Inquietud en Italia por los asesinatos de disidentes libios

En el espacio dé dos meses han sido asesinados en Roma cuatro libios, y todos de una manera atroz. El último ha sido Mohamed Fouald Bouhjar, de 55 años. Fue estrangulado y acuchillado repetidamente en la habitación de un hotel de la capital. Sobre el pecho de la víctima la policía ha encontrado una servilleta de papel con estas palabras escritas en árabe: «Dios es grande y el primero de septiembre es una realidad. Los disidentes serán castigados donde se encuentren», y está firmado por los Comités Revolucionarios Libios en Roma.Casi simultáneamente, otro joven libio procedente de Italia fue asesinado el jueves en un barrio popular de Atenas. Se trata de un opositor en el exilio de Gadafi.

La multiplicación de estos asesinatos ha creado una fuerte impresión en Italia y algunos diarios se preguntan, como, por ejemplo, ayer el diario, Repubblica en primera página, si Gadafi ha recibido autorización para matar en Roma.

Los observadores políticos ponen de relieve que las víctimas libias en Italia no son diferentes de las que ha habido en Bonn, Washington o Londres, pero aseguran que la diferencia es que, mientras en aquellos países la dura reacción de los respectivos Gobiernos ha frenado la mano de los asesinos, en Italia «los fanáticos asesinos de los comités revolucionarios parecen irrefrenables».

Esto no se puede achacar a la ineptitud de las fuerzas del orden. La presencia libia en Roma es muy grande. Los libios poseen cientos de pisos y sería prácticamente imposible paralizarles si de verdad desean asesinar. El problema es más hondo, es político, porque Italia tiene demasiados compromisos económicos con Libia: desde el petróleo hasta la Fiat. En ambientes de la Administración, del Estado se afirma que han recibido siempre órdenes de «andar con pies de plomo en este asunto». Ante el recrudecimiento de este terrorismo libio, ha sido llamado a Roma el embajador italiano en Trípoli. Algo empieza a moverse.