El Tribunal de los Pueblos considera a la Junta salvadoreña culpable de genocidio
El Tribunal Permanente de los Pueblos, constituido en México el pasado lunes, dictaminó ayer que la Junta de El Salvador es culpable del crimen de genocidio y de violaciones sistemáticas de los derechos humanos. El tribunal considera asimismo al Gobierno de EE UU cómplice de la Junta en la comisión de estos delitos.Este tribunal, al que se considera heredero del Tribunal Russel, fue creado en 1979 por iniciativa del senador italiano Lello Basso. Como bases jurídicas para el dictamen del tribunal se han tenido en cuenta las declaraciones de las Naciones Unidas y la propia Constitución salvadoreña, que consagra el derecho del pueblo a la insurrección en casos de tiranía.
Una veintena de testigos han desfilado durante tres días ante el Tribunal Permanente de los Pueblos, convirtiendo las sesiones públicas en un muestrario de horrores que, a juicio del ex ministro portugués Melo Antunes, evocaba inevitablemente el recuerdo de los campos nazis de Dachau o Auschwitz. El paralelismo con el juicio de Nuremberg ha sido reiterado por varios miembros del tribunal, entre ellos su presidente, el premio Nobel norteamericano George Wald.
El tribunal se constituyó a petición de la comisión de derechos humanos de El Salvador, que, en su papel de flscal, acusó a la Junta de genocidio y tortura sistemática. También presentó cargos de complicidad contra los Gobiernos de Estados Unidos, Guatemala, Honduras y Venezuela. El tribunal remitió sendas cartas a los presidentes de Estados Unidos y El Salvador para que designasen defensores ante el tribunal, sin recibir respuesta. El jurado español Vicente Navarro, profesor de Salud Pública en una universidad norteamericana desde que se autoexilió, en 1962, negó que la incomparecencia de los acusados restara objetividad al tribunal.
Tres direcciones
La acusación orientó los testimonios en tres direcciones: demostrar que la persecución sistemática no se ejercita sóIo contra los marxistas, sino, en gran medida, contra los cristianos que han optado por los pobres, explicar las conexiones directas existentes entre la Junta, el Ejército y las bandas paramilitares, para deshacer así la especie de que el Gobierno nada tiene que ver con los crímenes que se cometen en el país, y desentrañar, por último, la presencía permanente de Estados Unidos en la represión.Tal vez el testimonio más espeluznante de los tres días de sesiones fuera el de la presidenta de la comisión de derechos humanos, Marianela García, que relató cómo tres niños menores de cinco años fueron comidos materialmente por las hormigas, después de ser atados sobre un hormiguero. La operación Herodes consistía, según sus palabras, en secuestrar a los hijos de los supuestos izquierdistas para poder detener a éstos cuando acudían a las comisarías a reclamarlos.
Varios testigos que consiguieron salir vivos de las cárceles salvadoreñas aseguraron que en los interrogatorios tomaron parte personas que sólo hablaban inglés, y otras que tenían rasgos orientales. El sumario recoge una colección de fotografías de cadáveres horriblemente mutilados, quemados con ácidos, despellejados totalmente o con los órganos genitales colocados en la boca. Todo ello pone en evidencia, a juicio del italiano Giulio Gerardi, toda una especialización para la tortura.
El número fuerte de la sesión del martes fue la presencia del democristiano Juan Ricardo Ramírez, quien materialmente escondido tras unas enormes gafas negras, dio lectura a un comunicado de la democracia cristiana centroamericana en el que se negaba validez al tribunal. Según su versión, la izquierda ha desatado una violencia terrorista en el país porque el programa revolucionario de la democracia cristiana le ha quitado sus banderas.
Sus afirmaciones fueron contestadas por Héctor Dada, antiguo miembro del Partido Demócrata Cristiano y miembro de la Junta desde enero a marzo del pasado año.
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