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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Profetas del terror

PRODUCEN YA un cierto desaliento las tentativas de ordenar, siempre sin éxito, el rompecabezas del País Vasco y de adivinar, nunca con optimismo, salidas democráticas y pacíficas a una situación estancada en la sangre, la violencia, los tribalismos y la intolerancia. La irrupción de los trabajadores de Nervacero en el Parlamento vasco puso, por ejemplo, dramáticamente de manifiesto tanto el grave deterioro del clima social en Euskadi como el vacío de poder creado por el mal ajuste entre las instituciones estatales y autónomas.De otro lado, resulta difícil, tras las últimas declaraciones de los portavoces de ETApm, hacerse demasiadas ilusiones sobre la capacidad para la reflexión y el discurso racional de estos profesionales de la metralleta. Los relojeros de la muerte hablan de su «esmero» para evitar que su campaña de terror perjudique a las clases populares y ponga en peligro «la integridad física de las personas», pero omiten el sangriento recuerdo de la brutal matanza del último domingo de julio de 1979 en Madrid como consecuencia de artilugios igualmente esmerados. Las bombas ahora puestas amenazan también a vidas humanas inocentes e indefensas, y las argumentaciones de ETApm son literalmente deleznables. Critican a los capitalistas vascos por no invertir en Euskadi y «aumentar el alarmante paro ya existente», pero se olvidan de que ha sido ETA la que ha implantado un sistema de terror mediante el asesinato y el impuesto revolucionario, que ha llegado a hacer imposible la convivencia democrática en el País Vasco. Denuncian a ETA Militar por sus «alentados sistemáticos» contra miembros de las Fuerzas Armadas y se jactan de que ETA Político-militar no impone sus opciones «por las armas», pero siguen empecinados en querer dictar, a punta de pistola o con bombas de relojería, la política a seguir por las Cortes Generales, el Parlamento vasco, el Gobierno del Estado y el Gobierno de Euskadi en temas como las medidas de gracia, la retirada de las FOP o el referéndum navarro. Y aún más: pretenden justificar el alevoso e inhumano asesinato de un directivo de Michelín y anuncian que seguirán con tales métodos, tan dignos de la mafia, tan claramente peijudiciales para los intereses del pueblo vasco y español. Señalan que «las soluciones policiales no sirven para resolver los problemas de Euskadi», pero hacen todo lo posible para que los profetas de la catástrofe y de la intervención militar en el País Vasco vayan ganando terreno en la opinión pública.

Estos vanguardistas que hasta ahora habían derramado sus mercedes tan sólo sobre el pueblo vasco, del que se habían convertido en únicos tutores, caudillos e intérpretes, han decidido, por.lo visto, ampliar su negocio político y.asumir también el papel de salvadores del pueblo andaluz. Sus alusiones al subdesarrollo de Andalucía podrían interpretarse así como algo más que un diagnóstico obvio sobre las desigualdades sociales, la emigración, el desempleo y la insuficiencia de los servicios educativos, sanitarios y comunales de aquellas tierras. Si esto fuera cierto, habríamos llegado al punto nodal en el que los doctrinarios se transforman en orates. Porque el pueblo andaluz, que vive en peores condiciones materiales que otros territorios de nuestro país, es probablemente la colectividad española con mayor número de siglos de vida civilizada a sus espaldas y dotada de mayor desarrollo en decisivos aspectos de convivencia social relacionados con la cultura de los sentimientos, el arte y la sabiduría popular. Aquí no hay más subdesarrollo político y moral que el que ostentan, con su sangrienta insolencia, lo! profetas asesinos de las dos ramas de ETA.

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