Inminente liberación de los rehenes
El anuncio de la liberación de los 52 rehenes norteamericanos que Irán mantiene en su poder desde hace más de catorce meses se considera inminente, después de que ayer se confirmara la existencia de un «acuerdo de principio» entre Washington y Teherán y el presidente Jimmy Carter ordenara la transferencia de Nueva York a Londres de 2.600 millones de dólares de origen iraní.Los términos del acuerdo fueron redactados en la tarde de ayer en Washington y enviados urgentemente a Teherán, vía Argel, para su aprobación definitiva. En este caso, el anuncio oficial del acuerdo definitivo sería hecho en la mañana de hoy en ambas capitales.
Ayer, el presidente saliente ordenó al Banco Federal de Reserva de Estados Unidos que enviara a Londres 2.600 millones de dólares, congelados desde el 14 de noviembre de 1979, de los cuales 1.600 son en oro y los mil restantes en depósitos bancarios.
Otros 4.000 millones de dólares iraníes depositados en diversos bancos nortemaericanos con sede en Europa (París y Londres, en particular) podrían seguir el mismo camino y ser devueltos al Gobierno de Teherán.
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Ultimado el acuerdo entre los Gobiernos de Estados Unidos e Irán sobre los rehenes
Viene de primera página
Políticos, banqueros y diplomáticos se encuentran empeñados en una verdadera carrera contra reloj entre Nueva York, Washington, Argel y Teherán, para materializar el trasvase al Banco Central de Argelia de los 9.500 millones de dólares de fondos iraníes, punto clave para la liberación de los rehenes, que ayer cumplieron 440 días de cautiverio en Irán. Este país había dado anteayer como plazo hasta la tarde de ayer para que se dieran las órdenes oportunas a los bancos afectados.
El presidente Jimmy Carter, en su último fin de semana en el poder, se mantiene en contacto permanente con sus principales consejeros en temas de seguridad, a fin de acelerar las negociaciones y conseguir que los detenidos queden en libertad antes del próximo martes, 20 de enero, en que Ronald Reagan tomará posesión de la Casa Blanca.
El presidente electo declaró seguir las negociaciones «minuto a minuto», sin pronunciarse a favor ni en contra del compromiso pactado entre Washington y Teherán, a través de los intermediarios argelinos.
Todo indica que este fin de semana puede ser el último de cautiverio para los rehenes. Hay múltiples especulaciones sobre los posibles escenarios de la liberación, que van desde aviones preparados en Estocolmo (Suecia), hasta hoteles adaptados para recibir a los rehenes en Argel.
La versión más plausible es el traslado de los rehenes al hospital de la base militar norteamericana instalada cerca de Francfort, en la República Federal de Alemania (RFA).
El portavoz del Departamento de Estado evitó dar detalles de la cantidad exacta que se transferirá finalmente, y tampoco facilitó información de cómo quedará el asunto de la posible repatriación de los 14.000 millones de dólares, en concepto de recuperación de la fortuna del sha ubicada en Estados Unidos.
Washington ha considerado siempre un tanto imaginaria el cálculo iraní de la fortuna que los herederos de Mohamed Reza Palevi tendrían en EE UU. Al parecer, el compromiso concluido con Irán incluye la promesa de congelar, a su vez, los haberes de fondos y propiedades del sha en EE UU, hasta resolver el litigio por vía judicial.
Tampoco queda claro cómo zanjar las reclamaciones de decenas de empresas norteamericanas que han interpuesto querellas al Gobierno, en concepto de daños y perjuicios por las pérdidas financieras sufridas por la revolución islámica en Irán.
Si Ronald Reagan llega el martes a la Casa Blanca con los rehenes liberados, será el mejor regalo político que podía ofrecerle Jimmy Carter. A pesar de las declaraciones duras de Reagan contra Irán, es impensable que pudiera contar con argumentos más sofisticados que los esgrimidos por Carter durante catorce meses -incluido un intento fallido de rescate militar para intentar liberar a los rehenes.
Sin embargo, a pesar del optimismo reinante en EE UU, ciertas reservas se perfilaban en las altas esferas estadounidenses a raíz de una declaración del portavoz de la Casa Blanca, Joddy Powell, en la noche de ayer, madrugada en Madrid, en la que afirmó que «todavía no hay acuerdo, pero estamos muy cerca de la solución».
De todas formas, en el transcurso de la noche se esperaba que los documentos del acuerdo definitivo sobre la liberación de los rehenes fueran remitidos desde Washington a Teherán, a través de Argel, una vez firmados por el presidente Carter.
Por su parte, el secretario del Tesoro, Miller, al referirse a la decisión presidencial de transferir los fondos iraníes a Londres, tarde de ayer, explicaron las difideben seguir los bancos privados norteamericanos en Estados Unidos y Europa que controlan tales fondos, y cuyos dirigentes, en diversas reuniones durante la tarde de ayer explicaron las dificultades que entraña transferir en veinticuatro horas sumas tan importantes de dinero como los 2.600 millones de dólares. Estos bancos poseen en la actualidad 9.500 millones de dólares, cifra total de los fondos iraníes del antiguo régimen depositados en Estados Unidos.
En relación con la trascendencia de lo que parece segura pronta liberación de los rehenes, Luisa Kennedy, esposa de uno de ellos, declaró ayer su optimismo sobre las últimas informaciones, pero a la vez no ocultó ciertas reservas, mencionando las esperanzas de liberación que desde hace más de un año terminaron en agua de borrajas.
También las diferentes cadenas norteamericanas de televisión informaron en la noche de ayer que, a pesar de la preaparación de transportes en Suecia y la República Federal de Alemania, los rehenes podrían ser trasladados desde la capital iraní a Argel, lo que se interpreta en medios norteamericanos como el deseo argelino de obtener un triunfo diplomático internacional en pago por su labor de mediador en las negociaciones norteamericano-iraníes.
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