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La historia del puritanismo censor en Televisión Española / y 2

La censura moral fue cediendo; la censura política continúa

El género bélico, a juzgar por las fichas de los «asesores» de Televisión Española y por su abundante programación, es uno de los productos preferidos por Prado del Rey, siempre que se censuren las alusiones a las tropas nazis, como en La casa de la colina del telégrafo, de Robert Wise: «Al comienzo, una voz en off dice sobre la imagen de una casa nueva y, luego, en ruinas: "Así fue cómo quedó cuando pasaron los alemanes". Cortar lo subrayado». De ahí que Los carabineros, de Jean Luc Godard, sea prohibida con la sorprendente explicación: «Humanamente, brutal; ideológicamente, antibelicista». Previamente el censo ordenaba cortar, entre otros planos, el de «anuncios en revistas de sostén y calzoncillos». Al final de la escapada, también de Godard, se prohíbe porque se considera «erótica y pornográfica en su totalidad», allá por mayo de 1968, cuando la revolución parisiense, de la que Godard sería un abandera do cinematográfico.

¿Quién dijo que eras fría?

Las relaciones sexuales, apenas insinuadas entonces, los más comunes gestos de afectividad, eran prohibidas sistemáticamente sea cual fuese el estado civil de los protagonistas o la especie animal a que perteneciesen. Fray Antonio manda cortar «el plano rápido del gallo montando a la gallina», de la película mexicana Bugambilia, dirigida por Emilio Fernández. El censor adjunta a la comedia La primera vez (The first time, de Frank Tashlin, 1956), el siguiente informe: «Suprimir el diálogo dentro de la casa, que se casan, etcétera, y tienen un becerro. Creo que puede cortarse cuando entran en sus propias casas y unir al amanecer. Y, poco más adelante, la voz en off del niño que habla de que el toro y la vaca se llevaban bien» (enero de 1968).

En la excelente Anatomía de un asesinato, de Otto Preminger, donde la prueba judicial son unas bragas, el censor investiga por su cuenta en un intento por conseguir la verdad: «Conocido ya el tema, debo advertir que puede darse un juicio adverso por personas influyentes. La película en sí es admirable, con una buena presentación. No obstante, he señalado tres momentos más crudos: 1) cuando se habla del momento de violación: que el hombre no era estéril y que, naturalmente, la mujer debía quedar embarazada a no ser que usase anticonceptivos; 2) cuando se habla de que no había señales de semen en la mujer; 3) cuando se muestra el panty, pero se hace de modo muy discreto y nada grosero». Los jefes decidieron cortar en octubre de 1969 los dos primeros momentos, y en cuanto al tercero, pasará a la historia del anecdotario, porque fue la primera vez que salió al aire la palabra panty.

En el largometraje Un rostro en la muchedumbre, de Elia Kazan, el censor ordena que se suprima «por dos veces la frase la familia que reza unida permanece unida», y añade que también se suprima la expresión «ustedes, las recatadas, son muy frías, pero en el fondo desean lo mismo que las demás», así como «aligerar toda la escena junto a la puerta en lo que se pueda y, desde luego, haciendo desaparecer el beso y frase ¿quién dijo que eres fría hasta que pasa la pareja» (marzo de 1967). Una fugaz porción de cuerpo femenino es inmediatamente atajada, como le sucede a Paulett Goddard en El castillo maldito, de George Marshall: «Suprimir plano de muslo cuando se le abre la bata».

Marilyn: una chica que no conviene

El censor reconoce que hay casos extremadamente difíciles para efectuar los arreglos en moviola, y entonces ofrece desinteresadamente su experiencia: «Atención: todo el comienzo de la película debe aligerarse de escenas, desnudos actos, etcétera, de mal gusto e inmoralidad. Labor difícil (si es necesario, llamar al censor)». Se trataba de Río sin retorno, de Otto Preminger, con Marilyn Monroe y Robert Mitchum. Marilyn Monroe, a quien Televisión Española dedicó un excelente cielo, resultaba particularmente difícil para el censor. Las fichas en que interviene la actriz son las más abundantes en cortes. Se observa, incluso, la familiaridad del «asesor» con su víctima.

