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Mensaje a Moscú

Polonia no es Afganistán. Ese es el mensaje que Occidente trata de enviar a Moscú, después de cinco días de consultas ministeriales en Bruselas la semana pasada. Con una sola voz, los ministros de la OTAN dejaron claro que una invasión soviética de Polonia, o incluso un aumento de la presión exterior, se consideraría mucho más grave que la iniciativa soviética en Kabul casi por estas mismas fechas el año pasado. En Bruselas se habló mucho de «consecuencias incalculables», «extrema gravedad» y hubo una advertencia oficial de que sería la muerte de la distensión en un futuro previsible.La Alianza Atlántica parece haber aprendido la lección de Afganistán. Se ha preparado la maquinaria para asegurar la respuesta más rápida si Moscú va demasiado lejos, ya sea invadiendo abiertamente, o insistiendo en la represión interna por parte de las autoridades polacas. Anticipándose a los acontecimientos se, ha dado una señal clara de la preocupación de Occidente y de su unidad con la esperanza de que la señal ayudará a que el acontecimiento no llegue a ocurrir. Se puede excusar a los planificadores de la política del Krenilin por haber pensado que a Occidente -o al menos a muchos Gobiernos europeos- no les preo cupaba demasiado Afganistán an tes de que se lanzase la invasión.

Sin embargo, esa no es, o puede no ser, toda la historia. Es mucho más fácil escribir comunicados pomposos expresando la preocupación política más grave que ponerse de acuerdo en una acción concreta. En Bruselas. se está estudiando una lista de posibles sanciones políticas, diplomáticas y económicas. Pero el pasado ha mostrado lo difícil quees aplicar tales medidas, especialmente las que suponen un sacrificio económico y financiero. En Europa, la posición -especial de la República Federal de Alemania la convierte en el eslabón más débil de la cadena, y Bonn ya ha reaccionado con irritación a las sugerencias de la semana pasada, de que de alguna forma habría que suspender el comercio entre las dos Alemanias. ( ... )

15 de diciembre

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