_
_
_
_

El agua de la niebla mitigaría la sequía de las zonas más aisladas y áridas del mundo

Un proyecto en el desierto de Atacama le roba cada día varios litros de humedad a las nubes

Sequia
Vista aérea de Alto Hospicio en el borde este del desierto de Atacama (Chile). La ciudad está rodeada de niebla buena parte del año, pero llueve menos de un milímetro de agua al año. Imagen tomada en junio de 2023.Anadolu (Anadolu Agency via Getty Images)
Miguel Ángel Criado

Alto Hospicio es una ciudad del norte de Chile al borde del océano Pacífico. De crecimiento alocado, sus más de 120.000 habitantes viven en el extremo oeste del desierto de Atacama, el más seco del mundo. Situada en una planicie centenares de metros por encima del nivel del mar, a sus pies está Iquique, capital de la provincia homónima. Ambas ciudades dependen del agua que kilómetros de tuberías y camiones cisterna traen del interior del desierto. Pero la competición con las minerías (la histórica del cobre y la más reciente del litio), muy intensivas en recursos hídricos, amenazan los acuíferos. Estos no se recargan desde la última glaciación. Cubierta por la niebla durante buena parte del año por una ubicación particular, un grupo de científicos ha puesto en marcha un proyecto en la ciudad para cosechar agua de estas nubes de las que casi nunca cae lluvia. Según sus resultados, publicados en la revista científica Frontiers in Environmental Science, usando mallas convencionales como atrapanieblas, se podrían lograr hasta 10 litros por metro cuadrado de malla y día.

“Es una ciudad estigmatizada”, dice la investigadora de la Universidad Mayor (Santiago de Chile) Virginia Carter. “Alto Hospicio nace de una planificación urbana desordenada, falta de infraestructuras, con una de las tasas de áreas verdes por habitantes más bajas y de las más altas en delincuencia, con gente desplazada desde Iquique, está en el imaginario de los chilenos como un lugar duro para vivir...”, añade Carter, que añade enseguida: “da la coincidencia de que esta ciudad está ubicada en altura y da la coincidencia que está ubicada en una zona de niebla”, completa. Y esa neblina que llega del mar, pero que nunca precipita, es la que han aprovechado.

Entre octubre de 2023 y octubre de 2024, el grupo de investigadores liderado por Carter registró el agua de la niebla que captaban dos paneles colocados en dos extremos de Alto Hospicio. Obtuvieron cifras cercanas al milímetro al día por metro cuadrado de panel. El contexto explica la cifra: La ciudad debe ser una en las que menos llueve del planeta. Allí no tienen estación meteorológica, pero la más cercana, la del aeropuerto Diego Aracena, a nueve kilómetros, registra precipitaciones medias anuales de 0,8 milímetros, pero al año. La mejora es más que notable. El trabajo no se quedó ahí, el objetivo de los dos paneles eran validar un modelo para escalar la idea colocando decenas, quizá centenares de atrapanieblas en la planicie desértica que rodea la urbe. Basado en datos de satélites, las estaciones meteorológicas del entorno y los propios dados de los paneles, este modelo climático estima que se podrían recoger hasta 10 milímetros diarios por metro cuadrado.

No es la primera vez que se usa la niebla para obtener agua en zonas áridas. Y menos en Chile. De este país era el físico Carlos Espinosa, el primero en patentar un sistema de colectores hace ya setenta años. También fue en el país andino donde, basado en las ideas de Espinosa, se proyectó y se puso en marcha por primera vez una red de 100 colectores para agua de niebla y dotar de agua corriente a la pequeña comunidad de Chungungo. “Se logró abastecer por casi diez años a esta aldea rural”, destaca Carter. “Tuvieron agua corriente por primera vez, llegaron las lavadoras, los lavaplatos... lo que nos indica que la tecnología sí funciona”, añade. La población del lugar se duplicó en unos años, pero al final, se olvidaron de los atrapanieblas. “Les ofrecieron el agua de una desaladora. Es lo que ha pasado en otras partes del mundo donde ha fracasado la regida de agua de niebla: falta de una gobernanza para mantenerlo y la expansión de las desaladoras”, termina la investigadora chilena. Y las plantas desaladoras tienen un enorme impacto.