Mariano del Pozo opina así del largometraje Bus stop: «Titulada para la televisión americana The wrong kind of girl (Una chica de las que no convienen), tiene como principal inconveniente el exhibicionismo de la Monroe durante casi todo el filme, aparte de que los personajes resultan muy poco lógicos y de reacciones primitivas» (diciembre de 1970). Bus stop, curiosamente, ya había sido probada con seis cortes, por otro censor, en marzo de 1967. En Cómo casarse con un millonario, de Negulesco, Marilyn Monroe no sale incólume de ninguno de los decorados: se, manda cortar su imagen en traje de baño, en la casa de modas, eso sí, sin hacerle demasiado daño («habría que aligerarlo con cuidado», comenta Antonio Sánchez en su hoja), en la nieve, en el apartamento, «todos los planos del coche en que se están besando» y «el beso final de la secuencia». Mariano del Pozo confiesa que no necesita ver los 45 minutos que le quedaban por visionar para hacerse una idea sobre La tentación vive arriba, de Billy Wilder, con Marilyn Monroe, faldas al viento: «He visto cosa de una hora de película. Me resulta poco adecuada para su inclusión en la primera cadena». Añade que le molestan, en particular, «los detalles y el personaje de la Monroe» (noviembre de 1970).

Frases con problema en el largometraje "Casablanca"

Transcripción de la ficha de censura del largometraje Casablanca, de Michael Curtiz (1942), interpretado por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. Televisión consideró especialmente difíciles los siguientes diálogos de la banda sonora.

Minuto 5. Con ocasión de la llegada de un grupo de refugiados, un personaje dice: «Entre ellos figura una hermosa joven para míster Renaud, el prefecto de policía».

Minuto 15. Conversación entre militar francés e italiano. En primer plano H. Bogart y Renaud conversan: «¿Y qué me dices de ese pobre y pequeño país que es Grecia? »

Minuto 20. Cuando Bogart propone a Renaud una fuerte apuesta, éste rebaja la cantidady dice: «Sólo soy un funcionario corrompido».

Minuto 52. Declaración del jefe de la resistencia ante el policía: «Ni los nazis pueden matar tan aprisa ».

Minuto 53. Frase de Renaud sobre un sujeto que ha muerto a manos de la policía: «No hemos decidido todavía si se suicidó o murió en un intento de fugarse».

Minuto 54. Conversación entre un negociante del zoco y refugiado que desea conseguir pasaporte: «Tendremos que engrasar a la policía».

Minuto 73. Con ocasión del cierre del cabaret de Bogart, la policía lo justifica diciendo: «Me he enterado de que aquí se juega». En ese mismo momento le entrega un dinero que ha «ganado» en la ruleta.

Fueron muchas otras las actrices que no gozaron del respeto de los censores, como Kim Novak, en Pal Joey, de George Sidney, o Jennifer Jones, en Pasión bajo la niebla, de King Vidor. Fray Antonio escribe de la primera: «Diríamos que es una versión musical del Play-boy» (julio de 1971), y de la segunda: «Creo imposible su programación: venganza, sensualidad, adulterio, odio y demás virtudes que acompañan» (mayo de 1970). Para hacer aún más prohibitivo el argumento del censor, éste admite que Jean Simmons «es una joven atractiva y apasionada» en Cara de ángel, de Otto Preminger, pero que «el argumento entra de lleno contra el criterio de censura moral de que el crimen no queda justificado» (febrero de 1970).

Ni siquiera las películas españolas e hispanoamericanas, más recatadas por lo general, se libran de estos rigores. El censor conoce el tópico sobre las novias de los marineros, pero argumenta: «Aunque el realismo de la vida de pescador podría disimular las relaciones que el protagonista sostiene con una muchacha, el desenlace final del retorno a ella, abandonando a la familia, presenta una tesis incompatible con la moralidad conyugal», se escribe de Los tiburoneros, de Luis Alcoriza.

Es cierto que la cultura, y sobre todo el propio cine, se impuso a las tijeras y al metro de los censores y que se han ganado ya algunos centímetros al puritanismo. Pero cuando Fernando Arias Salgado compareció ante la comisión parlamentaria, después de haber negado en Valladolid que hubiese censura en Televisión, la diputada comunista Pilar Brabo le preguntó qué funciones tienen en el organigrama los señores Antonio Sánchez, Jesús Cea, Mariano Palacios y Agustín Valdivieso. El director general eludió aquel 27 de junio la respuesta. Todos ellos están hoy en RTVE. El padre Antonio Sánchez Vázquez, vestido con traje talar y exhibiendo el carné de identificación azul, propio de los trabajadores fijos, acude a diario a Prado del Rey, visiona películas, retira de la subdirección de programas de producción ajena los guiones de doblaje y se va de la casa, a diario, en el autobús de la una. Hoy, el padre Antonio corrige estilo, es un especialista en sinónimos de palabras que le parecen malsonantes, como estiércol por «mierda» o «mequetrefes» por «maricones». En lo religioso reemplaza a «buenos católicos» por «sus principios», quizá porque hoy ya hasta los católicos irlandeses de Capitanes y reyes, adúlteros y corruptos, se han quedado sin principios por culpa e os guionistas americanos. No se sabe hoy, por ejemplo, si la reposición de Yo, Claudio, que se emite el próximo lunes, se hará en versión íntegra o con los cortes (tres o cuatro) que se le aplicaron en otoño de 1978. En la subdirección de programas de producción ajena aseguran, sin embargo, que el padre Antonio, además de ser muy buena persona, tiene una manga muy ancha.

