Ataúd y sepulturero contra el dragón

ENVIADO ESPECIALEl pasado miércoles se proyectó una de las películas más esperadas de esta edición del certamen donostiarra: Gloria, de John Cassavetes, premiada en el último festival de cine de Venecia y que confirma a su realizador como uno de los creadores más sofisticados y difíciles del cine norteamericano actual.

El arranque del filme recuerda al Win Wenders de El amigo americano, y, sobre todo, el que rinde homenaje a Nicholas Ray: varios planos aéreos de este protagonista fascinante que es la ciudad de Nueva York, con una música de saxo de Bill Conti absolutamente apropiada para un filme que tiene aspecto de serie negra. Después, las escenas se suceden para mostrarnos a una Gena Rowlands que rebosa atractivo, serenidad y disparos.El filme alcanza ese clima de angustia y opresión que ya nos mostrara Cassavetes en su El asesinato del apostador chino. El personaje central parece una síntesis de Ataúd y Sepulturero, los dos detectives de las novelas de Chester Himes, inmerso en un cuento de hadas, porque la lucha que lleva Gloria contra una mafia innombrada y kafkiana se asemeja con frecuencia a la lucha del caballero contra el dragón, con la salvedad de que en este caso la princesa es un niño puertorriqueño al que, finalmente, logra rescatar del peligro.

La película, a nuestro juicio, bordea con frecuencia las situaciones ridículas, inimaginables -como en los cuentos-. Sin embargo, el realizador las narra con un oficio más que suficiente para que el espectador se deje arrastrar por las acciones de ese cúmulo de violencia femenina que es Gloria, sin pararse a pensar en el grado de verosimilitud de las mismas.

En definitiva, pedirle credibilidad al cine es desvirtuar su capacidad mágica y ensoñadora. Cassavetes, que firma también el guión, nos ha contado su cuento de hadas y dragones, de mafias y puertorriqueños, de Nueva York y sus taxis amarillos transgrediendo continuamente la hipotética raya que divide lo real de lo fantástico, para concluir en un final feliz, aunque, eso sí, rodeado de tumbas por todas partes.

"La mano negra"

La mano negra, de Fernando Colomo, es la segunda de las cuatro películas seleccionadas en la sección oficial. Emitir un juicio crítico sobre una película que hace tiempo inició su andadura comercial parece, cuando menos, innecesario. Cabe apuntar, a nuestro juicio, alguna cualidad: en primer lugar, el mero hecho de haber sido realizada.Cuando la industria cinematográfica española da muestras de su raquitismo, cuando el mercado parece copado por las grandes empresas multinacionales, conchabadas con una distribución y exhibición que hace tiempo arrojó la toalla del cine nacional, empeños autogestionarios como las tres películas de Colomo, o tantas otras de características de producción similares, merecen el respeto de los profesionales del medio. El favor del público es otro cantar, pero, afortunadamente, casos como el de Opera prima, de Fernando Trueba, coproducida por Colomo, alientan siempre la esperanza o, cuando menos, permiten su existencia. El público donostiarra acogió con agrado esta nueva comedia de Fernando Colomo en la que una trama policiaca o detectivesca la confiere su especificidad.