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Intelectuales catalanes reivindican el interés que Picasso tuvo por España

Protestan por una emisión "ultrajante" de TVE sobre el pintor

«Decir, repetir y dolerse de que Picasso se olvidara de España es caer en una falsedad y cometer una insensatez.» En estos términos ha iniciado un grupo de 34 intelectuales y artistas catalanes una carta dirigida al ministro de Cultura, Ricardo de la Cierva, en la que protestan por el contenido de una emisión de televisión española dedicada el pasado día 13 de febrero a las donaciones de Picasso a París.La emisión -dicen los intelectuales- terminó resultando «ultrajante», tanto para Picasso como para Cataluña, «porque si dentro del complejo hispánico él mostró una marcada preferencia hacia Barcelona en particular y hacia Cataluña en general, es asunto que más bien merece ser estudiado y estimado, que no ignorado o desentendido, como se pretendió en la referida emisión».

Entre los intelectuales firmantes se encuentran Frederic Mompou, Joan A. Maragall, Antoni Tápies, Oroil Bohigas, Rosa María Subirana, Josep Palau Fabre, Josep Corredor Matheos, Alexandre Cirice, José María Valverde, Víctor Pozanco, Salvador Espriu, Lluis Permanyer, Joan Oliver, Francesc Vicens, Josep María Castellet y Daniel Giralt-Miracle, entre otros.

«En definitiva», dicen los firmantes de la carta, «donaciones, conscientes y en vida, a donde las hizo Picasso fue a Barcelona, y algunas, sobre todo las últimas, son de una importancia que en vano se puede soslayar o disminuir. Las series de Las Meninas, donadas en 1968, y el caudal de obras de su infancia y su juventud que nos entregó en 1970 y que forman parte de la gran riqueza del Museo Picasso de Barcelona. Sus donaciones a París no fueron personales, sino de sus herederos, y además en pago de unos derechos sucesorios.»

Los intelectuales y artistas catalanes afirman que es natural esa afinidad de Picasso por Cataluña, dado que Picasso aprendió a vivir y a pintar en Cataluña, y más concretamente, en la localidad de Horta, y dado también que Picasso acudió en sus momentos difíciles a un amigo catalán de su juventud, Jaime Sabartés, quien legó por indicación de Picasso su abundante colección picassiana a Barcelona.

«Tampoco ha sido puro azar», añaden los intelectuales, «que durante sus últimos veinte años confiara ediciones suyas, como la Tauromaquia o El entierro del conde de Orgaz a una prestigiosa firma barcelonesa. Como tampoco ha sido fortuito que su marchante oficial fuera una galería de Barcelona donde se han realizado repetidas veces exposiciones de su obra con la colaboración personal del artista.»

«No olvidó Picasso a su país», terminan los intelectuales catalanes. «Justamente al revés. Estuvo ligado a él y pendiente de él siempre. Por eso creemos que la emisión televisiva del día 13 de febrero, después de celebrar, como lo celebramos nosotros, que gracias a la política previsora del Gobierno francés, una parte de su obra pueda hallarse reunida para siempre, en lugar de lamentarse injustamente por la falta de picassos en España, hubiera sido más conforme a la verdad hacer alusión expresa a nuestro espléndido Museo Picasso.

Los intelectuales y artistas apelan a «la sensibilidad del señor ministro a las cosas de Cataluña para comprender la desazón que les ha producido este enorme error», y añaden: «Sin duda, el Museo de París será muy completo, pero el Museo Picasso, de Barcelona, constituye una introducción y complemento indispensable al de París para hacerse cargo cabal de las mocedades y de la primera juventud del artista y de otros momentos cruciales de su carrera.»

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