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Reportaje:Chipre, una isla en busca de su reunificación / 1

El nivel de autonomía de cada comunidad, principal punto de discrepancia en las negociaciones greco-turcas

Cada miércoles por la tarde, a las 16.30 horas exactamente, los representantes de las comunidades griega y turca de Chipre se reúnen en el Ledra Palace Hotel, auténtico vestigio de la arquitectura colonial británica, situado en el no man's land que divide las dos partes de la isla, bajo la custodia de unos treinta soldados canadienses de las Naciones Unidas. «Todos somos optimistas ahora, los turcos, los griegos y yo», declaró, antes de penetrar en el hotel, Hugo Gobbi, representante del secretario general de la ONU, Kurt Waldheim. Sin embargo, esta séptima ronda de conversaciones se inició el 16 de septiembre pasado -seis negociaciones anteriores fracasaron-, no parece que vaya a terminar de forma diferente a sus predecesoras, es decir: reunificando la isla que el golpe de Estado del 15 de julio de 1974, alentado por la dictadura de los coroneles griegos, y la réplica militar turca, cinco días más tarde, dividió hace ocho años. Un enviado especial de EL PAÍS estuvo recientemente en Nicosia.

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A pesar del clima pesimista en el que se desarrollan, las conversaciones entre ambas comunidades «han entrado en una fase muy concreta», según afirmó Hugo Gobbi.El concepto impreciso. de «bizonalidad» preconizado por los turcochipriotas, y que los grecochipriotas proponen sustituir por un moderado federalismo, constituye el principal punto de discrepancia.

Para Rauf Denktash, líder de la comunidad turca, «los recelos y enemistades del pasado no pueden ser fácilmente olvidados por la mi noria turca», que por nada del mundo está dispuesta a poner nuevamente su seguridad física y económica en manos de los griegos.

La «bizonalidad» que defiende consiste, según se deduce de sus declaraciones, en la creación de un Estado federal en el que las dos comunidades, la turca en el Norte, y la griega en el Sur, dispondrían de amplios poderes, sobre todo en materia, de seguridad interna y mantenimiento del orden. A duras penas acepta que la política exterior,y la defensa nacional incumban a un Gobierno federal.

«Tanto el atentado, en agosto, contra el presidente del Partido Socialista grecochipriota, Vasos Lyssarides, perpetrado por extremistas nacionalistas, como la* s, recientes declaraciones del arzobispo griego ortodoxo de Nicosia, Chrysostomos, alentando una guerra popular contra las tropas turcas, demuestran que los partidarios de la unión con Grecia (enosis) siguen actuando en el sur de la isla y podrían amenazar nuestra seguridad si en un eventual Estado federal no disponemos de nuestras propias fuerzas», nos declaró el director de la Oficina de Información turcochipriota.

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El presidente de Chipre y líder de la comunidad griega, Spyros Kyprianu; propone, por su parte, la «birregionalidad», especie de federalismo atenuado en el que el Gobierno central conservaría amplios poderes, incluso en materia de seguridad interna. Aceptar la «bizonalidad» equivaldría, en su opinión, a consagrar la partición de la isla.

Pero la primera reivindicación de los griegos consiste en pedir el retorno de los refugiados a sus lugares de origen, lo que los turcochipriotas rechazan categóricamente por no querer encontrarse nuevamente en la situación de 1974, «caracterizada por la existencia de guetos aislados los unos de los otros por zonas urbanizadas griegas».

En un punto, sin embargo, el regreso de los 60.000 griegos a Varosha, el barrio hotelero de Famagusta, los turcochipriotas se muestran dispuestos a ceder. La reapertura de la que fue hasta 1974 la primera localidad turística de la isla, con sus 14.000 camas y más de 150 hoteles, supondría un impulso económico para todo el Norte, administrado por los turcochipriotas. Solos son incapaces de llevarla a cabo por falta de mano de obra especializada.

Prosperidad económica

La partición de la isla no obsta para que ambas zonas conozcan una relativa prosperidad. A pesar del trasvase de refugiados, la parte griega de Chipre es un auténtico oasis de prosperidad en Oriente Próximo. Además de la, ayuda internacional, fundamentalmente británica, norteamericana, alemana y de la; Naciones Unidas, el sur de Chipre se ha beneficiado del traslado de numerosas entidades financieras de Beirut a Nicosia. Las dotes comerciantes de la población han contribuido a sacar partido de estas inversiones.

Con cincuenta millones de dólares al año de ayuda internacional, los grecochipriotas son uno de los pueblos más subsidiados del mundo. «En este país se encuentran los únicos refugiados que tienen ploblemas de aparcamiento», señala con ironía un oficial de las Naciones Unidas.

La Embajada norteamericana en Nicosia considera injustificada esta ayuda internacional a un país cuya renta per capita alcanza los 3.200 dóláres anuales según revéló la Prensa estadounidense. Washington otorgó en 1979 quince millones de dólares a la parte griega de Chipre.

Relativa bienestar

Aunque no tan boyante, la situación económica del norte turco de la isla da la impresión, al observador, de un relativo bienestar, gracias, sobre todo, a los 45 millones de dólares que Turquía otorga anualmente a los 150.000 turcochipriotas.

Pero si el crecimiento económico se situó, el año pasado, en un 3,5%, y el paro en tan sólo un 3% de la población, activa, el no reconocimiento, por la comunidad internacional, del Estado Turco Federado de Chipre, fundado por Rauf Denktash en 1975, entorpece la exportación de los productos del Norte e incluso la llegada del turismo extranjero.

Al norte de Chipre, cuyos paisajes sorprenden por su belleza, llegaron el año pasado 130.000 turistas, de los cuales 110.000 turcos, que se gastaron en la isla sus liras devaluadas. La mala comunicación aérea del norte de la isla, a la que solamente se puede llegar en avión vía Turquía, explica que, incluso en temporada alta, los hoteles, que tan sólo ofrecen 3.528 camas, no estén del todo llenos. Y el turismo representa el 35% del producto nacional bruto.

Aún peor, al estar situado el banco central en la zona griega, la comunidad turca no tiene acceso a los circuitos financieros internacionales, empezando por la CEE, a la que ha dirigido, sin éxito, varias solicitudes de créditos. Sólo ahora los países islámicos parecen dispuestos a concederle préstamos.

El Gobierno grecochipriota ha realizado un profundo estudio económico en el que se asegura que la reunificación de la isla, con la reconstrucción de los antiguos circuitos económicos y la explotación de todos los recursos del Norte, actualmente infrautilizados por falta de mano de obra, colocaría rápidamente a la renta per capita chipriota en 6.000 dólares, el nivel de algunos países del norte de Europa.

¿Bastará la perspectiva de una reunificación en la prosperidad para animar a los negociadores que cada miércoles por la tarde se reúnen en los lujosos salones del hotel Ledra Palace?

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