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Una CEE de 12 miembros no puede funcionar con los problemas actuales, según la RFA

El portavoz oficial del Gobierno de la República Federal de Alemania manifestó ayer ante la Prensa, en Bonn, que consideraba inimaginable el funcionamiento de una Comunidad Europea con doce miembros, en tanto perduren los intereses nacionales enfrentados que han hecho fracasar la cumbre de jefes de Gobierno comunitarios reunidos en Maastricht.

La desazón producida en los medios políticos alemanes tras el encuentro europeo de esta semana, dicen los comentaristas, representa el máximo grado alcanzado hasta ahora en la historia de las tensiones internas de la CEE.El canciller Helmut Schmidt reaccionó inmediatamente lamentando la postura de la primera ministra británica, Margaret Thatcher, en un capítulo muy sensibilizado de la economía alemana: no hace aún un mes el Gobierno federal cedió ante la presión de los pescadores y concedió una generosa subvención orientada a mantener con vida las pequeñas flotas que habitualmente faenan en aguas comunitarias. La postura de Londres significa, de hecho, una grave amenaza para el sector pesquero alemán. La oposición conservadora de Bonn ha aprovechado la circunstancia para atribuir al canciller un alto porcentaje de responsabilidad en el fracaso global de Maastricht. Para su líder, Helmut Kohl, el canciller Schmidt es culpable de la falta de diálogo en Europa, en la CEE, por su anterior dedicación a la ostpolitik.

El partido socialdemócrata ha lamentado que «los jefes de Gobierno hayan dejado a Europa sin la esperanza de poder superar las crisis económica y social con los propios medios con que cuenta la CEE». Y ello, recuerda el SPD, con una perspectiva ya no lejana de diez millones de parados en el conjunto de los diez países miembros de la Comunidad.

Los liberales, por su parte, han dicho claramente que «un segundo Maastricht no podría superarlo Europa».

Los empresarios alemanes encuadrados en el Parlamento de la Industria y el Comercio (DIHT) han declarado, a través de un portavoz de este organismo, que, a la vista de esta «cumbre del egoísmo nacional», la RFA debería «jugar a fondo su influencia como país que figura a la cabeza de los contribuyentes de la comunidad» y contra las «persistentes contravenciones de los tratados comunitarios».

En pleno clima de pesimismo, el ex presidente federal Walter Scheel ha hecho un llamamiento para que los países europeos se decidan de una vez a llevar a cabo una política netamente europea, de modo que Europa «deje de ser objeto de las intervenciones de las potencias».

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