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Los alemanes occidentales se oponen cada vez mas activamente a la instalación de nuevos cohetes atómicos en su país

En vísperas de la reunión del grupo de planificación nuclear de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), se manifestaron en Bonn, 15.000 personas, en su mayoría jóvenes, para protestar contra el estacionamiento de nuevos cohetes atómicos de alcance medio. En Alemania crece, cada, vez más, un movimiento extraparlamentario contra los planes atómicos de la OTAN, que provocan también inquietudes en sectores del Partido Socialdemócrata (SPD). La manifestación de ayer en Bonn discurrió con arreglo al ritual habitual, con discursos finales en la plaza de la catedral, alrededor de la estatua de Beethoven. Lo extraño de la manifestación fue el conglomerado de grupos reunidos: desde los ecologistas (los verdes) hasta maoístas, punks y teólogos, soldados en uniforme y comunistas ortodoxos prosoviéticos.

Lo variopinto de la manifestación se expresaba también en las pancartas, que pedían «Fuera manos de Polonia», «Más sol y menos Reagan», «Disolución de la OTAN y el Pacto de Varsovia» y «Ni un solo cohete atómico de Portugal a los Urales». Algunas pancartas advertían que «los alemanes serán los primeros en morir en la tercera guerra mundial».Desde un camión, un grupo de rock cantaba una letra que decía «Reagan, tu América es peor que la Mafia». Otros más moderados interpretaban con flautas el «Himno a la alegría» de la novena sinfonía de Beethoven, que, en estatua, contemplaba toda la escena.

La manifestación es un punto más de una serie de acciones puestas en marcha en la RFA contra la reunión del grupo de planificación nuclear de la OTAN, que se reunirá en Bonn dos días a partir del próximo martes, con la presencia de los ministros de Defensa de los países de la Alianza.

El pasado jueves, un grupo de estudiantes comunistas ocupó las oficinas en Bonn de la agencia alemana de noticias DPA, y exigieron con éxito que se transmitiera un comunicado contra la resolución de la OTAN de estacionar euromisiles atómicos en Europa.

En una pancarta, que los ocupantes colgaron de una ventana, exigían que el Gobierno federal haga públicos los lugares dónde se estacionarán los 108 misiles tipo Pershing-2, previstos para el territorio federal alemán.

En los buzones de las casas en Bonn aparecen cartas que anuncian la visita de algún vecino que pasará a recoger firmas contra el estacionamiento de los euromisiles. Está en marcha una campaña para recoger un millón de adhesiones al «llamamiento de Krefeld», un escrito en el que se apela al Gobierno federal para que retire su apoyo a la resolución de la OTAN, en diciembre de 1979, de estacionar los Pershing 2 y los misiles Cruise. La lista de firmantes va en cabezada por el catedrático Wolfgang Abendroth y la presidenta de los verdes, Petra Kelly.

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Una vieja tradición

Este movimiento antiatómico alemán entronca con la tradición de los años cincuenta, cuando amplios sectores intelectuales, socialdemócratas y de izquierda se opusieron al rearme alemán. La discusión sobre el estacionamiento de armas atómicas en la RFA fue impulsada en parte por la publicación, a mediados de febrero, en la revista Stern, de una portada con el título «Alemania, rampa atómica». El reportaje de la revista publicaba un mapa con los depósitos de armas atómicas en todo el territorio federal y decía que en la RFA se produce «la mayor concentración de armas atómicas de todo el mundo».

En respuesta a una pregunta en el Parlamento, el gobierno dijo que la publicación del mapa nuclear de la RFA no supone la violación de ningún secreto militar. En la manifestación de ayer, en Bonn, los mapas son los emplazamientos atómicos se repartían profusamente.

Además del movimiento ciudadano, de carácter juvenil y extraparlamentario, los planes nucleares de la OTAN han despertado seria inquietud en las filas. socialdemócratas (SPD).

En un escrito firmado ya por 6.000 socialdemócratas, se pide al Gobierno federal «sin más retrasos, ni pausas para reflexionar, que se entre en negociaciones para limitar los sistemas de armas euroestratégicas», «impedir el estacionamiento de cohetes atómicos de alcance medio con una retirada de la resolución de la OTAN de diciembre de 1979» y «que no se estacione en la República Federal ninguna bomba de neutrones».

El SPD aprobó en su Congreso de Berlín Oeste, en diciembre de 1979, el que después sería «doble acuerdo» de la OTAN: producir los nuevos euromisiles y estacionarlos, si antes no se llega a un acuerdo en las conversaciones de desarme. El congreso del SPD partió del supuesto que el Senado norteamericano aprobaría el «Tratado de limitación de armas nucleares estratégicas» (SALT 2), lo que no ocurrió tras la intervención soviética en Afganistán y la llegada de Reagan al poder. Por eso, muchos socialdemócratas consideran que las circunstancias han cambiado y la aprobación dada por el partido al rearme atómico de la OTAN tiene que ser revisada.

En el SPD muchos desconfían de la actual Administración norteamericana del presidente Reagan, y temen que Estados Unidos imponga a la socialdemocracia alemana una política exterior y de seguridad que firmaría el derrotado aspirante a canciller, el democristiano Franz Josef Strauss.

El canciller federal, Helmut Schmidt, se encuentra cogido entre la necesidad de mantener buenas relaciones con la Administración Reagan y la presión de parte de su propio partido. Esta falta de posibilidad de maniobra de Schmidt ha sido aprovechada por, el ministro de Asuntos Exteriores, el liberal Hans-Dietrich Genscher, que hoy día marca la línea política del Gobierno de Bonn. Genscher defiende una posición de aproximación casi total con Estados Unidos y desconfianza hacia las propuestas soviéticas.

Para la socialdemocracia podría producirse una crisis dramática a la hora de dar el sí definitivo al estacionamiento de los nuevos cohetes atómicos, lo que, según algunos afiliados al partido, colocaría al SPD en una situación comparable a la aprobación de los créditos de guerra durante la primera guerra mundial, que trajo la escisión y salida de militantes, Rosa Luxemburg entre otros.

En sectores del SPD próximos al presidente del partido, Willy Brandt, se considera que actualmente el movimiento contra las resoluciones de la OTAN es dañoso y perjudica las posibles negociaciones de desarme. Un destacado político socialdemócrata comentó que el actual movimiento pacifista podría ser muy útil en otro momento, «quizá en 1983, cuando llegue la hora de estacionar definitivamente los euromisiles. Entonces se podría intentar negociar, si fracasan las conversaciones de desarme». Los manifestantes de ayer en Bonn no parecen dispuestos a entrar en juegos tácticos y anunciaron toda una serie de acciones escalonadas contra la reunión del grupo de planificación nuclear de la OTAN: misas, marchas con antorchas y hasta una especie de representación teatral ante un refugio antiatómico.

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