_
_
_
_
La guerra entre Irán e Irak

Qasr-el-Eshrin, una ciudad iraní conquistada sin rastro de combates

Un anciano solitario que carga un leve hatillo a las espaldas parece ser uno de los últimos habitantes de Qasr-el-Eshrin, la ciudad iraní situada a quince kilómetros de la frontera que está en poder del Ejército iraquí desde el pasado jueves.Qasr-el-Eshrin es ahora una ciudad desierta. Sólo se pueden ver unas cuantas mujeres y niños en los barrios del extrarradio. Unos cuarenta kilómetros hacia el interior del territorio iraní, el frente parece estabilizado.

Nada hace creer que esta zona haya vivido hace pocos días una dura batalla. «No hubo casi resistencia. Estaban desmoralizados. Con los tanques que dejaron abandonados en su huida, podría formarse una división de carros», dice un general de brigada del Ejército iraquí.

Más información
Irán se niega a negociar con el régimen iraquí
Beguin califica de agresor a Irak
Los Emiratos Arabes temen verse implicados en el conflicto
Atenas: "El signo de la guerra ha cambiado"
EE UU desplaza discretamente fuerzas navales al golfo

Lo cierto es que casi no hay casas destruidas, ni rastro del funcionamiento de la artillería, ni vehículos destripados. El pequeño hospital de Qasr-el-Eshrin está completamente desocupado. El polvo que cubre la camilla de primeros auxilios que se encuentra a la entrada hace creer que ha pasado cierto tiempo desde la última vez que fue utilizada.

A veinticinco kilómetros de la frontera y sólo diez de Qasr-el-Eshrin se puede ver el único edificio que muestra señales de violencia: es la sede regional de la radio irarí, que ha sido derribada con un bulldozer. En la carretera, el tráfico de vehículos militares es escaso. Los iraquíes han cesado ya su avance en esta parte del frente y el Ejército denota sólo cierta actividad en las ciudades.

En la carretera que une Qasr-el-Eshrin con la emisora de radio encontramos, por fin, la única señal de lo que, más que un combate, parece una pequeña emboscada. Un carro norteamericano MK-60 y un camión, ambos del Ejército iraní, han quedado seriamente dañados por el fuego enemigo, en los bordes de la carretera.

Guerra ideológica

Con la ocupación de esta zona, ha comenzado ya una segunda guerra: la guerra ideológica. En la .avenida central de Qasr-el-Eshrin, cubierta por el polvo que levantan a su paso los carros de combate, los iraquíes han instalado una biblioteca ambulante, repleta de propaganda política, y destinada, al parecer, a los ahora inexistentes habitantes de la ciudad, que hasta hace una semana eran más de 150.000.

Los retratos del imán Jomeini y los otros líderes de la revolución iraní han desaparecido de los muros de la zona ocupada por los iraquíes. La variada iconografía del líder iraquí, Saddarri Hussein, ha venido a sustituirlos. Saddani está presente en todos lados y de todas las maneras posibles: de militar o de civil, con casco o kefia, rodeado de niños o en la soledad de su despacho.

El general de brigada que nos acompaña parece haberse aprendido bien el discurso leído por Saddam Hussein, ante la televisión, el pasado domingo. «Nosotros no reivindicamos esta zona. La hemos ocupado sólo para hacer presión frente a los iraníes, para que respeten el acuerdo de Argel de 1975 », dice el militar.

Litigio territorial

El único litigio territorial existente entre Irak e Irán en esta zona central de su frontera común es una pequeña colina de relativo valor estratégico, que los iraníes dominaban hasta el comienzo de esta guerra.

Los iraquíes no parecen tener mucho interés en explicar el sentido que tuvo militarmente abrir este frente, pero las razones resultan casi evidentes: Qasr-el-Eshrin está a tan sólo unos doscientos kilómetros de Bagdad, y, aunque era poco probable que los iraníes trataran de avanzar por este lado, el Ejército de Irak decidió, quizá, curarse en salud, rompiendo la frontera enemiga y adentrándose medio centenar de kilómetros en su territorio.

«Los habitantes de Qasr-el-Eshrin comienzan a volver poco a poco», grita un oficial iraquí que trata de hacerse entender sobre el ruido de los motores de los carros de combate que van y vienen por la ciudad. De momento no parece que esta zona vaya a volver a la normalidad de un día a otro. Asomándose desde una esquina, un grupo de niños curiosea el material de guerra iraquí. Están sonrientes: el conflicto les ha librado de la escuela.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_