En el Barranco El Andén, en Gran Canaria, desplegaron decenas de paneles formados por acículas artificiales para capturar el agua de la niebla. Las hojas de los pinos están entre las soluciones más eficientes que los árboles han encontrado para atrapar la humedad del entorno
En el Barranco El Andén, en Gran Canaria, desplegaron decenas de paneles formados por acículas artificiales para capturar el agua de la niebla. Las hojas de los pinos están entre las soluciones más eficientes que los árboles han encontrado para atrapar la humedad del entornoÁngela Justamante, CREAF

El investigador de la Universidad de Valencia (España) David Corell, que conocía el proyecto de Alto Hospicio, recuerda que el objetivo de estos planes no puede ser cubrir las necesidades de agua potable de una población de 100.000 personas o más, como es la de la ciudad chilena. “Pero sí puede funcionar como fuente suplementaria”. Corell ha dedicado toda su carrera investigadora al agua, más bien a su escasez. “Nosotros empezamos en 2003. La tecnología es muy sencilla, prácticamente no ha cambiado desde los primeros ensayos en Chile. Se trata simplemente de exponer al viento una malla, como una mosquitera, que es transpirable al viento. Cuando la niebla atraviesa esa malla, las gotitas de agua se adhieren a ella y caen, recogiéndola con una canalización”, explica.

La tesis doctoral de Corell, de 2015, formaba parte de una serie de proyectos con apoyo estatal para estimar el potencial de la niebla como recurso hídrico en el litoral mediterráneo. A lo largo de diez años colocaron un centenar de colectores en distintos lugares, desde Girona, en el Prepirineo, hasta el cabo de Gata, en Almería. “En los mejores emplazamientos cogíamos sobre 5 litros por metro cuadrado y día. Eso lo multiplicas por 365, y puedes poner tantos metros como se quiera”, destaca el científico. Pero el proyecto no tuvo continuación. Como él dice, “no tenemos limitaciones tan extremas como en otras zonas” Pero Corell añade que, “donde las necesidades básicas están cubiertas, siempre hemos pensado que se le debe dar un uso medioambiental”. Así que hicieron un experimento en el municipio valenciano de Ayora donde usaron los paneles para capturar agua con la que regar dentro de un programa de restauración forestal tras un incendio. “Los primeros años, es fundamental que la plántula reciba algún aporte de lluvia en verano, pero las lluvias estivales se están perdiendo, así que si no logran un mínimo, muchas veces fracasa la restauración forestal”. Gracias a la tela mosquitera, ellos tuvieron un porcentaje de supervivencia de los arbolitos cercano al 100%.

En el Barranco El Andén, en el norte Gran Canaria, el porcentaje de éxito de los retoños de madroño canario, brezo y otras especies de laurisilva ha sido del 86%. La zona, también castigada, ha pasado por distintos intentos de reforestación. “Teníamos que subir el agua desde la costa hasta más de 1.000 metros de altura en cubas”, dice el técnico de Medio Ambiente y Cambio Climático del Cabildo de Gran Canaria, Rainero Brandon, uno de los iniciadores del proyecto Life Nieblas que, apoyado por la Comisión Europea e instituciones científicas como el CREAF, GESPLAN y el propio cabildo, ensayó varios sistemas de recogida en una cantera abandonada en Cataluña, un bosque quemado en Portugal y en Canarias. En el Barranco El Andén imitaron a la naturaleza, en este caso a los pinos y la forma como de agujas de sus hojas. “Las mallas necesitan mantenimiento, se rompen con el viento, las acículas no”, recuerda Brandon. Además, no solo le roban agua a la niebla, también se lo hacen al rocío. Iniciado este nuevo intento en 2020 y terminado a finales de 2024, el proyecto europeo se ha convertido en programa canario y están llevando sus paneles allí donde se inicia una reforestación.

Carter, la investigadora chilena, y su grupo presentarán en las próximas semanas un mapa con las zonas de la mitad norte de Chile donde sería factible poner atrapanieblas. Sabe que no podrán desplegar tantos paneles como para que el agua de niebla se convierta en la principal fuente para los habitantes de urbes como Alto Hospicio. Pero quiere recalcar que, “a través de la ciencia pura, podamos generar conciencia en los tomadores de decisión para que la niebla sea incluida en las políticas públicas de nuestro país y sea considerada como un recurso complementario”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Miguel Ángel Criado
Es cofundador de Materia y escribe de tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, antropología… desde 2014. Antes pasó por Público, Cuarto Poder y El Mundo. Es licenciado en CC. Políticas y Sociología.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_