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Reportaje:

Un palacio unido a la historia de Austrias y Borbones

Pero ni uno ni otro lograron borrar el indeleble carácter monárquico que ha acompañado al amplio edificio, ubicado en una de las zonas más nobles de Madrid, a lo largo de su historia. Allí cazaba Enrique III el Doliente, en el. siglo XV, y allí pasaba temporadas de descanso, en el siglo XVI, el emperador Carlos III. Austrias y Borbones magnificaron el palacio con sus estancias, y en él murió Alfonso XII, en 1885 También en palacio residió una princesa inglesa que llegaría a ser reina de España: Victoria Eugenia de Battemberg. Juan Carlos renunció a residir en él, pero fue el principal impulsor de la idea de que fuera residencia de visitantes extranjeros ilustres.Un primitivo coto de caza

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El palacio de El Pardo, una residencia con cuatro siglos de historia, destinado a jefes de Estado extranjeros

En el año 1404, el monarca Enrique III, apodado el Doliente mandó construir, donde actual mente está ubicado el palacio de El Pardo, una casa real, que fundamentalmente era utilizada como coto de caza, hasta que en 1543 el emperador Carlos V ordenó el levantamiento del actual palacio al arquitecto Luis de la Vega, quien demolió el vetusto pabellón de caza.

La obra no concluyó hasta 1569, bajo el mandato de Felipe II, cuando fue levantado un edificio cuadrangular de dos pisos y un sótano con cuatro torres salientes en los ángulos, en granito, excepto los lienzos de las fachadas, que son de ladrillo agramilado con el típico contraste de color, que es la nota característica de los palacios castellanos. El incendio de 1604, ya bajo el reinado de Felipe III, le dio ocasión al rey para llevar a cabo una profunda restauración, principalmente en los aspectos decorativos.

El advenimiento de los Borbones significó un cambio profundo, y su sucesión fue completamente aceptada por la casa de los Austrias y por el pueblo; pero este cambio dinástico tuvo una notable repercusión en la arquitectura de la época, ya que Felipe de Borbón anexionó al palacio lo que hoy conocemos como el cuartel de La Zarzuela, guardia real que mantiene un fuerte dispositivo de seguridad en torno a la finca.

Pero será con Carlos III (1759-1788) cuando el palacio va a experimentar una espectacular ampliación, de la que resultaron la duplicación del edificio primitivo, intercalando un patio central como cuerpo de enlace entre ambos rectángulos. Carlos III construyó la casa de los Infantes, la de Oficios, la Ballestería, las caballerizas y el cuartel de guardias. El plantó la semilla de lo que hoy es el pueblo de El Pardo.

En 1885 murió en el palacio Alfonso XII, y sólo veinte años después se llevaron a cabo nuevas obras para acondicionar los aposentos de la princesa inglesa que iba a ser reina, Victoria Eugenia de Battemberg.

A los seis lustros de esto, el palacio fue la residencia del presidente de la República española, Manuel Azaña, y tras la guerra civil se restauró el palacio por el arquitecto Diego Méndez, Para que en marzo de 1940 comenzara a ser habitado por el general Francisco Franco. Tras la muerte de éste, el 4 de agosto de 1976, el palacio fue abierto al público como museo, y ahora la presente propuesta parece seguir la historia de este conjunto que se inició hace cinco siglos.

Las obras pictóricas más sobresalientes, entre el grupo de cuadros de los siglos XV, XVI y XVII, son las de Ramón Bayéu, Juan Gálvez y Lucas Jordán, cuyas pinturas inundan gran parte de las habitaciones del palacio. En cuanto a las pinturas de caballetes, destacan el Retrato de Isabel la Católica y los dos cuadros de Luis Morales Ecce Homo y La Virgen con el Niño

El Pardo no posee, por el contrario, una importante colección de esculturas antiguas, mientras la colección de tapices de la corona española es una de las más valiosas del mundo. También es de señalar la destacable muestra de muebles rococós del siglo XVIII, así como importantes lápidas conmemorativas de gran valor histórico.

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