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La siderurgia, la pesca y los tipos de interés centraron la atención de la "cumbre" de la CEE

Soledad Gallego-Díaz

La República Federal de Alemania está dispuesta a adoptar medidas drásticas si sus socios de la Comunidad Económica Europea (CEE) continúan subvencionando su propia producción de acero y si Gran Bretaña persiste en su actitud de negar autorización para la firma de un acuerdo de pesca con Canadá, fundamental para los pescadores de la RFA. Por primera vez en la historia de los consejos europeos, Bonn se ha erigido en protagonista de la cumbre de Maastricht (Holanda), y la cólera del canciller Helmut Schmidt, largo tiempo contenida, se ha desbordado.

Schmidt planteó en Maastricht una amenaza apocalíptica. Si Francia, Gran Bretaña, Italia y, Bélgica continúan primando a sus productores de acero, la RFA podría llegar a cerrar sus fronteras a las importaciones siderúrgicas y dar al traste con el fundamento mismo de la CEE, el Tratado del Carbón y del Acero (CECA), firmado en 1951, y origen del Mercado Común Europeo.Los argumentos del político socialdemócrata son irrefutables: la RFA, con grandes sacrificios, ha reestructurado su siderurgia y ha aceptado someterse a un «estado de crisis comunitario» que beneficia más a sus socios que a ella misma. Ha pasado por todo, pese a que el Gobierno ha tenido dificultades para explicárselo a la opinión pública y al Parlamento. Pero lo que ya no está dispuesto a soportar en absoluto es que se aprovechen de su buena fe y le coloquen en su propio mercado acero que es más barato que el suyo, porque está subvencionado de una forma u otra por los Gobiernos nacionales, incluido el de Bonn.

El jefe del Gobierno de la RFA consiguió que el comunicado final de la cumbre incluyera una referencia al problema de la siderurgia: «Los Estados miembros deben abstenerse de una carrera de ayudas estatales a la industria, que, al fin de cuentas, se anularían entre ellas y tendrían un efecto destructor. En particular, la reestructuración. de la industria siderúrgica constituye un objetivo prioritario».

Pesca y tipos de interés

Tampoco en el sector de la pesca la República Federal de Alemania ha conseguido desbloquear un expediente que exaspera a Schmidt, procedente él mismo de un puerto: el acuerdo entre la CEE y Canadá. La RFA se encuentra mezclada. en una de las habituales peleas Londres-París, pero en esta ocasión es Bonn quien sufre las consecuencias. La primera ministra británica, Margaret Thatcher, bloquea el acuerdo porque es «un as a la hora de negociar con Francia el acceso a las aguas del Reino Unido. Si los intereses de sus pescadores no quedan suficientemente protegidos -y Thatcher pide mucho-, todo seguirá parado.

El violento enfrentamiento entre la primera ministra, el canciller en la reunión au coin du feu, de la noche del lunes al martes, no ha movido a la dama de hierro a ceder más que un centímetro, la convocatoria de un consejo extraordinario de ministros de la Pesca mañana, viernes, en Bruselas. Schmidt se ha mostrado duro. Si no hay acuerdo procederá, pura y simplemente, a quedarse con parte del dinero que la RFA debe enviar a Londres en virtud del acuerdo de mayo pasado.

El Consejo de Maastricht ha puesto una vez más en evidencia que los diez son incapaces de reglar sus propios desacuerdos. Una mala conclusión precisamente cuando la Europa comunitaria se enfrenta con otro grave problema que viene de fuera de sus fronteras: el aumento de los tipos de interés en Estados Unidos.

La cumbre analizó cuidadosamente la situación y, aunque no se ha reconocido oficialmente, parece que el primer ministro holandés, Andreas van Agt, presidente de turno del Consejo Europeo, ha recibido el encargo de plantear en Washington una protesta conjunta de los diez. «Es deseable», afirma el comunicado final de Maastricht, «la intensificación del diálogo con Estados Unidos, para concertar políticas monetarias y tasas de interés».

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