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Entrevista:

Colette Flesch defiende la importancia política de la adhesión española a la CEE

Soledad Gallego-Díaz

Colette Flesch, de 43 años, miembro del Partido Liberal de Luxemburgo, es la primera mujer que ha logrado entrar en el cerrado mundo de la diplomacia europea al más alto nivel. Ministra de Asuntos Exteriores de su país desde el pasado mes de noviembre, Colette Flesch asumió al día siguiente la presidencia de turno del Consejo de Ministros de la Comunidad Económica Europea, presidencia que acaba de abandonar. Sus colegas no regatean los elogios a su capacidad negociadora, y los españoles no olvidan que fue bajo su mandato cuando la CEE se decidió a entregarnos un «documento agrícola», que si bien no desbloquea las negociaciones en este capítulo, puede ser esgrimido como un símbolo de la voluntad comunitaria de no interrumpir el proceso de integración.

Colette Flesch, licenciada en Derecho y en Ciencias Económicas y Políticas, es la máxima autoridad de su país, después del primer ministro. Desempeña no sólo la cartera de Asuntos Exteriores, sino también las de Economía, Comercio y Justicia, amén de la vicepresidencia del Gobierno. Es fundamentalmente una experta en asuntos de la Comunidad y, como todos los representantes de los países pequeños miembros del Mercado Común, una decidida partidaria del «europeísmo».Conoce muy bien la problemática de la futura adhesión de España y no oculta las dificultades del proceso: «La CEE atraviesa una crisis no puedo decir que sea la más grave de su historia, pero sí lo suficientemente importante como para preocuparnos. Y no existe un calendario fijo para salir de ella. La única fecha es el 30 de junio de este año, en la que la Comisión deberá entregar un proyecto de reestructuración. Las negociaciones serán largas y difíciles».

Pregunta. Usted sabe que el aspecto más importante de la negociación con España, la agricultura, no podrá ser abordado hasta que la CEE encuentre una salida a sus propios problemas presupuestarios.

Respuesta. Creo que hay suficientes Estados miembros interesados en que se encuentre una solución rápida a los problemas internos de la Comunidad. Es difícil decir ahora qué plazos se establecerán; no se siquiera si se planteará un calendario una vez que tengamos la propuesta de la Comisión. Pero, en cuanto al tema de España, creo que hay elementos concretos de la negociación que pueden ser abordados antes de que terminemos nuestros trabajos. El Consejo desea que la negociación continúe y que veamos al menos las cuestiones no relacionadas con la reestructuración interna de la CEE. No creo que esta reestructuración sea suficiente para impedir la negociación con su país.

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P. ¿Es consciente la Comunidad de la importancia política de la adhesión de España?

R. Comprendo muy bien la importancia fundamental que tiene para España la adhesión, y estimo que la CEE ha tenido también muy en cuenta el aspecto político al abordar las negociaciones. Si no hubiéramos comprendido la dimensión política, tal vez no hubiéramos abordado el problema que representa la ampliación. Este es el argumento que nos impulsa a seguir, pese a las dificultades. Es evidente que en el plano estrictamente técnico y comercial hay dificultades y que las queremos superar, tanto de una parte como de la otra, precisamente por ese compromiso político.

P. Usted ha asistido también a las reuniones del Consejo Atlántico: ¿cree que la integración de España en la OTAN podría suponer un cambio en el actual equilibrio de los dos bloques?

R. Indudablemente, la eventual adhesión de España a la OTAN es algo importante para la Alianza Atlántica y así lo percibimos desde dentro. Sería un reforzamiento de la OTAN. En cuanto a saber si podría modificar el actual equilibrio de bloques, habría que tener en la mano cifras de las que no dispongo.

P. ¿No es este un momento especialmente delicado, en el que está en peligro la política de distensión?

R. No puedo decir que la política de distensión haya llegado a su fin. Ni lo creo ni lo deseo. No creo que sea bueno abandonarla. Somos conscientes de las dificultades, pero precisamente por ello estimo que hay que intentar mantener el diálogo.

P. ¿Cree usted que existe el mismo interés en Europa que en Estados Unidos por mantener la política de la distensión?

R. En cuestiones de distensión ni siquiera son idénticas las posiciones de todos los países de la Europa occidental. Es evidente, por ejemplo, que la República Federal de Alemania (RFA) tiene una posición peculiar como consecuencia de la existencia de la República Democrática Alemana.

P. ¿La política de rearme del presidente norteamericano, Ronald Reagan, puede afectar a los intereses europeos en la distensión?

R. Atención: no creo que la política de distensión deba confundirse con una política de debilidad. Tenemos en el seno de la Alianza Atlántica una serie de obligaciones que hay que tener en cuenta sin perder de vista las necesidades de la defensa, que por otra parte no tienen por qué impedir la política de distensión. Al contrarío: si Europa abordara los problemas de la distensión sin mirar también las cuestiones de defensa y armamento estaríamos en una posición de debilidad que haría imposible la distensión.

P. ¿Es más importante hoy día que nunca la cooperación política europea? ¿Puede Europa jugar un papel de mediador entre los dos grandes bloques?

R. No sé si se puede hablar hoy de dos grandes bloques, olvidando China. En cualquier caso, la cooperación política europea es importante. De eso a decir que puede jugar un papel de tercera vía, creo que es otra cosa y que sería necesario tener una mayor «distancia histórica» para poder juzgarlo. Pero es sin duda importante que Europa hable en los foros internacionales con una sola voz.

P. Volviendo a su experiencia personal como ministra: ¿no le parece una paradoja que sea en partidos de centro-derecha donde una mujer alcance con mayor facilidad puestos de responsabilidad?

R. Antes que nada, un reproche: el Partido Liberal de mi país, por razones filosóficas e históricas, se considera un partido de izquierda. En cuestiones de reforma de la sociedad, de las libertades, nos hemos comportado y nos comportamos hoy día como un clásico de izquierda. Nosotros hemos hecho pasar por el Parlamento una ley para la liberalización del aborto, abolición de la pena de muerte. En cuanto a si es más fácil el protagonismo femenino en partido de centro-derecha, en mi país no podría afirmarse algo semejante. El Partido Socialista, por ejemplo, está presidido por una mujer.

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