Los alumnos del orfelinato de Armilla confirman los malos tratos denunciados por el PSOE
«Yo soy un antiguo alumno del colegio y puedo afirmar que el tiempo que estuve allí, hasta el año pasado, no me ha servido para nada, estoy desesperado y no sé lo que hacer. Junto a otros niños, fui animado por educadores a beber cubalibres ... ». Este testimonio escrito, facilitado a EL PAIS por un joven de diecisiete años, Jacob Ortega, es sin duda una prueba evidente de que algo no funciona bien en el hogar infantil del Niño Jesús, dependiente de la Diputación provincial de Granada y centro de una fuerte polémica desatada en medios políticos y educativos de esta ciudad a raíz de una Interpelación formulada al Gobierno por la diputada socialista María Izquierdo, sobre supuestos malos tratos y otras irregularidades denunciadas en lo que popularmente se conoce como el Orfelinato de Armilla.
«Escribo libremente porque sé que los niños que hay ahí llevan mi mismo camino o peor todavía que yo», afirma en su declaración , entre otras cosas, Jacob Ortega antes de añadir que «si el presidente me llama estoy dispuesto a decir lo que he escirito».A pesar de la sorpresa e incredulidad inicialmente mostradas ante la interpelación socialista por el presidente de la Diputación, el ucedista José Sánchez Faba, cuya rápida y enérgica respuesta se materializó en el nombramiento de una comisión investigadora para «proceder, si se detectase algún indicio cierto de los hechos denunciados a sancionar con la máxima severidad y, en caso contrario, a ejercitar las acciones pertinentes en defensa del honor y buen nombre de esta corporación », lo cierto es que el caso anterior no es el único detectado hasta ahora entre los 2.000 alumnos que han pasado por el Orfelinato de Armilla a lo largo de sus treinta años de existencia.
Por el contrario, las anomalías y problemas de régimen interno parecen efectivamente repetirse en el centro benéfico desde su puesta en funcionamiento por la Diputación granadina, sin que hasta la fecha haya servido para erradicarlos ni el avance general experimentado en estos años por las ciencias psico-pedagógicas ni la elección, en abril de 1979, de una corporación provincial democrática, que preside el ex magistrado centrista.
En este sentido, las reiteradas denuncias de «malos tratos físicos y castigos vejatorios y humillantes» realizadas por un grupo de alumnos y ex alumnos del Hogar Infantil del Niño Jesús, así como la exposición pública de una larga lista de defectos de funcionamiento y régimen interior del centro, provocaron, en 1978, la destitución del antiguo administrador-director del mismo, lo que, cuando menos, demuestra que el tema no resulta ahora demasiado nuevo.
El mantenimiento, después del cambio de todo el poder directivo, en su doble aspecto burocrático y docente, en la persona del nuevo administrador, Santiago Sánchez Lazo, a pesar de su no pertenencia al cuadro profesoral y su evidente desconocimiento en materia educativa, es señalado, sin embargo, en las páginas de un informe redactado por profesores del centro y entregado en su día a la propia Diputación, como la causa fundamental de la insostenible situación actual y el mal funcionamiento general del hogar infantil.
«El error consistió en creer que con la simple sustitución de personas en el cargo se solucionarían los problemas, y éstos no sólo no han mejorado con el cambio, sino que se han agravado», afirma José María López Rodríguez, profesor con varios años de trabajo en el centro, cuya experiencia personal e iniciativa conjunta con un antiguo compañero de claustro y un ex alumno, que ahora es también profesor de EGB, dieron origen a la interpelación parlamentaria del PSOE.
Administración y docencia
«La verdadera solución», añade López Rodríguez, «pasa, sin embargo, por desligar de una vez por todas la función administrativa, que en la actualidad puede que no sea mala, de todo lo relacionado con el aspecto docente, de cuya área debería encargarse un director técnico especializado, bien preparado y con total autonomía para la supervisión de profesores y educadores».
