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La iniciativa privada promueve la descentralización cultural de Cantabria

Si la palabra autonomía regional ha sido el centro de la batalla política en los últimos cuatro años en Cantabria, igual sentimiento descentralizador mantienen los habitantes del entorno santanderino, que denuncian con frecuencia ese otro centralismo que ejerce Santander sobre poblaciones como Torrelavega, Laredo, Reinosa o Castro Urdiales. La cultura oficial y la poca que se hace desde el campo privado tienen su origen y se desarrollan fundamentalmente en la capital, y rara vez viaja a los pueblos.

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En ese contexto, la presentación oficial de la Fundación de Santillana, realizada el pasado sábado en Santillana del Mar, villa en la que establece su sede social, ha sido recibida en los ambientes culturales de la región con entusiasmo. Destacan, en primer lugar, su carácter privado y descentralizador, y en segundo lugar la intención de sus promotores de programa buena parte de las actividades en otoño e invierno, meses estos en los que la región cuenta con escasa oferta cultural, frente a la saturación del verano, fundamentalmente centrada en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo y en el festival internacional de La Porticada, la primera con medio centenar de cursos y unos trescientos conferenciantes, y el segundo, con una programación en auge a lo largo del mes de agosto y con un presupuesto para este año de sesenta millones de pesetas.El vicepresidente de la Fundación Santillana, Ricardo Díaz Hochleitner, señalaba el sábado que, a pesar de que la Constitución española alude expresamente al papel de las fundaciones en el desarrollo cultural del país, ese espíritu no está reflejado en las leyes. Las facilidades fiscales y de todo tipo que las fundaciones reciben en el mundo occidental, que las convierten en motor principalísimo de la vida cultural y científica en países como República Federal de Alemania, Suiza, Estados Unidos o Inglaterra, se traducen en España en reticencias.

En el caso de la región de Cantabria, y frente a instituciones públicas en ocasiones inactivas, la iniciativa privada está limitada a los programas anuales de la Fundación Botín, los que desarrollan el aula de cultura de la caja de ahorros, una admirable actividad editorial de la librería Estudio, que supera en ocasiones la llevada a cabo por la institución cultural de la Diputación, los ciclos de conferencias y la incipiente actividad editorial de Puntal de Santander y de Torrelavega. En este contexto, la presencia de la Fundación Santillana, con exposiciones, seminarios, bibliotecas, su museo del cartel, único en España, los archivos sociopolíticos de la España contemporánea y los recitales poéticos, las conferencias, los conciertos o las representaciones teatrales que se desarrollaran en su sede este año, suponen una valiosa aportación al ambiente cultural y a la proyección nacional e internacional de la región.

Realidades y proyectos

Es, en todo caso, razonable el optimismo de los intelectuales de la región respecto al hueco que ha de cubrir la iniciativa de sus promotores. Esto se demuestra con la relación escueta de las realidades y proyectos inmediatos con que se ha presentado la Fundación Santillana, y entre los que figuran homenajes a Eugenio d'Ors, Juan Ramón Jiménez y María Blanchard, un seminario sobre la educación en Cantabria, una biblioteca de educación especializada en España y Latinoamérica y un acuerdo de coedición con la Fundación Casa de Alba.

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