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La guerra entre Irán e Irak

Teherán amenaza con juzgar a los rehenes

El «inmediato juicio» de los 52 rehenes norteamericanos secuestrados en Irán desde hace casi un año fue anunciado ayer en Teherán por el hodjatoleslam Mussavi Joeini, portavoz del Majlis (Parlamento), si Estados Unidos rechazase las condiciones puestas por la Asamblea parlamentaria de Irán para conceder su liberación.

El hodjaloleslam Joeini, que es uno de los siete miembros dé la comisión encargada por el imán Jomeini de tomar una decisión sobre los rehenes, declaró que las exigencias planteadas por el Majlis se inspirarán en las cuatro condiciones básicas puestas por el máximo líder religioso iraní, pero que otros requisitos podrían añadirse a éstas.Mussavi Joeini, que es también diputado del Majlis, confirmó que la comisión presentaría el próximo domingo al Parlamento, reunido en sesión plenaria, el informe sobre los rehenes, que debería ser aprobado rápidamente por los parlamentarios, dado que tanto la comisión como la Asamblea legislativa iraní están dominadas por los integristas religiosos. El diputado Joeini precisó que «en ningún momento el Parlamento vincularía el problema de los rehenes con el de la guerra con Irak», dando a entender claramente que Irán no aceptaría el canje de los secuestrados por repuestos militares.

Interrogado sobre cuál era la actitud norteamericana ante las condiciones planteadas por Irán, el hodjatoleslam Joeini, que representa a Jomeini ante los estudiantes islámicos que custodian a los rehenes, recordó que oficialmente Washington «no se había pronunciado» y precisó que la comisión de la que forma parte no había mantenido ningún contacto con las autoridades estadounidenses, con las Naciones Unidas o con la Embajada de Suiza en Teherán, que se ocupa de los intereses norteamericanos.

En todo caso, queda claro que la próxima semana puede ser decisiva para la solución del tema de los rehenes norteamericanos. Esta era ayer en Teherán la impresión más extendida entre los medios políticos e informativos, que aguardan con ansiedad la decisión que el próximo domingo será dada a conocer por el Parlamento iraní, Majlis, sobre el asunto de los rehenes. Además, la convocatoria de una conferencia de Prensa ante los medios locales y extranjeros por parte del imán Jomeini para el próximo martes, avala esta esperanza, que ha desatado en la capital iraní una verdadera catarata de especulaciones sobre el desenlace del tema.

Si bien hasta el momento no se han producido modificaciones sustanciales de la postura norteamericana en el tema, se cree en Teherán que Washington admitiría levantar el bloqueo de los fondos estatales iraníes depositados en bancos norteamericanos, aceptaría igualmente seguir una política de no injerencia en los asuntos internos iraníes y, por encima de todo, haría tabla rasa de su contencioso económico y de sus querellas de todo tipo contra Irán.

De estas medidas, la que al parecer satisface en mayor medida a los políticos iraníes es la tercera, por cuanto que supone la posibilidad de reanudar una cadena de relaciones, sobre todo económicas sin una dependencia de partida previa. La revolución islámica en Irán no ha alterado sustancialmente la configuración económica del país, ni ha cuestionado nunca su adscripción, hasta el momento, al sistema económico occidental. Asimismo, la economía de este país, por su estructura, permanece inserta en esta esfera sin que las medidas adoptadas hasta el momento auguren ningún tipo de cambio profundo sobre este aspecto.

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La cuarta condición

En cuanto a la cuarta de las condiciones exigidas por Irán para la liberación de los rehenes norteamericanos, la devolución de los bienes del difunto sha, la fragmentación de la fortuna del emperador y el desconocimiento sobre su situación que el Gobierno norteamericano arguye podría dar paso a una nueva fórmula; por ejemplo, una compensación simbólica o aproximada, que cerrara el trato.

Si bien Jomeini se ha mostrado hasta ahora especialmente poco transigente respecto a la cuarta condición, no se descarta en Teherán que el imán haga gala del pragmatismo que ha exhibido en otras ocasiones.

Tampoco se desecha en Teherán que el líder de la República Islámica de Irán se acoja a la «magnanimidad del Islam», que, a menudo él ha invocado, y dé el carpetazo definitivo a un tema cuyo aspecto ético por parte de las autoridades iraníes nadie ve ya y que, además, ha contribuido a enquistar muy peligrosamente la política exterior de este país actualmente en guerra.

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