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FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE CANNES

El digno aburrimiento de los países socialistas

Ángel S. Harguindey

Con la realizadora húngara Marta Meszaros y su último filme, Los herederos, coproducción franco-húngara, ha llegado al Festival de Cannes el buen oficio, la digna realización y una cierta sensación de aburrimiento. Interpretada por Isabelle Hupert y Lili Monori, narra una anécdota melodramática de un matrimonio sin hijos que, por razones económicas (una herencia), decide proponer a una amiga la posibilidad de que el marido tenga un hijo extramatrimonial, para ser adoptado inmediatamente después del parto. La amiga y la madre deciden aceptar la propuesta, y, por consiguiente, sientan las bases del drama. Los pilares del mismo los pone la época (1936-1944), en la que la pujanza del fascismo conlleva la persecución de los judíos. La amiga y madre acaba con una estrella amarilla en su pecho camino del correspondiente campo de concentración. Una correcta realización para una historia con poco interés, es decir, la ya larga y constante marcha de la mayor parte de las realizaciones de los países socialistas.Hoy, domingo, comienza la Quincena de los Realizadores, una de las secciones paralelas de mayor prestigio de cuantas conforman el Festival de Cannes, y en la que suelen tener acogida las primeras realizaciones de los directores. En esta ocasión se exhibirán, entre otros, filmes de Guiseppe Bertolucci (Una mujer italiana), Christopher Petit (Radio on, con Sting, el cantante de Police y botones de Quadrophenia, en el papel estelar); Alexandre Kluge (La patriota), Mark Reichert (Union City), Michael Verhoeven (Los niños del domingo) y del español José A. Salgot, con su Mater amatisima.

Jeanne Moreau, casi la única estrella presente en la inauguración del festival, recibió la Legión de Honor de manos del ministro de Cultura, Jean-Philippe Lecat, ante la presencia de Kirk Douglas y Jean Claude Brialy. El ministro aprovechó su estancia en Cannes para dar cuenta de los nuevos acuerdos adoptados por su Gobierno en el complejo mundo de las relaciones entre cine y televisión.

Los miércoles y los domingos, las televisiones francesas no podrán programar películas de largometraje salvo en las últimas horas del día. Por otra parte, se ha impuesto una nueva cuota de pantalla para la emisión de largometrajes en las diferentes cadenas televisivas: la mitad de los filmes deberán de ser franceses. Para apoyar las explicaciones de las nuevas medidas señaló el dato de la República Federal de Alemania, país en el que la televisión emite un 83 % de largometrajes extranjeros, lo que no le impide, por otra parte, ser coproductora de buena parte de las realizaciones del nuevo cine alemán.

Televisión Española, por su parte, ha vuelto a demostrar, al menos hasta la fecha, su concepción de la noticia, su olfato para el reportaje y, en definitiva, su impetuoso ritmo informativo: sólo está presente el equipo de Revista de cine, programa que se emite por la segunda cadena. En esta ocasión, y pese a la acreditación de 2.000 periodistas, los responsables de los servicios informativos han considerado que el Festival de Cannes no merece ser contado por ningún programa de la primera cadena, dato que, con un poco de suerte, puede llevarles hasta el libro de los récords del próximo año. Algo es algo.

Si a ello se Ie añade la semana de la crítica, la sección Una cierta mirada, el mercado del filme y las distintas secciones monográficas de países con ganas de introducir sus productos en el mercado internacional (casos de los países escandinavos y Australia), el visitante puede perder su atónita mirada en las casi cien películas que se programan diariamente.

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