Los norteamericanos han descubierto el síndrome de la tortura
La opinión pública norteamericana empieza a digerir, poco a poco, e impacto de la humillación nacional que constituye para Estados Unidos el episodio de la captura de rehenes en Irán. Los testimonios de los ex cautivos, sobre todo en el capítulo de torturas, impresionan a los norteamericanos. EE UU parece haber descubierto repentinamente que, en el mundo, existe la abominable práctica de la tortura física, psíquica o moral, sin que 52 ciudadanos estadounidenses hayan escapado a tan repudiable práctica.Nunca se había hablado tanto de tortura en Estados Unidos, a pesar de que mucho antes de la lamentable toma de rehenes en Teherán se torturaba -se sigue torturando- a miles de hombres y mujeres en países del Este o del Oeste, donde la sola evocación del respeto de derechos humanos es algo que suena a subversivo.
Prensa, radio y televisión dedican amplios reportajes en Norteamérica a difundir el testimonio de los ex cautivos, con todo tipo de detalles para una opinión pública casi incrédula y escandalizada ante el fenómeno de la tortura.
El «síndrome» de la tortura, de durar entre los norteamericanos -no sólo entre los que han sido víctimas en Irán-, quizá provoque efectos positivos en el futuro en pro de todos los torturados de la humanidad.
Sobre todo si los medios de difusión continúan mostrando, aunque sea con menos lujo de detalles, el testimonio de ex torturados en las múltiples dictaduras bicolores, o el ansia de otras familias no norteamericanas que aguardan también, a veces sin demasiada esperanza, el regreso de torturados o «desaparecidos» que, quizá, nunca volverán.
Armas para Irán
Taiwan sería un importante suministrador de armas a Irán, que, escaso de material de guerra, intenta procurárselas por intermedio de países amigos del norte de Africa, según informa el semanario británico Observer en su edición de hoy, citando fuentes de la industria de armamento, informa la agencia AFP. Según Observer, en las dos últimas semanas Irán habría adquirido armas por valor de 41,6 millones de libras esterlinas (cerca de 8.000 millones de pesetas).
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