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Pablo Palazuelo: "En la dificultad para pintar encuentro un placer muy hondo"

Presentación de una monografía, acompañada de dos exposiciones

Esta tarde se inaugura en la madrileña galería Theo una muestra del artista plástico Pablo Palazuelo. Esta exposición aparece como acompañamiento a la presentación de la primera monografía sobre la obra de Palazuelo, editada por Maeght (París), fruto de un cruce de cartas entre el propio pintor y el poeta francés Claude Esteban. Asimismo, en la sala Cellini se exhiben diversas obras gráficas del artista.

Nacido en Madrid, en 1916, Pablo Palazuelo comenzó estudiando arquitectura, obteniendo, en 1936, el Intermediate exams del Royal Institute of British Architects. Pero a partir de 1939, y gracias al apoyo de su madre, se entrega ya de lleno a la pintura. Desde finales de los años cuarenta hasta 1969, el pintor reside en París. Allí convive, en un principio, con Eduardo Chillida. Y conoce a Braque, Chagall, Giacometti, Miró, Kandinsky, Kelly, Yves Klein, Poliakoff, Soulages y Vasarely.Hasta el año 1973, Palazuelo no expuso en España. Aquella muestra. constituyó una deslumbrante y honda sorpresa. Desde entonces hasta el presente, la figura de Palazuelo ha ido cosechando entre nosotros una admiración creciente, conseguida mucho antes en el extranjero. Su lenguaje plástico, hermético y persuasivo al tiempo, se sitúa en la línea soñadora de Klee, retocada con estas palabras cimentales: «Soñamos en las líneas y las líneas sueñan en nosotros, con sueños que resuenan juntos, formando un solo sueño o un sueño compartido. La línea ve y abre nuestra visión; pero, al mismo tiempo, nuestra capacidad de ver así, aumentada, impulsa la visión de la línea».

El creador desciende ahora. para nombrar lo expuesto: «Esta muestra se hace con motivo de la presentación de la monografía sobre mi obra, recientemente publicada. Y expongo varios óleos, presentados en París en 1978, pero nunca exhibidos en España; pertenecen al ciclo titulado El número y las aguas. Hay, por otro lado, ocho esculturas recientes y una serie de gouaches que son estudios para el ciclo en curso llamado Monroy. En la sala Cellini se recoge obra gráfica. Por supuesto, también se enseña la propia monografía, acompañada de algunos documentos».

He aquí la génesis del volumen mencionado: «La monografía estaba planeada desde hace mucho. Pero se retrasaba a causa de la búsqueda y captura de la documentación necesaria. Por fin, una persona se dedicó de manera exclusiva a cubrir esa tarea y, a partir de ese instante, ya todo evolucionó con bastante rapidez. El texto se le propuso a Claude Esteban, también autor de una monografía sobre Chillida».

Sin embargo, Palazuelo tenía fundados temores sobre la naturaleza de este tipo de textos: «Por lo general, los largos comentarios críticos resultan ilegibles, la gente se harta en seguida... Quise, pues, que el libro tuviese un poco más de animación de la que suele ser habitual en estos casos. Entonces, establecimos un esquema epistolar, mediante el cual desencadenamos un cruce de cartas que ha durado dos años. Claude Esteban me ha interrogado sobre múltiples temas: formas, geometría, color, escultura, entorno social, circunstancia envolvente e incluso relaciones con lo corporal».

El esfuerzo compensador

La inexistencia de una monografía de Palazuelo resultaba algo sumamente raro: «Tal vez la anomalía procediese de mi pereza, de sentirme muy ocupado con mi trabajo, de mi tendencia a dejar que las cosas se deslicen con calma. Lo que nunca he ignorado es la forma que más me apetecía para cuando se realizara. Por ello le dije al maquetista que pensara en un volumen nada estetizante, de aspecto didáctico, relacionable con los antiguos tratados de botánica».El pintor trabaja actualmente en dos series paralelas. Una se denomina Monroy: «Es el nombre del lugar donde tengo mi estudio extremeño, cerca de Cáceres. El edificio, construido por algún caballero templario, posee una simetría cuadrangular bastante extraña e incluso está orientado astronómicamente ». La otra serie da albergue a una nube de signos: El número y las aguas. El compositor Frédéric Nyst acaba de presentar, dentro del Festival de Lille (Francia), una traducción musical, Rotations, de una de esas obras.

Palazuelo, en fin, no titubea al confesar: «A mí la pintura me sigue costando el mismo trabajo que al principio. Encuentro grandes dificultades, pues mis composiciones se, hacen cada vez más complejas, más difíciles de abarcar en su complejidad. Pero, en contra de lo que algunas personas piensan al respecto, todo eso no representa para mí angustia alguna. Al contrario, en la dificultad yo encuentro un hondo placer. Ese esfuerzo compensa, enriquece colmadamente la experiencia. A mí no me gusta pintar por puro placer sensual; me parece defraudante».

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