EE UU ofrece ayuda y espera la vuelta a la democracia
«Estados Unidos espera una rápida recuperación de las instituciones democráticos en Turquía», comentó, sobriamente, el portavoz del Departamento de Estado, en Washington. Añadió que los militares turcos informaron a la Embajada de EE UU en Ankara de la toma del poder. Agregó que la «importancia estratágica de Turquía no es distinta hoy de lo que era antes» y que Estados Unidos «continuará su ayuda financiera, necesaria para la recuperación de la economía turca».El portavoz desmintió que hubieran existido contactos previos al golpe de Estado entre los militares turcos y el general Jones, comandante en jefe del Ejército norteamericano. Washington no entró en consideraciones sobre las maniobras en Turquía de fuerzas militares pertenecientes a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El golpe de Estado militar en Turquía es objeto de análisis en la capital norteamericana, bajo sus aspectos políticos y estratégicos, sin olvidar su dimensión en el contexto de la OTAN. En este último capítulo, Washington no ignora las tensiones que puede originar en el seno de la OTAN la aparición de un nuevo régimen dictatorial (que ha abolido la Constitución y detenido a los miembros de un Gobierno democráticamente elegido) en un organismo como la OTAN, cuyos principios apoyan los sistemas democráticos. Supone una nueva espina, después de haber superado las dictaduras en Grecia y Turquía, con cuyos sistemas convivió la OTAN en el pasado.
La importancia estratégica de Turquía en el conjunto de la defensa occidental se incrementó, si cabe, después de la salida obligada de los militares norteamericanos estacionados en Irán. Los puestos de observación que contaba el Ejército de EE UU en Irán fueron desplazados al territorio turco, que cuenta con 592 kilómetros de frontera común con la URSS, y unos 1.600 kilómetros de costas en el Mar Negro, considerado como un lago totalmente controlado por la Marina soviética.
En marzo de este año, Washington y Ankara firmaron un nuevo tratado de cooperación que ponía término a cinco años de enfriamiento en las relaciones militares, debido a la intervención del Ejército turco en la isla de Chipre, en julio de 1974. Actualmente, EE UU cuenta con una docena de bases militares en Turquía y unos 4.900 militares.
En Washington se abstienen de comentar la evolución que podría tener la sociedad turca, pero parecen tranquilizados (declaraciones pro democráticas aparte) de la estabilidad que los militares pronorteamericanos turcos pueden devolver a un país socavado estos últimos meses por una violencia política que suma más de 4.000 víctimas mortales, desde que el líder de centro-derecha Suleimán Demirel sustituyó al socialdemócrata Bulent Ecevit.
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