Detalles como la denegación de permiso para que un profesor lleve a comer a un restaurante chino a varios alumnos de quince y dieciséis años, después de que éstos reunieran el dinero para el condumio con la venta de cuadros hechos por ellos mismos, y con la excusa de que «eso es una manera de introducirlos en la sociedad capitalista», constituyen casi a diario ejemplos ilustrativos del desfase psico-pedagógico que una persona no profesional del tema impone en la actualidad sobre el sistema educativo del hogar infantil.
Al tratarse de un centro mixto, existe, además, un trato discriminatorio por razón de sexo en perjuicio de las niñas, que no cuentan para su educación con verdaderas profesionales y sólo disfrutan de media hora de ocio al día, pasando el resto de la jornada no lectiva encerradas en el pabellón de las monjas, hasta el punto de que incluso para ir a la biblioteca del hogar necesitan un pase firmado por algún profesor que se autorresponsabilice de lo que pueda ocurrirles. Por otro lado, los deportes y contactos exteriores brillan para ellas por su ausencia y se da la circunstancia de que, cuando no pueden ir a casa de algún familiar, se pasan días y semanas, incluidos sábados y domingos, sin salir para nada a la calle.
Testimonios de malos tratos
En su interpelación al Gobierno, aparte de denunciar el bajo índice medio de aprovechamiento escolar de los 2.000 alumnos que han pasado por el centro desde su fundación, de los que sólo un 16% ha obtenido algún certificado 0 título académico, y ninguno de tipo universitario, María Izquierdo se refiere principalmente a los inadecuados métodos empleados por algunos educadores y tutores de los niños -no por los profesores de EGB-, que «podrían entrar en la consideración de malos tratos, toda vez que se aplican castigos vejatorios y humillantes, que sin duda provocan graves traumas y afectan la psicología de unos niños de especiales características afectivas y desamparo familiar».
Los extremos de esta acusación -sin duda la más grave que el documento de la diputada socialista contiene- han sido ratificados a EL PAIS por los propios niños internos del centro, algunos de los cuales han roto el miedo de amenazas recibidas y nos han contado por escrito sus casos particulares.
«A mí me cogieron fumando; un educador me dijo que me tenía que fumar dos paquetes seguidos en castigo. Cuando llevaba unos pitillos, ya estaba mareado», dice uno de los chicos, refiriéndose al hijo del administrador, conocido por ellos como Santi, un estudiante universitario empleado por su padre en el centro y cuyo nombre se repetiría luego como autor de varios de los casos de más dureza.
«A mí, un educador, don Santi, me cogió comiendo pipas en el dormitorio y me hizo barrer el cuarto, y como se quedaron cáscaras de pipas en el suelo, las tuve que recoger con la boca. Y otra vez», añade su compañero de banco, «nos pilló este mismo educador jugando a las cartas en la alberca y nos hizo comernos cuatro o cinco cartas, dándonos patadas y tortazos a granel mientras nos las comíamos».
«A mí me rompieron una cometa que me había hecho yo mismo y luego me pegó tortazos, patadas y dos puñetazos en la espalda que me dejaron sin respiración», comenta, finalmente, un tercero. Otro de ellos, sin embargo, no quiso contar sus quejas porque, según su profesor, una monja le había dicho que recordase cuando le sorprendieron haciendo cosas con otro niño y que si decía algo del administrador lo acusarían públicamente de maricón.
Castigos como poner a los alumnos de rodillas durante más de una hora por hablar en el dormitorio por la noche, o sacarlos al patio en ropas de cama a medianoche, son algunos de los más benignos que los chicos cuentan. Y es que, como más de una vez se ha quejado en privado uno de estos educadores defensores de la mano dura, «ya no sabemos qué castigos inventar para que nos hagan caso».
Se da la circunstancia, por otro lado, de que la adjudicación de las plazas de educador, para las que la Diputación sólo exige titulación elemental, es objeto de nepotismo desde hace unos años, hasta el punto de que, aparte del propio hijo del administrador del hogar, un familiar del jefe de personal y un hijo del secretario de la Diputación han sido algunos otros de los educadores últimamente contratados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.