Marruecos acusa a Mauritania de permitir que el Polisario lance ataques desde su territorio
Diez días después del fallido intento de golpe en Mauritania, el Gobierno marroquí lanzó ayer una nueva advertencia a Nuakchott a raíz del ataque contra la guarnición marroquí de Guelta Zemmur en la madrugada del martes, por unidades polisarias procedentes de territorio mauritano.
En una nota enviada también a su ministro de Asuntos Exteriores, Mohamed Bucetta, que asiste en Túnez a la actual sesión de la Liga Arabe que examina, entre otras cuestiones, las acusaciones que se han intercambiado Mauritania y Marruecos tras el fracasado golpe del pasado día 16, el Gobierno marroquí afirma que en el futuro ejercitará su «derecho de legítima defensa» si vuelve a ser atacado.La nota hace recaer sobre «el comportamiento irresponsable» de los dirigentes mauritanos toda responsabilidad por la evolución de la situación que pueda derivarse de «esas agresiones».
Según el documento, desde los días 21 y 22 la aviación marroquí había observado una gran concentración de polisarios alrededor de la antigua guarnición mauritana de Bir Moghreim, en pleno territorio mauritano. Unos 3.000 polisarios, repartidos en cuatro «failaks» (brigadas) atacaron en la madrugada del 24 la guarnición marroquí de Gueltat Zemmur.
En Rabat se afirma que los atacantes no sólo procedían de territorio mauritano, sino que también se refugiaron en Mauritania al ser perseguidos por el Ejército y la aviación. En los medios oficiales de Rabat se considera que este ataque viene a confirmar las denuncias formuladas por Marruecos de que el territorio mauritano iba a ser utilizado come) base de partida de los ataques polisarios después que fuera cerrado el acceso al Sahara desde Tinduf por el muro construido por las FAR marroquíes.
Hasta el momento, el Polisario no ha reaccionado a las acusaciones marroquíes, al margen de anunciar ayer que sus fuerzas atacaron los días 15, 16 y 17 de este mes la citada guarnición de Guelta Zemmur, causando «severas pérdidas en vidas humanas y en material», así como la destrucción de algunas trincheras e instalaciones militares.
El presidente senegalés, Abdou Diuf, que finaliza hoy su visita oficial a Marruecos, ha aportado un apoyo considerable al rey Hassan II, acusado por el Gobierno mauritano de ser el instigador del golpe fallido del día 16, al afirmar su convencimiento de que la política exterior del monarca marroquí se basa «en el respeto de la soberanía y la integridad territorial de los Estados y en la no injerencia en los asuntos internos de terceros países».
En Argelia, según informa Manuel Ostos, se confiaba ayer en que la visita a Rabat del presidente senegalés sirviera para clarificar las relaciones entre Marruecos y Senegal y viniera a augurar una mayor neutralidad de este último país en el conflicto del Sahara.
La manifiesta actitud promarroquí del anterior presidente de Senegal, Leopold Sedar Senghor, había suscitado siempre resquemores y críticas en Argelia hacia el padre de la negritud, al que se acusaba de «participar» en una vasta maniobra destinada a hacer desaparecer del mapa a Mauritania.
El peso de Senegal en el continente negro, su influencia en las decisiones de la Organización para la Unidad Africana (OUA), justifica la «ofensiva» argelina hacia su dirección política (a la que la Prensa oficial acusó de estar implicada en el golpe de Mauritania).
La consolidación del régimen mauritano, dirigido por el teniente coronel Jaidalla, unida eventualmente a una política exterior más flexible de Senegal, podría conmocionar las coordenadas del propio equilibrio de la región magrebí, se estima en Argel.
El secretario general del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz, en un mensaje dirigido al secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, ha. expresado la «disponibilidad» de su movimiento a colaborar con la ONU «para poner fin a la desestabilización instaurada por Marruecos en la región magrebí».
Una misión del Polisario dirigida por uno de sus dirigentes, Salem Uld Salek, se encuentra actualmente en Nuakchot para expresar la «solidaridad» de los saharauis con el régimen mauritano tras el fallido intento de golpe.
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