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Clamoroso triunfo del grupo británico "Police"

Gran despliegue de fuerzas del orden y mínimos incidentes

Problemas, lo que se dice problemas, no los hubo el domingo en el primer concierto de la temporada. Era lo de Police y era el estadio Román Valero, tan célebre él. Ya desde lejos se percibía un ambiente tranquilo, como de mar bravo vislumbrado tras de altos malecones. Construcciones estas que aquí se presentaban bajo la figura de más de veintiocho furgonetas de la policía (la otra) y altas tapias erizadas de cristales, rejas y alambre de espino. Y, claro está, no pasó casi nada. Si acaso, la camisa rota (más bien destrozada) de algún audaz que consiguió salvar todas las barreras en plan más deportivo que económico. Total, que los organizadores estaban tan contentos y eufóricos que emplearon la madrugada en comunicar a los medios de comunicación que habían asistido más de 13.000 personas y que todo había sido precioso. Ahora, a dormir la mona y a preparar la próxima con parecida suerte y eficacia.

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Comenzaba el festival Dr. Feelgood, grupo de pub inglés que, como acostumbran, descargaron una marcha agradable y directa, rythm and blues, con mucha armónica y un guitarra enormemente feo, a quien apenas se veía desde la lontananza de los rezagados. Para calentar el ambiente, están bien, aunque lo suyo, muy probablemente, sea pasto de lugares más pequeños. Pero como fueron breves, quedaron tan ricamente y el personal satisfecho.Un personal que en parte tenía todavía las maletas del regreso vacacional en el coche o a cuestas, un gentío multiforme de rostros barbados y de tiernas criaturas. Un público heterogéneo que es el de Police y que se iba a encontrar con la sorpresa de XTC.

O, lo que es igual, Barry Andrews y sus amigos. Un grupo en blanco y negro que toca pop y rock (ellos lo dicen) con una energía tremenda, unos arreglos simples y efectivos y una larga serie de buenas canciones que en unos momentos recordaban a los Yardbirds y en otros a los mismísimos policías. El sonido iba siendo bueno y cada cual se distraía a su manera: los unos, practicando el conocido juego de aplastamiento (a uno del grupo se le empuja y todos los demás se tiran encima con el sano propósito de asfixiarle o romperte un brazo), los otros amagando paso de baile y otros cuantos solitarios buscando algún amigo entre tanta basca ignota. Aparte de ello, unos ciegos importantes y escenas de caza en la baja Baviera, o, por mejor explicar, los 100.000 que buscan un pitillo rubio o un papelillo. Ambiente, que se dice.

Pero Police. ¡Oh! ¡Cómo son! ¡Qué guapamente se lo montan! ¡Con qué buen pie empezamos la temporada! Resulta que todas sus canciones son buenas y las que lo son un poco menos las tenemos todos tan escuchadas que da lo mismo. Y que el Sting es un demasiado cómo grita, que parece como si un día se le fuera a caer la garganta, rota, fané y raspada. Porque el hombre canta como Dios (manda), afina todo y además es lo suficientemente listo como para sólo forzarse en canciones claves como Roxanne o Walking on the moon.

Agarrado a su contrabajo eléctrico o al bajo aguitarrado, Sting tocaba además muchísimo, y de cuando en cuando se lanzaba a bailar un poco en tono epileptoide, pero controladísimo y superespectacular. El es dos tercios del grupo, pero Stewart Copeland le pega a la batería con un sorprendente sentido melódico, sacando al mismo tiempo, unas síncopas que mantienen en todo momento una pulsación básica en medio de cualquier improvisación o desarrollo de las canciones. Por su parte, Andy Summers es un buenísimo guitarra de acompañamiento y una vulgaridad al punteo. No se puede tener todo, pero el concierto fue de recordar. Y así, con apenas una hora de actuación fue discurriendo la actuación de Police, con todas sus canciones conocidas y otras nuevas que entraban lo mismo. A última hora se levantó la luna y allí, bailando en plan tribal, una comunidad de 13.000 almas perdidas le rendía culto al ritmo de una música. Una música de marcha y matices, buena para el nene y la nena, intergeneracional ella, reggae con letras rubias, un sonido y una cosa. O sea, Police.

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