El alcalde de Madrid presentó "La tríbada falsaria", novela de Miguel Espinosa

El pasado viernes se celebró, en la madrileña librería Antonio Machado, la presentación de la novela La tríbada falsaria, editada por Los Libros de la Frontera. El presentador de esta obra fue Enrique Tierno Galván, quien, situado entre la editora, Amelia Romero, y el novelista, Miguel Espinosa, hizo un docto y ameno análisis de un libro al que calificó de infrecuente.

El narrador Miguel Espinosa publicó en 1974 una novela titulada Escuela de mandarines, merecedora del Premio Ciudad de Barcelona y de los más encendidos elogios por parte de la crítica, aunque nunca llegó a despertar el interés del gran público.Esta segunda novela, La tríbada falsaria, es, a juicio del alcalde de Madrid, «un libro infrecuente». Infrecuente, en primer lugar, porque la narración no se halla fundamentalmente localizada, se escapa a cualquier topografía, no alberga ni la menor mención a una calle, plaza o ciudad. El espacio, precisa el presentador, «puede ser argelino, español o paraguayo». Es, pues, un acto puro, un hecho fenoménico que tiene sus características aisladas y definidas. O sea, «todo lo contrario de Galdós, Flaubert o Clarin».

Mas no sólo hay carencia de espacio, sino también «amenguamiento de los imperativos del tiempo». ¿Hay argumento? Tierno Galván se responde: «Mínimo». Hay, eso sí, lenguaje.

Un lenguaje que eleva el tono para describir irónicamentelo escabroso, que establece una profunda vinculación con los propios actos, que establece un juego dialéctico entre ironía y emocionalidad, que funda, en fin, unos personajes autónomos e íntegros.

Reconociendo que puede sorprender después de cuanto ha dicho, Tierno Galván remata: «Tiene interés novelesco. No se nos cae de las manos. Es un libro barroco». El alcalde no duda en afirmar que Miguel Espinosa es el novelista español del momento con más posibilidades, probabilidades y medios expresivos.

El novelista se manifestó conmovido y emocionado por las palabras que acababa de escuchar: «Uno comprueba que el gran espíritu descubre siempre más de lo que uno ha querido decir». El acto se cerró con un breve coloquio.