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El estallido del combustible no afectó a la cabeza nuclear del Titan II

La explosión de un silo subterráneo que albergaba cohetes del modelo Titan II en las cercanías de la pequeña población de Damascus, en el Estado de Arkansas, pudo desencadenar ayer una catástrofe nuclear en Estados Unidos.

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Afortunadamente, sólo estalló el combustible licuado, sin provocar la explosión de la cabeza nuclear que equipa los misiles. «No hay ningún peligro de radiación nuclear», declaró un portavoz del Pentágono en Washington, comentando los hechos, que ocurrieron a las tres de la madrugada del viernes, hora local (diez de la mañana, hora de Madrid). Por su parte, el presidente Carter confirmó el dictamen del Pentágono.Inmediatamente después de la explosión del combustible se elevó una columna de humo y fuego, iluminando la noche como en pleno día, según manifestaron testigos directos del accidente. Veintidós miembros de las Fuerzas Aéreas norteamericanas sufrieron heridas, de los cuales dieciocho se encuentran hospitalizados con quemaduras de primer y segundo grados.

Bill Clinton, gobernador del Estado de Arkansas, situado en el suroeste de Estados Unidos, dijo que el único peligro era la contaminación tóxica que pueden producir los humos originados por la explosión. Unas mil personas fueron evacuadas inmediatamente alrededor de unos veinte kilómetros de donde estalló el silo.

«Hace tres semanas dije a mi mujer que vivimos en uno de los sitios más peligrosos del mundo», declaró uno de los evacuados, Randal Thorn. Las autoridades consideran que los humos tóxicos serán rápidamente absorbidos en la atmósfera por los vientos de la zona. Un equipo de físicos del Departamento de Sanidad fue trasladado al lugar del accidente, sin que se haya comprobado la existencia de radiaciones nucleares, según las versiones oficiales.

«El accidente no es motivo de alarma», declaró el secretario de las Fuerzas Aéreas, Hans Mark, al comunicar la versión oficial del accidente. Todo empezó a las 19.30 horas del jueves, hora local, cuando comenzó a arder un depósito de combustible licuado, utilizado para la propulsión de lo misiles.

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Las normas de seguridad funcionaron, inundando el silo con agua, pero sin lograr evitar la formación de gases, que concluyeron horas más tarde con la explosión del silo, que, siempre según la versión oficial, en ningún caso podía desencadenar el estallido de la bomba de hidrógeno que equipa al misil.

Horas antes del accidente en la base de Arkansas, el presidente Jimmy Carter había recordado en conferencia de Prensa en Washington que «la mejor arma es la que nunca ha debido utilizarse», pero recordó la necesidad de poseerlas para mantener el equilibrio de fuerzas entre las dos grandes superpotencias, en comentario a las próximas negociaciones sobre una limitación de armas nucleares en Europa, cuyas conversaciones preparan la semana próxima en Nueva York el secretario de Estado norteamericano, Edmund Muskie, y el ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko.

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