El censor es servil y procura en todo momento evitar riesgos a sus superiores. El cine español o de temática española no les resultaba muy ejemplar, sobre todo si era realista o hacia alguna incursión en terreno político. El espontáneo, de Jorge Grau, «es un tema realista y triste», escribe el censor, «con muchos aspectos negativos. Vale como documento de una situación, pero es muy poco ejemplar. No es cine familiar y no lo considero adecuado para la primera cadena», (enero de 1971, aunque meses antes había sido aprobada para mayores de dieciocho años).

Una "España de mugre y pobretería"

El momento de la verdad, rodada en España por Francesco Rossi, calca el mismo juicio: «El tema del triunfo y muerte de un torero está tratado en forma realista y documental, acentuando la miseria de los ambientes pobres y campesinos. Es una visión negativa de la ambición. Sus defectos de forma y la nula ejemplaridad del tema aconsejan no programarla» (febrero de 1971). Y para acabar con el mundo taurino, la vieja Sangre y arena, que interpretaron Rita Hayworth y Tyrone Power (1941), no se libra de este calificativo: « Creo que no debe autorizarse. Dramón toreril. España de mugre y pobretería. Mundo torero compuesto de vividores y ladrones, aprovechados de la gloria y dinero del torero, etcétera. Y, ojo, la querida del torero, una verdadera zorra, se llama Sol de Miura, sobrina del marqués de Miura» (julio de 1971).Mientras un censor da por buena (el 5 de octubre de 1971) la excelente película de Fernando Fernán Gómez El extraño viaje -si le quitan algún plano, como «los dos de la chica en biquini mientras la miran los viejos»-, otro censor, al día siguiente, la prohíbe: «Escenas de mal gusto, sujetos anormales y argumento torvo, no presentable en televisión». La niña de luto también tiene cortes: «Dentro del estilo propio de Summers, creo que esta película tiene una mayor carga de irrespetuosidad. Lo más señalado que debería eliminarse es: empleado de pompas encendiendo el cigarro en el velín del muerto. Secuencia del confesionario. Ordeñando una vaca en el cementerio» (septiembre de 1970). Incluso, el intocable Bienvenido míster Marshall, de Berlanga y Bardem, es objeto de un corte: «Aligerar secuencia del bar quitando el comienzo de bailarinas hasta que entra el alcalde». Pero pudo más, en este caso, la razón del directivo. Inmediatamente debajo y pese a la recomendación del eclesiástico, uno escribió: «No se hace», y otro: «No se puede». Con Los jueves, milagro, de Berlanga, sucedió lo contrario: «Suprimir el plano de una verdadera procesión con la Virgen de Fátima que contempla el protagonista desde el balcón». El directivo anotó al pie: «¡Ojo!, hágase este corte». Hasta las viejas y patrioteras cintas debían someterse a los «arreglos» que permitiesen su visión al público de Televisión. En Lola, la piconera, de Luis Lucía, se ordena: «Suprimir beso de Rafael y Lola, dejando solamente la aproximación de la pareja (rollo 3). En el beso de Lola y el capitán Francis eliminar el plano de éste cuando se acerca con la boca entreabierta (rollo 4). Efectuar el mismo arreglo en el beso de los mismos después que ella termina de cantar la canción de los gitanos (rollo 5)».

La censura política

Mariona Rebull, bastante depurada ya por su director, Sáenz de Heredia, «puede autorizarse, pero dadas las implicaciones sociales, huelgas, terrorismo, en el tema argumental, conviene que se tenga muy en cuenta su programación con el momento para evitar inoportunidades enojosas» (octubre de 1967). Algo similar ocurre con la opereta Faustina, también de Sáenz de Heredia: no se autoriza porque contiene «varias alusiones a instituciones fundamentales, tratadas burlescamente» (septiembre de 1967).

