación interestatal. De otro lado, quedan en pie una serie de obligaciones pendientes de España con Guinea, Ecuatorial, que corresponden a un viejo compromiso de la etapa colonial, para reconstruir hospitales y viviendas, y que los insultos de Macías al anteriorjefe del Estado español dejaron congelado. Las eventuales razones para un nuevo retraso deberían ser, en todo caso, aclaradas ante las Cortes, pero con cuidado de no llegar demasiado tarde a la cita con el único Estado africano ligado a nuestro país por vínculos idiomáticos y culturales.
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