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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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La España confusa

En diciembre de 1970, el norteamericano H. R. Southworth publicaba en Cuadernos de Ruedo Ibérico, de París, su estudio Los bibliófobos, entendiendo por tales a «Ricardo de la Cierva y sus colaboradores». Southworth me recuerda hoy aquello y me recuerda asimismo que «todos los norteamericanos no estaban con Franco, ni están». El estudio de este yanqui es una contribución más a la historia de la España confusa. Dice el americano, hablando de Ricardo de la Cierva: «Se puede afirmar, sin temer la contradicción, que jamás en la historia de las letras eruditas fue publicado un catálogo con tanta información errónea». Luego nos florilegia esa información: «Quiero simplemente señalar que los compiladores de estas fichas -R. de la Cierva y sus ayudantes- han visto muy poco estas obras por sí mismos. Es mucho más fácil copiar las listas de otros. Ni siquiera en el caso de las obras de José Antonio Primo de Rivera hay acuerdo entre los bibliógrafos del Ministerio de Información. Ricardo de la Cierva, en Arriba del 31 de enero de 1970, habla de 25.000 títulos (sobre la guerra civil). ¿Cuáles son esos títulos? Ha sugerido igualmente que el número de obras dedicadas a la guerra civil española sobrepasa el de obras dedicadas a la segunda guerra mundial. Es ridículo sugerir tal cosa».Y en este plan todo el estudio. La España confusa, que tiene sus precedentes y consecuentes y recurrentes en todas las Dragonteas escritas desde. nuestros siglos áureos a «este siglo, de siglas», que diría Dámaso, alcanza cresta de ola y de gallo, actualidad y popularidad, fascículo y ridículo con Ricardo de la Cierva, pero no para en él. Una lectora me escribe hablándome de mi artículo sobre Giménez-Caballero (cómo rinde y cunde en este país meterle caña a alguien: llevo ya casi una semana de rebajas EGC), relacionando a este señor con el campo de concentración de Albatera, primavera del 39, con la guerra ganada por Franco. Aparte concentracionismos y depuracionismos en que no entro, quisiera señalar a Giménez-Caballero, ahora que la juventud le recupera, como uno de los mayores confusionarios de la España confusa, y seguir camino hasta la actualidad misma. La España confusa no es sólo confusionaria en lo político/histórico, sino también en lo cultural/ profesional, que es otra manera de defenderse y preservar castas, clases, clanes. Así, la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, cátedra de Estética y Composición, segundo examen parcial, curso 79/80, donde a los dulces ingresandos provincianooss,, aún recastados de bachillerato o como se llame ahora, les hacen estas sencillas preguntas, sólo igualadas en claridad por la que hizo Suárez a los andaluces (otro gran momento de España confusa) cuando el referéndum:

«Influencia de las variaciones de los atributos visuales de las superficies en la definición de los elementos masivos. Condiciones de exteriorización de un objeto masivo: niveles perceptual, topologico y morfológico. Modelos pregnantes de referencia y variables de deformación en la definición de los elementos masivos». Y así mucho rato. ¿Este ejercicio es una puerta estrecha y gideana para que no pase a estudiar arquitectura nadie que no sepa geometría o es una histérica defensa idiomática (la jerga como ideología, que diría Adorno) para rechazar alumnos, número, competencia? No somos un país barroco ni mágico ni irracional ni instintual, como se nos ha enseñado interesadamente. Somos mucho más sencillo y complicado- un país confuso donde cazan cargos los confusionarios: Ricardo de la Cierva, Giménez-Caballero, María Emilia Hernández Pezzi, profesora del examen que he resumido. Claro que nada de esto es inocente ni espontáneo. Se opta por la confusión para ocultar la decisión, casi siempre nefasta y nociva para nosotros los peatonales. Entre la España negra de Solana o Regoyos y la España clara de Azorín, lo que se impone siempre, con sus campeones, es la España confusa.

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