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Crítica:CINE "ALAMBRISTA"
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El sueño americano

Frente a las películas de los grandes estudios, especializadas ahora en las brillantes catástrofes, en el terror o en la película familiar, un grupo heterogéneo de cineastas jóvenes propone de cuando en cuando películas que rompen la monotonía de ese Hollywood decadente para acercarse con interés y rigor a la contemplación de la vida americana. Surgen así títulos como Harlan County USA, de Barbara Kopple, que contradice duramente la visión que de la vida de los obreros ofrece, por ejemplo, un título tan protegido como FIST, de Norman Yewison.Este Alambrista, de Robert Young, poco tiene que ver con el mundo de la emigración presentado en el histórico Si no amaneciera, donde la exquisitez de Charles Boyer era un insulto para quienes, como el personaje que él interpretaba, se juegan a diario la vida tratando de cruzar la frontera de Estados Unidos en busca de un trabajo que les permita sobrevivir. Sin demagogia ni sentimentalismos, Robert Young ha realizado una película dramática, en clave documental, que va mostrando la dura lucha de los mexicanos que sueñan con vivir legalmente en el país vecino, huyendo del hambre para encontrarse en su lugar con la persecución y, en ocasiones, la muerte. Alambrista es un fresco completo que pormenoriza en muchas de las posibles circunstancias de los inmigrantes clandestinos que no tienen más objetivo que el de vivir en el país que los explota.

Alambrista

Guión, fotografía y dirección: Robert Young. Música: Michael Martin. Intérpretes: Domingo A mbriz, Trinidad Silva, Linda Gillin, Ludevina Méndez Salazar. Producción norteamericana de 1978. Drama. Color. Local de estreno: Bellas Artes.

Premiada en Cannes y San Sebastián

Presentada por vez primera en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes de 1978, recibió el premio de los críticos de todo el mundo, que por primera vez entregaban su galardón. Repetida ese mismo año en el Festival de San Sebastián, recibió la Concha de Oro como reconocimiento a la inteligencia con la que Robert Young, en su primera película como director, además de guionista y fotógrafo, había tratado el lenguaje del llamado cine directo al servicio de una crónica social que no olvida el espectáculo ni la emoción, pero que tampoco traiciona el objetivo primero de su empeño: la denuncia. Excelente muestra de un nuevo cine que desgraciadamente no tiene muchos imitadores, Alambrista arremete tácitamente contra una situación de injusticia que, entre otras cosas, es también la responsable de tanto cine almibarado y mentiroso como el del gran Hollywood.

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