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FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE VENECIA

La fascinación tecnológica de Antonioni

El realizador italiano Michelangelo Antonioni opina que la electrónica es el futuro del cine y pretende demostrarlo a través del trabajo realizado en El misterio de Oberwald, película estrenada ayer, fuera de concurso, en la Mostra Internacional del Cine, de la Bienal de Venecia. La experiencia, rica en sugerencias, ofrece un amplio material de análisis en el campo de los medios audiovisuales, como el uso de las telecámaras, la utilización del color y el montaje electrónico, y puede abrir una polémica entre los especialistas. Antonioni y Mónica Vitti, protagonista de la película, comentaron en conferencia de Prensa el rodaje y montaje de esta producción de la Radiotelevisión Italiana.

En la pasada edición de la Mostra, Antonioni había demostrado su entusiasmo por la utilización de las telecámaras y otros medios electrónicos en el rodaje de El misterio de Oberwald, basada en la obra teatral El águila de dos cabezas, de Jean Cocteau, quien también tuvo el proyecto de trasladarla al cine. Además de los nuevos caminos que puede abrir en los campos de la producción y en las relaciones televisión-cine, ya que en el equipo han trabajado técnicos de la RAI, la experiencia de Antonioni no tiene precedentes en el sistema de rodaje ni en el proceso de pasar la cinta magnética a película cinematográfica. Tanto en la Mostra como en el mercado se presenta en copias de video y de película.Aunque la experimentación con el color aparecía en películas anteriores, Antonioni se definió ayer a favor de las posibilidades de la electrónica porque permite tener un control casi absoluto del color y utilizarlo en función de las necesidades de la narración. Quizá sea este el aspecto que más llamó la atención, y se presta a la polémica, durante la proyección de la película, con los virajes de color en la misma secuencia e incluso subrayando, como si estuviera pintado sobre el «negativo», el cuerpo y el entorno de algunos personajes más claramente definidos en el aspecto moral. Al tratarse de una historia basada en Luis II de Baviera y la emperatriz Isabel de Austria, con la intención de Cocteau de reunir un drama humano con la fuerza dramática de la interpretación de Edwige Feuillere y Jean Marais, los caracteres en términos de buenos y malos puede hacer identificar los colores con una valoración de categoría moral. Antonioni no cae en esta simple fórmula y su dominio de expresión cromática nunca es gratuito, como demuestra en las tomas de exteriores, sobre todo paisaje, con la riqueza visual minuciosa, síntesis de laboratorio y artista.

La realidad violentada

El director de El misterio de Oberwald no podría conseguir los mismos efectos con las técnicas habituales en el cine. Ayer explicó que el color en el cine se ha aplicado de una forma naturalista, para reproducir fielmente la realidad, y contra esto afirma que la realidad debe ser violentada, como la distorsionan las gamas empleadas en el blanco y negro. El amanecer con que se inicia la película, o el cromatismo de los campos, o la pintura de los decorados no se encuentran en la percepción del ojo humano. Para eso están los mayores avances técnicos de nuestra época, el empleo de las telecámaras, las mezclas y efectos electrónicos, capaces de replantear una nueva expresión pictórica en la comunicación visual. Con la electrónica y la banda magnética se puede revolucionar el cine tradicional, al que Antonioni quiere unir la poesía.En cuanto a los aspectos técnicos más significativos, dentro de una serie de experiencias realizadas en diversos países para hacer con medios electrónicos los programas destinados a los circuitos cinematográficos, se señalan las posibilidades de reelaboración de la imagen ofrecida por el medio electrónico en las fases de rodaje y montaje, los nuevos sistemas de registro y montaje en video y la realización de una versión cinematográfica en 3,5 milímetros a partir del video.

En la parte de estudios teóricos de la Mostra, como es habitual en sus ediciones, la tecnología aplicada al cine preocupa a los creadores y especialistas, por lo que se han organizado seis conversaciones en torno a aspectos que involucran a los autores y a la tecnología. Ya se han celebrado cuatro sesiones, dedicadas al cincuenta aniversario de La canción del amor, de Gennaro Righelli, primera película sonora italiana; los ochenta años del director Alessandro Blasetti, uno de los padres del cine italiano; el trabajo de la versión íntegra de la película Ludwig, de Visconti, y una mesa redonda sobre Roberto Rossellini. Hoy habrá un encuentro con Antonioni y Martín Scorsese en torno al color fade out, nombre técnico para denominar la coloración de la película. La bienal del cine piensa dedicar el próximo año un seminario sobre la investigación tecnológica y el color. El próximo domingo se hablará sobre la teoría y la técnica de los efectos especiales a partir de las películas de George Lucas e Irwin Kerscher.

Francia presentó La pequeña sirena, de Roger Andriex, quien comentó su interés por el elemento alegórico y mágico en esta aventura de seducción de una chica de catorce años sobre un mecánico de cuarenta, una especie de Lolita a la inversa o, como calificó el realizador, «un Fausto moderno».

Menos romántica es la película italiana La muchacha de la calle Millelire, de Gianni Serra, conocido realizador de televisión, que recoge con realismo la vida de una chica en los suburbios de Turín y la estancia en diversos centros de asistencia social, un mundo desarraigado, cercano a la delincuencia y la droga, frentea tina sociedad que no ofrece alternativas.

La temática cinematográfica se ,completa con la nueva película del francés Claude Faraldo, conocido en España por el éxito de Themroc, que en esta ocasión, con Dos leones al sol, insiste en arrancar de unos personajes reales para desbordar su propia condición y realidad de todos los días. Dos amigos cuarentones, uno viudo y otro separado, deciden abandonar su trabajo y vivir libres al sol. Faraldo recordó que parte de individuos normales puestos en una situación posible, a causa de su aburrimiento existencial, pero que se niega a ofrecer soluciones.

Información española

La limitada asistencia de profesionales españoles a la Mostra tiene una excepción en el realizador Julio Diamante, conocedor desde hace años de la trayectoria seguida por el festival, desde su implantación como certamen de calidad en los aspectos estrictamente cinematográficos hasta la contestación ultraizquierdista de 1968, que atacó la gestión de Luigi Chiarini. También sigue de cerca la nueva etapa, desde la edición anterior, que lleva la marca de Galasso y Lizzani, responsables de la Bienal y de la Mostra.Julio Diamante confirmó a EL PAÍS que seguirá como director de la Semana Internacional de Cine de Autor de Benalmádena, que se celebrará el próximo mes de febrero, organizada por la Diputación de Málaga, con la posibilidad abierta de participar otros organismos. «El festival va a seguir la misma línea y existe una propuesta concreta para desarrollar otras actividades», señala Diamante, quien lleva diez años al frente de la semana de Benalmádena, organizada hasta ahora por el ayuntamiento de la ciudad, que ya no participará directamente, al plantearse serias diferencias de criterios en cuanto a los objetivos de la misma. El festival seguirá defendiendo un cine nuevo e independiente, con valores de difusión en el mercado español.

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