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Los malos tratos, "moneda corriente" durante el cautiverio

Malos tratos, que rondaron en algunos casos la tortura, fueron ejercidos sobre muchos de los 52 rehenes norteamericanos por los estudiantes islámicos que les custodiaban, según los primeros testimonios llegados a los medios de comunicación.«Cada uno de los rehenes tiene su propia historia que contar», explicó el portavoz adjunto del Departamento de Estado, Jack Cannon, asegurando que «los malos tratos fueron mofteda corriente» mientras duró el confinamiento.

El propio ex presidente Jimmy Carter, tras visitar a los rehenes internados en el hospital de la fuerza aérea norteamericana en Wiesbaden (RFA), tuvo palabras muy duras contra los iraníes, denunciando los «actos de barbarie que jamás podrán ser perdonados».

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«Torturas mentales y físicas» se sucedieron en el trato recibido por los rehenes, en palabras de uno de los acompañantes de Carter, aunque el portavoz gubernamental aclaró que dependía mucho de las personas que estaban encargadas de su custodia. La rudeza de los guardianes se acentuó a raíz de la fracasada operación militar puesta en marcha por Carter: los detenidos perdieron la fuerza que representaba su unidad.

Hubo falsos fusilamientos, algunos rehenes permanecieron recluidos en «celdas frías y primitivas», otros estuvieron largo tiempo atados a sillas con las esposas puestas y varios tuvieron que aguantar medio desnudos a la intemperie noches enteras.

Los que se encontraban recluidos en habitaciones contiguas se comunicaban entre sí mediante un morse especial: golpes en la pared, siguiendo una clave acordada durante el período en que convivieroni untos los 52 rehenes.

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Algunos prisioneros tuvieron los ojos vendados durante varios días; otros fueron azotados, aunque parece ser que se trataba de castigos por intentos de fuga.

Malcolm Kalp, que pretendió huir en diversas ocasiones, aseguró que le habían golpeado brutalmente y mantenido «incomunicado»,durante 374 días.

Jimmy López, sargento de los marines, conto; a sus padres telefónicamente que permaneció encerrado en una celda minúscula y helada, invadida por una multitud de ciempiés, que le despertaban por las noches, y que ha adelgazado casi treinta kilos.

El consejero económico Moor head Kennedy relató que, junto con varios compañeros, fueron empujados contra una pared por hombres enmascarados y armados, que les ordenaron desvestirse para una falsa ejecución.

Johnny McKeel, de veintisiete años, se enteró de que su madre seguía con vida al ser liberado, ya que los iraníes le habían dicho que había muerto.

Michael Metrinko, llamado el rehén misterioso porque nunca se le vió en las películas difundidas por los iraníes, explicó a sus padres que permaneció incomunicado durante casi nueve meses.

El coronel Leland Holland, en una llamada telefónica a su anciana madre, de 79 años, le explicó que había permanecido en una especie de mazmorra durante un mes.

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