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Fassbinder y Visconti, protagonistas del Festival de Venecia

Se presentaron "Berlín Alexanderplatz" y "Ludwig"

La Mostra Internacional del Cine, de la Bienal de Venecia, programó el pasado domingo dos acontecimientos significativos para la historia última del cine: la presentación de Berlin Alexanderplatz, de Rainer Werner Fassbinder, uno de los proyectos más ambiciosos de la televisión alemana, y el estreno mundial de la versión completa de Ludwig, de Luchino Visconti, propiedad de la primera cadena de la Radiotelevisión Italiana, estas realizaciones demuestran la capacidad artística y económica de algunas televisiones europeas, así como el respeto intelectual por las obras de creación individual para darlas a conocer a millones de espectadores.

La obra de Fassbinder, cineasta habitual en las salas de arte y ensayo madrileñas, se basa en la novela homónima de Alfred Doblin (1878-1957), escrita entre 1927 y 1929. Las narraciones de Doblin, fundador de la revista expresionista Der Sturm, se sitúan en la línea de un Joyce y el movimiento literario de la nueva objetividad, con acumulación de materiales, estilos y sensaciones. Ya en 1931 la novela tuvo una primera versión cinematográfica, a cargo de Phil Jutzi, saludada en su momento como una realización clave del cine alemán de los años treinta y recordada ahora en la Mostra veneciana, junto con otras obras del expresionismo alemán.Berlin Alexanderplatz ocupa en su planteamiento de televisión una serie de catorce capítulos, con una duración total de quince horas y 36 minutos. En las sesiones del domingo y ayer se pasaron cuatro capítulos y su visionado completo llegará hasta el próximo sábado. La acción se sitúa en el año 1928 y comienza con la salida de la cárcel del protagonista, Franz Biberkopf, condenado a cuatro años por el asesinato de su novia. En los capítulos proyectados, en versión original, con subtítulos en italiano, la descripción minuciosa de la cámara de Fassbinder, la hondura de los personajes, un escenario riguroso y justo, ofrecen toda la complejidad de los sentimientos y la situación social de la sociedad alemana en los años de la formación del nacionalismo y el nazismo. Ya en el segundo capítulo el protagonista, con crecientes dificultades de encontrar trabajo, se coloca el brazalete con la cruz gamada para vocear periódicos de la Volkischer Beobachter, lo que provoca enfrentamientos dialécticos con sus amigos y las nuevas relaciones que establece en la ciudad.

En esta producción del monstruo Fassbinder, el cineasta alemán con menos años y más metros de película en el mercado, intervienen actores conocidos en otras películas, como Gunter Lamprecht, Hanna Schygulla, Barbara Sukowa, Gottfried John y Franz Buchrieser. Todo el proyecto, según Dieter Mirix, director de la producción, ha costado trece millones de marcos (unos 520 millones de pesetas), lo que significa una inversión de 15.000 marcos (unas 600.000 pesetas) por cada minuto de proyección. El rodaje en Berlín y Mónaco, con ambientaciones de las cuatro estaciones, ha durado 165 días completos, con la intervención de 37 actores principales y 250 extras cada día.

El público sigue con interés, cada día, la proyección de dos capítulos diarios y puede comprobar la diferencia abismal con las habituales series y telefilmes que imponen las televisiones. La televisión no ha decidido todavía la fecha de su programación por la pequeña pantalla, donde es posible que no se recoja con fidelidad el trabajo visual del director de la fotografía, Xaver Schwarzenberger, enamorado, como Fassbinder, de Josep von Sternberg, un maestro de la luz. El espectador más curioso puede reconocer el escenario de la famosa Altberliner strasse, utilizada, en principio por Bergman para El huevo de la serpiente, y después por otros directores, incluso el propio Fassbinder en muchas escenas de Dispair.

La presencia del actor alemán Helmut Berger en el teatro de la Fenice, de Venecia, en la sesión especial de estreno de la versión completa de Ludwig, era el homenaje vivo de un grupo de amigos y admiradores de Luchino Visconti, que tras una larga lucha han conseguido rescatar y ofrecer la película que realmente hubiera querido firmar el realizador.

Cuatro horas y veinticuatro minutos dura esta versión, propiedad de la Radiotelevisión Italiana, tal como figura en el proyecto inicial de Visconti, y completada por su equipo de colaboradores, en especial el trabajo realizado por el escenógrafo de la película, Suso Cecche d'Amico, presidente del jurado de la Bienal. Una vez conocida en Venecia, la película será proyectada en capítulos por la RAI y distribuida a varios países. El próximo mes de octubre se proyectará en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

La copia de Ludwig que conoce el público llega a las dos horas, después de sucesivos cortes para reducir el tiempo, impuesto por las productoras y otros atropellos de distribuidores y exhibidores. La terminación del rodaje, en 1972, coincidió con la enfermedad de Visconti, fatigado para luchar por el metraje que necesitaba. Un año antes de morir (1976) mandó hacer copias en video-casette de sus películas, pero se negó a incluir a Ludwig.

A partir de unas denuncias de la Prensa sobre la matanza de la película, un grupo de colaboradores de Visconti inició en 1978 una larga batalla judicial y burocrática para evitar la especulación de la película y conseguir una versión íntegra, tal como hubiese querido Visconti. Tras algunos problemas con la copia enviada a la Mostra, la película ha desbordado la audiencia prevista y se ha proyectado en un cine del Lido y en sesión especial en la Fenice. Habrá otra proyección el último día de la Mostra.

Tanto Berlin Alexanderplatz, como Ludwig, se presentaron fuera de concurso, en el lote importante de la Radiotelevisión Italiana, junto con las previstas, El misterio de Oberwald, de Antonioni, y Venecia, última tarde del carnaval, de Carlo Tuzzi. A concurso presenta, en la sección Cinema 80, Alejandro el Grande, de Anghelopoulos, y en el Taller Veneciano, La joven de la calle Millelire, de Gianni Serra; La otra mujer, de Peter del Monne; Hombres y no, de Orsini, y Charlotte, de Franz Weisz. Además, en la sección Contracampo, que recoge las últimas producciones del cine independiente italiano, la RAI presenta siete películas. Todo este material, que da una idea de la importancia de la televisión en la industria cinematográfica, son producciones propias o coproducciones con otros países.

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