No importa que los hechos sucedan fuera de España. En la película checoslovaca Vsude Siji Lide, se anota: «Ojo, se habla de la República socialista y de casa de cultura, típico de esos Estados». El Estado de la Unión, de Frank Capra, sobre las elecciones norteamericanas, pasa como «autorizada, pero no de momento, teniendo en cuenta el momento electoral que España va a vivir y evitar a los telespectadores falsas interpretaciones» (agosto de 1967). El largometraje alemán Diden fur die Wunderkinder se prohíbe porque, además de contener «alusiones a supuestos hechos delictivos en materia de divisas, evasión de capitales, etcétera, pone en evidencia que un estafador puede poner en ridículo al propio Estado y a sus funcionarios» (septiembre de 1969). En Almas sin conciencia, de Federico Fellini, se corta «toda la secuencia de la estafa a los que esperan la entrega del piso». El censor se explica: «Téngase en cuenta el desgraciado hecho de la Nueva Esperanza» (agosto de 1967). A Crónica familiar, de Zurlini, se le aplica, entre otros, este corte: «Una alusión a que, antes, el primero de mayo era una fiesta importante» (acción en tiempos del fascismo). Llamad a cualquier puerta, de Nicholas Ray, es prohibida porque «la tesis y muchas frases son inaceptables en contra de las instituciones legales y policía». La casa del ángel, del argentino Torre-Nilsson, «puede autorizarse» con las siguientes supresiones: «En las reuniones que aparece el Parlamento, los discursos de los diputados que defienden la tesis de libertad absoluta de expresión y condenan a los Gobiernos que sancionan aquellas publicaciones que respetan en su integridad dicha libertad o los directores que la practican. Atención: censura moral». Está claro que no se consiente la libertad para otros medios: en El bígamo se censura la frase «antes la Prensa publicaba siempre lo mismo, los mismos titulares» (se supone que se refiere a los tiempos del fascismo), febrero de 1970.

No falta, por último, la censura personal. La noche y el alba, de Forqué y Lazaga, plantea el problema de que alguien pueda presionar a RTVE para que: se programe: «Creo que no debería programarse este largometraje, pero si por razones de cualquier tipo RTVE se ve forzada a ello, podría en último extremo autorizarse suprimiendo el diálogo entre los dos protagonistas (Antonio Vilar-Rabal), que hace referencia a la guerra de liberación, en donde ambos fueron contendientes en filas opuestas. Suprimido éste, aunque la película sigue teniendo fuerte dosis de crítica destructiva, podría pasarse. ¡Atención! El autor del guión es don Alfonso Sastre, de sobra conocido por su actitud. Es lógico, pues, sabiendo quién es el autor del guión, todo el desarrollo del mismo».

Mientras la censura «moral» fue cediendo terreno, la política continúa, quizá porque los altos cargos de finales de los sesenta y primeros años setenta, hoy, por paradójico que parezca, han vuelto a ocupar los mismos cargos. El diputado socialista Alfonso Guerra, en la misma sesión parlamentaria del 27 de junio de este año, preguntó a Fernando Arias Salgado, director general: «¿Por qué ha hecho más intensa y grave la censura que en tiempos de la dictadura?». Alfonso Guerra enumeró entonces una larga lista de censuras de programas entre 1978 y 1980: La clave, Encuentros con las letras, Trazos, Escuela de salud, La semana, vetos a personas en determinados programas, series enteras y películas cuyos derechos de emisión habían caducado por ser prohibidas, etcétera. Tampoco obtuvo respuesta del director general. A partir del próximo mes, La clave tendrá que emitirse en diferido. El director en funciones de RTVE, Luis Ezcurra, ordenó por carta a José Luis Balbín, director de este espacio, que La clave del primer sábado de septiembre tiene que grabarse el próximo viernes, día 5. Ante la eventualidad de que el equipo de La clave se niegue a salir en diferido, los directivos ya tienen un programa para sustituirlo, una serie de biografías titulada, al parecer, Erase una vez el poder.

¿Esta es su vida?

El 27 de abril de 1966, el gabinete técnico del ministro Fraga Iribarne enviaba este informe a Adolfo Suárez, entonces jefe de programas de Televisión Española. El filme de Robert Rossen tiene por protagonista a un aspirante a político y, más tarde, gobernador. Seproponia modificar el título: Decepción en vez de Todos los hombres del Rey. Gregorio Morán, en su libro Adolfo Suárez, historia de una ambición, identifica al autor de la firma en la persona de Gabriel Elorriaga, jefe del gabinete técnico del ministro Fraga. La película de los tres oscars tardaría años en pasar por la pequeña pantalla. Estaba fuera de toda sospecha que la biografía del protagonista de Rossen pudiese algún día parecerse a la de algún político español.

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