Presentación en Madrid de la Orquesta Sinfónica de RTV de la URSS
«Si volviera a nacer, querría ser perro en Inglaterra o músico en la URSS», me parece que decía Miquelarena, aunque no estoy seguro que él fuera el autor de la frase. No sé si puede mantenerse semejante humorística afirmación cuando algunos grandes intérpretes soviéticos han abandonado su país. Lo que resulta indudable es la altura que la música, desde los primeros niveles de la enseñanza, alcanza en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.Nos ha visitado ahora, por invitación de la Orquesta Nacional, la Sinfónica de la RTV de dicha nación, formación que ha cumplido ya medio siglo, a lo largo del cual estuvo dirigida por Orlof, Golovanov, Gauk, Rozhdestvensky y Fedoseiev, su actual titular. Sin establecer comparación con otras orquestas soviéticas de primera categoría, hay que reconocer en la de la RTV, de manera absoluta, grandes valores individuales y colectivos, la belleza sonora de sus arcos, la considerable calidad de sus vientos y la magnífica disciplina que preside su trabajo.
Teatro Real
Orquesta Sinfónica de RTV de la URSS. Director: V. Fedoseiev. Pianista: M. Pletniev. Obras de Weber, Scriabin y Chakovski. 5, 6.y 7 de diciembre.
Fedoseiev tiene 48 años; posee una técnica clara y un pensamiento expresivo que cuida extraordinariamente la materia sonora, sin dejarse llevar por efectismos de divo. Lo que se advirtió en la muy bella versión de Oberón y, en mayor medida, en la Tercera sinfonía (Poema divino), de Scriabin.
Mucho se ha escrito y se escribirá sobre la extraña personalidad del compositor, aunque me parece que, de día en día, irán quedando atrás aquellas connotaciones extramusicales (místicas, teosóficas, esotéricas, etcétera, para valorar la enjundia y consistencia de una creación «muy de su tiempo» antes que demasiado arriesgada en su posición de avanzada. En el caso del Poema divino debemos volver a las palabras tempranas del eterno exegeta scriabiniano Boris de Schloezer: obra de compromiso entre herencias académicas y libre invención personal, dentro de una construcción al modo cíclico, emparentada con el wagnerismo tristanesco y anunciadora de más fértiles consecuciones. En todo caso, la sinfonía contiene largo cúmulo de bellezas y responde a un aliento hondo y grande de verdadero compositor.
Bien que la exposición sea difícil, por cuanto hay que narrar con claridad sentimientos bastante objetivados, en. el caso de Fedoseiev y los sinfónicos radiotelevisivos de la URSS, pudiendo gozar de una versión esplendorosa en la forma e introspectiva en el contenido.
En el segundo concierto de Chaikovski (menos cultivado que el primero con entera justicia, a pesar del bello tiempo central), conocimos a un pianista joven digno continuador de la rriejor escuela soviética. Mijail Pletniev lo tiene todo: potencia, juego de gran virtuosismo, imaginación, dominio de la dinámica, efusividad. Todo esto a los veintitrés años. Ha de anotarse el nombre porque pasará a la gran antología pianística de nuestro tiempo.
El éxito de todos fue tan grande que se hizo imprescindible el encore: un vals chaikovskiano expuesto con prodigiosa serenidad. Vaya una cita de honor a los comentarios al programa de Carlos Gómez Amat, bien escritos, interesantes y ajenos a cualquier tópico.
Babelia
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